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Inicio / Cuenteros Locales / Candz / El Dragón Negro y el Dragón Blanco

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Hace mucho tiempo en un pueblo muy lejano llegó un gran Dragón Negro. Los dragones de entonces se alimentaban de minerales, por eso es que buscaban lugares ricos en oro, plata, cobre, plomo, hierro y todas las clases de mineras que existen.

El gran dragón negro, sin pedirle permiso a nadie, se sentó sobre una gran colina y dando un gran rugido dio a conocer a todos que él era el nuevo dueño de ese lugar.

Los pobladores de la zona, ni bien se enteraron de la presencia del gran animal fueron a verlo. Grande fue su sorpresa, al ver que en aquella zona donde había una gran bosque todo había sido destruido.

Con miedo, los lugareños se acercaron a la terrible bestia explicaciones. El dragón, con aire de soberbia les dijo que estaba ahí por permiso del rey de esas tierras, y que no se preocuparán que nada iba a pasar, incluso les dijo que si querían podían trabajar con él junto a sus muquis.

Los muquis eran los hombres que trabajaban con el animal. Iban con él de un lugar a otro. Se ocupaban de ayudarle a extraer los minerales y llevárselos a la boca. También se encargaban de ir viendo donde había más minerales, ya que ésta era una bestia insaciable y sólo se preocupaba por comer.

Los pobladores, pensaron que nada iba a pasar, y teniendo en cuenta el tamaño de la bestia, no se animaron a hacerle problema alguno.

Sin embargo, las cosas se pusieron mal muy pronto. La bestia destrozó la zona, arrasando con los verdes bosques, dejando estériles las tierras. Además de eso, el dragón era muy sucio, ya que hacía sus necesidades en cualquier parte, ensuciando los ríos, lo que motivó que se mueran los peces y se envenenaran otros animales.

Pero eso no era todo, ya que la parte del mineral que no se comía, también las arrojaba por cualquier parte, convirtiendo a todo en una asquerosidad.

Los pobladores al ver este hecho, recurrieron ante su rey. Pidiéndole que los ayudara y se enfrentara al Dragón Negro. Sin embargo, éste había sido encantado por la gigantesca lagartija. Ante esta situación, la gente se vio atada de manos.

A pesar de esto, en otro pueblo, vecino al anterior se apareció otro dragón, un Dragón Blanco. Esta bestia, se diferenciaba de la otra no solo en su color, sino en otras cosas más.

Por ejemplo, antes de posarse en las tierras de ese pueblo, el Dragón Blanco envió a sus muquis a hablar con la gente de la zona, para pedirles permiso.
- “Cómo le vamos a creer, si en el pueblo vecino también hay un dragón y todo es miseria. Porque debemos confiar en él” – le dijeron los pobladores a los muquis del dragón blanco.

Los muquis le respondieron que una prueba de las verdaderas intenciones del Dragón Blanco era que aún no se posado en tierra alguna y que además quería dialogar con los pobladores, sus autoridades locales y con el mismo rey.

Esta respuesta les hizo pensar a los pobladores, quienes vieron en el Dragón Blanco una sincera postura.

Inmediatamente convocaron a todos los pobladores, alcalde y al rey, quienes se reunieron en asamblea con el mismo Dragón Blanco. En esa reunión le preguntaron al dragón qué ofrecía a cambio de permitirle aterrizar en esta zona para que pueda alimentarse de los minerales que había en ella.

El Dragón Blanco, señaló que antes de empezar a comer los minerales, primero sus muquis iban a ver si en la zona había una verdadera cantidad de minerales.

De ser así, delimitaría el lugar exacto donde él se iba a asentar y establecería, junto con los pobladores y sus autoridades, un plan de trabajo que defina el periodo que va a comer el Dragón Blanco, la zona donde va a hacer sus necesidades y el punto donde se arrojarían los desperdicios de la comida.

Pero lo principal que prometía era trabajar con la gente para realizar una vigilancia constante de todo lo que hiciera el Dragón Blanco, para corroborar que todo lo que ofrecía era cumplido.

- ¿Y que ganamos nosotros contigo aquí? – preguntó la gente.

- Pues bien – dijo el Dragón Blanco – pues yo me comprometo a pagarle tributos a su majestad para que ésta los distribuya entre ustedes. Además, -continúo – a los pobladores, a mis vecinos cercanos, también prometo darle un aporte de dinero constantemente antes que me vaya, además de apoyarlos en otras actividades y brindarles la oportunidad, a varios de ustedes, de trabajar conmigo, pagándoles adecuadamente por ese apoyo que me den.

El primero en responder fue el rey, quien al escuchar las palabras del dragón Blanco fue liberado del hechizo que le había lanzado el Dragón Negro, y con voz fuerte dijo: “yo apruebo el acuerdo, si es que mi pueblo lo acepta”.

La población rompió en aplausos y gritos de alegría. El acuerdo había sido aceptado y el Dragón Blanco pudo trabajar en el lugar. Desde entonces esa zona empezó a ser próspera.

Mientras tanto, en el otro pueblo ya había llegado la noticia del Dragón Blanco. Los pobladores de ese lugar cada vez se sentían más incómodo con el Dragón Negro, y ya empezaron a hacerles reclamos.

A su vez, el Dragón Negro comenzó a sentir remordimientos y a preguntarse como podía vivir mejor con las personas.

- Vayan a ver al Dragón Blanco – le ordenó a sus Muquis – y aprendan cómo trabaja él.

Cuando retornaron los muquis del Dragón Negro, le contaron a éste todo lo que vieron. La saberlo todo, la gran bestia decidió a cambiar y lo primero que hizo fue a pedirle disculpas a sus vecinos, se comprometió a hacer las cosas bien. Lo primero que hizo fue limpiar toda la suciedad que había generado y reforestó todo lo que había destruido, comprometiéndose a trabajar igual o mejor que su amigo el Dragón Blanco.

FIN

Texto agregado el 27-01-2006, y leído por 791 visitantes. (0 votos)


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