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Primer día

Apagué el despertador como media hora antes de que sonara. Acaso por esa ansiedad propia del primer día de trabajo, mi sueño no fue tranquilo.

Tratando de no hacer mucho ruido, me mezclé con algunos tempraneros camino de las duchas, el avispero aún no estaba revuelto. Luego, mientras me vestía con ese uniforme recién provisto, crucé unas palabras con mi "cumpa de pieza": el correntino era uno de los encargados de cuadrilla.

- Yo soy el oficial y conmigo, si agachás el lomo, no vas a tener problemas -

Seguí al "oficial" hasta la cafetería, donde nos reunimos con el resto de esa cuadrilla: una docena de uniformados donde el único mameluco sin grasa era el mío. Pocos minutos después estábamos viajando en un pequeño colectivo rumbo al taller de mantenimiento, estaba a menos de dos kilómetros.

- A ver vos! ¿Sabés algo de mecánica? -

- Me defiendo nomás -

- ¿Te le animás a la chata aquella? parece que tiene la caja clavada -

Habló mientras señalaba una pickup Ford.

- ¿y las herramientas? Contesté, como asintiendo.

- Usá estas mientras te consigo las tuyas, y hacéme una lista de lo que necesitás así las voy tramitando -

Así nomás era la cosa, el correntino me estaba probando. Debía saber que mi tarjeta decía "ayudante", pero el hombre no le daba pelota a las formalidades: en la cancha se ven los pingos. Lo que dijeran las papeletas, en ese submundo tan real y concreto, carecía de importancia.

A media mañana, anoté en una hoja los repuestos que necesitaba para completar la tarea y aproveché para hacer una lista de herramientas manuales, no muy completa pero suficiente para ese tipo de trabajos.

Lo encontré al correntino, dentro de una cargadora frontal peleando con el circuito hidráulico y acompañado por dos ayudantes.

- Jefe, necesito estos repuestos para armar la caja de la Ford, y acá tiene la lista de herramientas -

Me hizo esperar unos minutos que aproveché para armar un cigarrillo. Salió de la máquina, se limpió las manos con estopa, y leyó con atención mis garabatos. Me preguntó un par de cosas, le mostré las piezas que debían reemplazarse, las revisó con mirada experta y pareció satisfecho.

- Está bueno... mientras hago el pedido, ponéte a engrasar aquél cacharro y pegále una revisada general -

Lo dijo señalando otro vehículo. Volvió a meterse en su problema y se olvidó de mi presencia. El resto de la mañana pasó volando, me dediqué al "cacharro" en cuestión y me olvidé del mundo.

Cuando me llamó, recién me di cuenta que los demás no estaban y me había quedado solo.

- Largá que es la hora del almuerzo ¿o sos pavo vos? -

Me lavé las manos y fuí caminando hasta la gamela, unos mates me vendrían bien. Para almorzar no tenía dinero y los "vales de comida" aún no los entregaban: los administrativos de obra suelen ocuparse primero de lo importante, y el hambre de un obrero nunca lo es.

Esa tarde, cuando la cuadrilla volvía de almorzar, me encontró trabajando. Lo bueno del asunto era que ocupaba la sesera espantando a los pajarracos de la mala onda, como si los problemas no existieran...

El tripaje reclamaba algo de combustible cuando la tarde llegaba a su fin. Me enteré mientras marcaba la tarjeta de salida, que alguien había autorizado mis horas extras. Otra vez me había quedado trabajando solo.

Mientras caminaba de regreso a la cucha, el sol ya se había escondido en la cordillera dejando apenas un rojizo resplandor, suficiente para que la imagen de lejanos picos nevados se quedara hasta hoy, prendida en algún rincón de mi memoria.

Cuando ingresé a la habitación lo encontré sentado en la catrera, mateando.

- Ya cerró el boliche y te quedaste sin cena, acá no esperan a nadie -

Lo dijo mientras me alcanzaba un amargo. Lo acepté casi sin chamuyo, realmente no me sentía inclinado a la conversación, es más, ni siquiera me lavé las manos y, menos aún, acercarme a la ducha. Apenas las palabras necesarias para agradecer la cebada y al ratito nomás, ya estaba durmiendo: era evidente que me había desacostumbrado al trabajo físico.

Esa "nueva" vida, sin embargo, no estaba tan mal...

ergo

Texto agregado el 08-02-2006, y leído por 404 visitantes. (19 votos)


Lectores Opinan
04-10-2008 Más ********** avefenixazul
22-01-2008 es toda una experiencia auripo
20-09-2007 Su relato es tan preciso y claro que permite al lector "estar ahí". Lamento que el protagonista tuviera que armar sus propios cigarrillos y lo peor que no tuviera para pagarse el almuerzo, me pone triste. ***** PeggyMen
12-01-2007 el hambre de un obrero nunca es importante... Selkis
26-02-2006 Te sigo...te sigo... artriego
20-02-2006 "los administrativos de obra suelen ocuparse primero de lo importante, y el hambre de un obrero nunca lo es." Voy siguiendo esta novela, a ver con qué me encuentro al final del recorrido. Saludos, che! Sandi
19-02-2006 He leído, apenas unos 30 minutos antes, un cuento en el que se relata una serie de hechos, no sé qué lo hace diferente de éstos, aquí encuentro chispa, agilidad, tal vez el tema, por ser social, me gusta. PatriciaDU
10-02-2006 Parece como que nos adentramos en el plato fuerte, el del yugo, las novatadas, lo digo por lo de la "nueva" vida. azulada
10-02-2006 muy bueno relata muy bien sus vivencias elidaros
10-02-2006 "A ver vos! ¿Sabés algo de mecánica?" Si es así, lo alternas muy bien con la literatura. 5* para tus novelados recuerdos. vicentepaz
09-02-2006 Observo que hizo la pequeña corrección. Por cierto, el párrafo que copiaré textualmente, funciona como un elemento demarcador de su idea primaria (referente a su vida mientras estuvo trabajando en una cuadrilla.). Pero este párrafo, es simplemente, narrativo-descriptivo y producto de su estado interno actual y no del de la historia. Lo considero también un desahogo lírico estético: "Mientras caminaba de regreso a la cucha, el sol ya se había escondido en la cordillera dejando apenas un rojizo resplandor, suficiente para que la imagen de lejanos picos nevados se quedara hasta hoy, prendida en algún rincón de mi memoria". Me sorprende sobremanera. sorgalim
09-02-2006 La primera regla siempre es en los campamentos "Agachar el lomo y no juntarse con los delegados la segunda. Algo conozco también. castillo
09-02-2006 felictaciones, muy muy bueno.***** nahir62
08-02-2006 Me encantan estos relatos serios, aunque entretenidos, que dejan algo al lector porque algo traen. No todo es producto de la imaginación, la base tiene que ser sólida y sustentada en raíces de vivencias. Luego, ya la manera de novelar, lleva implicito el SELLO del autor, su particular estilo, que es lo que le da relevancia. Por favor corrija aquí la falla de la transcripción: "Esa tarde, cuando la cuadrilla (vovía) de almorzar". ***** sorgalim
08-02-2006 Bien... muy bien... mcrist
08-02-2006 son muy buenos los tres capitulos, es verdad, ya no se paga lo que se sabe, pero el trabajo fisico tambien es honorable, si es honrado zick
08-02-2006 Me leí los tres capítulos. Parecido, parecido, 1966, tucuman, conozco de obradores, vida en campamento, mirá vos. También conocí lo que es estar sin trabajo, medio paria con familia y todo. Mirá vos, ALICURA, que te parece si hacemos una novela con YACIRETA; Tendría por lo menos mil capítulos. Muy bueno, espero las aventuras en ALICURA. Mis 5* alfeiran22
08-02-2006 Leí este capítulo y me encantó, me fijo ahora si hay alguno anterior. Besitos y estrellas. Magda gmmagdalena
08-02-2006 Hermoso estilo. Ya armaste las tablas y abriste el telón... que empiece la función!!!! ***** Ulrica
08-02-2006 escoba nueva barre bien ERGO! me gusta mucho esta nueva onda tuya felicitaciones caballero*****el baile de disfraces esta por empezar dale! monica-escritora-erotica
 
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