AÚN CON EL FRÍO PEGÁNDOLE EN LA CARA, DECIDIÓ CAMINAR POR LA ORILLA DE LA PLAYA
SUS OJOS NO TENÍAN MÁS ESA CHISPA.
EL SONIDO DE LAS OLAS SE HACÍA CADA VEZ MÁS TRISTE. SUSURRABA UNA MELODÍA QUE HABÍA APRENDIDO EN ALGÚN LUGAR CUALQUIERA, NO RECORDÓ EN CUAL.
POR ALGÚN MOMENTO PENSÓ EN ELLA. QUE DIRÍA SI LO VIERA AHORA, JA, ERA FÁCIL DE IMAGINAR:
- TÚ SIEMPRE CON TUS COSAS RARAS, QUE ACASO PIENSAS QUE YO TENGO QUE SER ASÍ?
VAYA SÍ QUE ESTÁS LOCO - LE DIRÍA
DIÓ UN SUSPIRO Y SIGUIÓ CAMINANDO, SU PASO ERA LENTO.
ASÍ SIGUIÓ POR CASI SEIS MESES Y UN DÍA DECIDIÓ PARAR. EL DETENERSE ASÍ DE REPENTE LO HIZO SENTIR UN POCO MAREADO, ALZÓ LA VISTA Y MIRANDO AL CIELO GRITÓ:
- ¡MALENA! ¡MALENA! ¡NO TE QUIERO VOLVER A VER?
AL DECIR ESTO SE SINTIÓ ALIVIADO, DIÓ UN LARGO SUSPIRO Y SONRIÓ. DIÓ LA VUELTA HACIA EL MAR Y CAMINÓ HACIA ÉL. POCO A POCO EL AGUA LO FUÉ CUBRIENDO, IBA SILBANDO ESA VIEJA MELODÍA. AL FONDO SE VEÍA EL SOL CAYENDO EN EL INFINITO, PARECÍA QUE LE MARCABA EL CAMINO. LA MELODÍA CADA VEZ ERA MÁS LEJANA Y YA NADIE SUPO MÁS DE ÉL.