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ENEMIGO NECESARIO.
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El rey de Franjalarga y Estrecha, Ricardo Primero, era un modelo de príncipe, su reinado deslizábase plácido, los cronistas no tuvieron cosa mayor en que emplear sus plumas de ave, porque una paz octaviana y un bienestar ilimitado
fueron los sostenes del trono.

Pero Ricardo Iº, era acérrimo partidario de las estadísticas y las encuestas, hasta tal punto, que podía dar ciento y raya a su inventor el ilustre economista Archeval; pasábase las noches en claro registrando en libros enormes las notas que durante el día le facilitaban los encargados de fisgonear cuanto de notable ocurriese a la largo y ancho de Franjalarga y Estrecha ; labor agria y penosa para el soberano estadista, porque los balances repetían con pasmosa regularidad un día y otro día, un número aproximado de cosas y casos idénticos.

Arrojaban una cifra deplorable por lo exigua de los hechos airosos y heroicos o por las acciones impulsadas por la virtud, la horadez, el altruismo o la abnegación.

En cambio, los crímenes, las ruindades del alma, los actos viciosos, crueles, originados por pasiones y egoísmos bastardos, tenían sumandos desconsoladores.

Ricardo Iº, después de hacer las sumas , restas y multiplicaciones que un
escribiente del Censo, concluía siempre, en vista de los resultados negativos, que suspirar con mayor tristeza que dama despechada, insinuándole que, de cara a la plebe, al menos, como todo rey que se precie de tal, debía alterar el resultado.

Es horroroso lo que en mi reino ocurre, decíase mientras que su mano sostenía su realísima y cada vez más amplia calva. Todos me consideran y me estiman como un principe sabio y prudente; más aun , como un padre celoso del
bienestar de sus hijos; yo me afano por dictar leyes humanas y previsoras; quiero que impere la virtud, que forzosamente ha de descansar en una moral "catoniana", de Catón, romano célebre por su austeridad y de sus imitadores; desterrar el vicio ;arrancar de raíz las malas pasiones, cizaña que al enseñorearse del corazón mata en gérmen los más nobles impulsos, en una palabra, pastor de un gran rebaño, ansío encerrarles en el redil del bienestar y el progreso, y no obstante, veo que a diario se me descarrían sin número de ovejas y corderos.

Puntos más , puntos menos, tales vienen a ser las reflexiones que una y otra noche hacíase el buen rey, hasta que harto ya y apesadumbrado de lo inútil de sus esfuerzos en pro del bienestar de sus súbditos, quiso pedir consejos a quien había olvidado, y no había considerado en su reino, Populandis, un filósofo, el justo pensador de la sabidur¡a popular ,que era tenido como el varón de mayor sagacidad y prudencia que había en sus 14 estados.

Introducido en la regia cámara recién refaccionada de blanco merengue, previos los saludos de rúbrica, Populandis, que no era corto de genio ni de barbas, pues las tenía tan largas y cerdosas como crines de caballo, dijo :

-Señor, un criado parlanchin de tu palacio, siempre fueron parlanchines los criados, me ha dicho cual es la causa de tu preocupación y el porqué‚ de mi llamada; aquí me tienes , te escucho.

El filósofo tiróse bizarramente las barbas, como si esto fuera cosa obligada para hacer más solemne el final de su lacónico discurso, un tanto sentido con el nuevo actuar del rey, tan lejos de la plebe.

-Puesto que conoces el porqué de mi llamada, no ignoras cuál es el enemigo que debemos combatir, indicó el soberano con benévola sonrisa.

-Señor, no lo ignoro, nadie lo ignora en la calle; por algo se han quemado mis pestañas con la lectura de sinúmero de pergaminos y librotes. La mayoría de las cosas que ocurren en este planeta, obedecen a un "alma mater" o "Deus ex machina", como mejor te parezca, que se llama egoísmo , vicio o desamor, según lo
mitólogos, estafa , según los leguleyos y corrupción , según el vulgo, Alí Babá es su
héroe, su Dios. Por este amiguito hacen los mortales cien mil bobadas más o menos a escondida y casi nunca sorprendida: por esta pasión se roba, se mata, se asesina, se llega al al fanatismo religioso y al materialismo prosaico y trivial, a lo ridículo, a lo trágico y a lo bufonesco... reyes y pastores, nunca hombres
talentosos como Platón o un Sócrates, pero si hombres con igual seso que el de los asnos, todos, como si fueran nueces de un mismo nogal, caen revueltos y confundidos en el mismo lodazal.

"Que contra muerte y amor todos tienen valía",

que dijo un buen poeta de la tierra hispana.

Aquí, el sabio largóse otro tirón de barbas.

-Mis trabajos estadísticos confirman , Populandis, tu serto: la mayoría de los hecho graves que se registran en mis dominios, los guardamos en un saco en principio, pero luego, no había manos para fabricar tantos sacos....

-Y en todos los dominios de la tierra, sumiso interrumpió el filósofo, como disculpando al rey.

-Bueno, y en todas partes, prosiguió Ricardo Iº, tienen su origen en ese maldita niña vendada de la espada y sus seguidores, los peores....Hora es ya de poner coto a sus desmanes.

-"Imposibilium obligatio nulla", o lo que es lo mismo, en vulgar romance " nadie está obligado a lo imposible", arguyó sentenciosamente Populandis; pero, en servicio tuyo, intentaré remediar el mal. Dame el plazo de un año para resolver este mal asunto, y de poco ha de servirme mi ciencia si no hallo solución.

Con estas palabras, dichas con la entonación enérgica del que tiene gran seguridad de cumplir lo que ofrece, dióse por terminada la conferencia que en Franjalarga y Estrecha la gente gusta en su oratoria de una recomendable sobriedad.

Populandis, como si quisiera reconcentrar todo su espíritu en la prosecución del medio de que podía servirse para contrarrestar el poder del hijo del maligno, estuvo unas cuantas semanas encerrado en su gabinete de estudio. Un día, después de sonreirse satisfecho, salió de su domicilio dispuesto a celebrar un nueva entrevista con Ricardo Iº.

-Señor, dijo al verse en su presencia, no creo que los verdaderamente sabios gusten de alabanzas que no valen más que el tintineo de los cascabeles; pero haz de prodigármelas al saber que he encontrado el medio de reducir a nuestro
enemigo, el cual ha tenido la osadía de colarse en mi propia casa.

- ¿ En tu casa ?, preguntó el monarca.

Señor, todo aquel que tenga un hijo, debe esperar tamaña osadía. Como no ignoras, mi hijo Sinfuturus frisa en los veinte años, está en el hermoso instante en que los hombres instintibamente quieren formar su manada, aquí el corazón se cierra como los ojos al sol y tal zángano, ataca el virginal capullo que , abierto
naturalmente recibe los rayos del sol, el cálido beso del astro rey. Aquí la razón ha empezado a hacer de las suyas.....Pero esto es cosa secundaria para el asunto....Por ahora, lo importante es que pronto pongas tu firma en ésta orden.

El filósofo presentó al rey un papel escrito en el que se leía :

" En mi servicio y en el del reino procédase a la detención de la persona que
designar Populandis, encargado de ejecutar, esta Mi Real Orden.

Dado en Palacio, etc."

Firmó el rey, y Populandis, rebosante de gozo, recogió el documento y salió de la cámara para ir a avistarse con el Jefe de Policía.

El mismísimo "EGOISMO" en persona fue aquella noche conducido a la cárcel entre una nube de polizontes, como si se tratara del más empaquetado criminal: a la espalda llevaba el lindo mozo, el carcaj , uno de los guardias el arco y
otro, las áureas saetas.

Habíanle dado caza ignominiosamente en el domicilio del filósofo.

Rondaba el desalmado hijo del demonio, el jardín, donde a la desmayada , escasa y melancólica luz de la luna, acudían depredadores como su hijo Sinfuturus, a repartir el botín.

Prevenido tenía su arco el revoltoso rapaz " que al mundo asombrado tray ", según el clásico. Decidido era su empeño de dejar bien clavado el dardo trágico en el corazón de esos jóvenes como Sinfuturus, empeño nobilísimo de quien tan grandes desaciertos y tracamundanas comete a diario, puesto que en tal ocasión
parecían pintiparados los pelafustanes.

En el preciso instante en que la cuerda vibraba tensa, interrumpió el disparo y la repartija el intolerante padre y los no menos antipáticos polizontes que le acompañaban, los cuales con la brutalidad con la que se arrojarían sobre un osado estudiante protestando, con mandolina en ristre en una Tuna, ¿cuánto saben los polizontes de los achaques del egoísmo ?. lo maniataron y resopláronle líndamente a un calabozo, quedándose muy satisfechos y orgullosos de su hazaña, para luego liberárlo por falta de méritos.

Los jóvenes infelices llenos de arrojo y desprecio por la inesperada presencia de Populandis y sus secuaces, no pudieron comprender la sardónica risita con que el filósofo veía alejarse al Egoísmo, y menos aún esta frase: "La envidia
reinar sobre la tierra".

Ocho días después de la famosa detención, Populandis visitó a Ricardo Iº, el cual , en el punto y hora en que entró el filósofo , hallábase como ensimismado en la lectura de un infolio cuyas páginas ofrecíanse llenas de
guarismos, entendibles sólo para él y su cuadrilla de geniflexos.

¡ Valete et plaudite !, empezó diciendo Populandis, acariciándose las ásperas y luengas barbas.

Y al observar el gesto con que Lord Ricardo Iº, recibía sus palabras, murmuró en tono de amargo reproche:

¿ Aún no estás satisfecho de mis gestiones ?.....¿ no reina la paz en Franjalarga y Estrecha, de ocho días a esta parte ?...Supongo que los sumandos de hechos represibles habrán aminorado de una manera portentosa...

-Sí, afirmó irónicamente el Rey, no pasa nada en los ambitos de Franjalarga... Todo quieto y pacífico como su mar, eso sí ; pero tanta calma y tanta paz me aterran, porque ocultan algo insólito que ha de estallar violento y terrible.

Desde que el egoísmo y sus intereses se encuentra encerrado, encarcelado, recibo millares de solicitudes de mis aliados, incluso de mis opositores, para que le devuelva la libertad, las esposas ponen el grito en el cielo, los hijos exigen herencia, los hombres vociferan : mi autoridad rueda por todos los pueblos y se mofan de mi previsión , que acusan de tiranía insoportable, de chusmero, los maridos
empiezan a olvidarse de sus deberes conyugales, los jóvenes miran los puestos
de trabajo como cárceles y como tu y yo podríamos mirar la lejana luna; empiezan
a reemplazar el juego y la gula por el amor y el estudio y se inician vicios espantosos como el sacrificio, la verdad o el respeto.

En una palabra tú y yo, hemos hecho una solemne tontería. Es preciso que lo reconozcamos así, aunque padezca algo nuestro amor propio. Muchos bienes ocasiona el hijo del maligno, pero son mejores los que se avecinan suprimiéndole.

Es un mal necesario, una anatasia social. Está visto que sin él la vida se hace imposible, monótona, imperarán todos los beneficios, y el globo terráqueo se convertirá en un montón de ruinas.

Populandis, que había escuchado estas amargas reflexiones de su soberano, dándose fuertes tirones de barba, masculló..:

-Efectivamente, peor que la dolencia, es el remedio. Tú y yo, demasiado optimistas, cándidos y crédulos, pensando hacer un gran bien hemos cometido una gran majadería....Y yo más que tú, porque he hecho víctima de ella a mi hijo Sinfuturus.

Hay que reconocerlo, suprimido el egoísmo , los intereses y la envidia, suprimimos el motor de la máquina humana.

-No quiero cargar con tamaña responsabilidad, indicó Ricardo Iº, el rey.

Vete a la cárcel y libera al egoísmo, como siempre, por "falta de méritos".

Iba a cumplir, Populandis la orden, cuando penetró en la regia cámara , convulso y azorado, el alcaide de la fortaleza que servía de prisión al revoltoso rapaz.

¡ Señor, estoy desolado !, dijo el buen hombre cayendo de rodillas a los piés de Ricardo Iº.

- ¿ Qué ocurre ?..

- Que el egoísmo se ha escapado del calabozo...Aquí tienes, señor,
un papel que el preso te ha escrito antes de su evasión.

Ricardo Iº, rey de Franjalarga y Estrecha , leyó lo siguiente :

"Amado príncipe : Eres un bobo; un carcelero a cambio de una de mis prodigiosas saetas para rendir el pecho esquivo de la fortuna, me ha franqueado las puertas de mi prisión.

Para mi no hay cárceles más seguras que las informaciones privilegiadas, la osadía y los contactos, de los que tu te serviste para llegar al trono.

Tu servidor.- Egoísmo".

A la conclusión de la lectura, Populandis tenía lágrimas en los ojos, estaba
decepcionado del rey y de los nobles, y furiosamente , se tiraba las barbas y mascaba
su rabia.-


Texto agregado el 29-01-2006, y leído por 147 visitantes. (0 votos)


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