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Inicio / Cuenteros Locales / munda / OCHO CERDITOS Y UN MACHO

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La primera noche que llovió, Clemencia y Petita se levantaron asustadas a buscar lavacaras, ollas y cualquier perol para recoger el agua, que incesante caía por las goteras del viejo techo de cinc. El reloj marcaba las 12:34, de una noche calurosa de febrero.
-¡Se nos vino El Niño!, exclamó Holgario, sentándose sobre la cama de lata que chirriaba acompañando a los bichos que poco a poco fueron ahogando su serenata en el pertinaz aguacero. Clemencia se acercó al hueco en la pared, que hacía las veces de ventana, movió la cortina mojada e intentó mirar hacia el corral de los chanchos. Era imposible, el cielo se estaba cayendo alrededor de su casita de caña.

Desde la cama Holgario gritaba, que había que hacer algo para salvar a los chanchos. Petita, empapada hasta los calzones, corrió a revisar a los cuatro chiquillos que dormían apretujados sobre los petates. Empezaron a despertar de uno en uno con el alboroto de Petita, los gritos de Holgario y el estruendo que provocaba la lluvia sobre el cinc. El bebé desde la hamaca lloraba inconsolable, hasta que Clementina, la mayor de los hermanitos lo cargó en los brazos para que se calmara.

-¡Lo único que nos falta es que nos quedemos sin luz!, dijo Holgario muy preocupado desde la cama. El mal presagio del hombre se hizo realidad., el pueblo se quedó en tinieblas. La abuela después de tranquilizar a los niños asustados por la oscuridad, corrió a buscar las velas en el baúl de madera que estaba debajo de la cama de Holgario.

El río rugía impetuoso, estaba creciendo con el aguacero y parecía querer devorar todo a su paso. Los niños chillaban de terror, el cinc no paraba su ritmo metálico y mojado, ayudando en nada a calmar los ánimos. Mientras tanto Clemencia había bajado por la escalera enclenque de madera y caña, tenía que salvar a los chanchos, especialmente a la “Grandota”, que estaba recién parida, ocho cerditos para venderlos en Guayaquil, ocho bocas que alimentar en su familia. Uno por uno los sacó del chiquero y los fue llevando arriba, los niños armaron un alboroto en las tinieblas, cargando como muñecas a los chanchitos. A la luz de las velas se formaban en la pared unas sombras extrañas de la aleación de los niños y los cerditos.

Petita con sus achaques de reuma, bajó para ayudar a su hija a clavar unas cañas bajo la casa, improvisando así un corral para los cerdos adultos. La lluvia no tenía compasión y seguía llenando el río que amenazaba con llevarse el pueblo entero.

A Holgario le dio por carajear a los niños que no le dejaban dormir y llamaba a gritos a su mujer para que los controle. Clementina y Julio, los hijos mayores, tanteaban los recipientes y cuando sentían que estaban llenos, los vaciaban por el hueco – ventana y los ubicaban otra vez en sus respectivas goteras. Las dos mujeres, tarea cumplida, subieron para intentar calmar a los niños que no querían acostarse por la novelería de los cerditos. Era imposible bajar a los ocho animalitos y dejarlos junto a su madre y a los otros cerdos grandes que ya estaban apretados en el corralillo. Seguramente los aplastarían y amanecerían muertos. Clemencia se ocupó de los niños, la abuela secó a los cerditos y los acurrucó entre las patas del fogón.

Después de maldecir al gobierno por las lluvias y los precios elevados, Holgario se quedó dormido y con sus ronquidos arrulló a los cerditos que empezaban a calentarse.

Madre e hija se secaron, cambiaron de ropa y en las tinieblas sentadas en sus petates, acompañadas de una agüita de canela, muy convencidas, conversaron acerca de la importancia de tener a un hombre en casa.




18 de octubre 1998

Texto agregado el 08-02-2006, y leído por 678 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
20-10-2009 la lirica me gusta pero el condimento feminista me deja un sabor agridulce. es como una naranjada que sabe a limon pero parece de tamarindo jajaja tapiniado
04-03-2009 Esta chevere este cuento, gitanilla. Escribe uno sobre algun ebrio escuchando musica de Olimpo Cardenas/Julio Jaramillo en una cantina en La LIbertad aisyak
28-11-2006 Un cuento sublime Munda! Te lo compro jajaja. Es un triste y certero reflejo de las desgracias que asolan a los pobres del mundo!Siempre los pobres...***** josef
10-11-2006 De Holgarios y Holgarias esta repleto el mundo... aukisa
14-02-2006 Jajaajaja fiel reflejo de la realidad. Muy bien! santacannabis
 
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