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La Calle.
No veo a nadie a mí alrededor, la calle esta sola. Ni perros se ven. La neblina le da un toque poético al asunto. Me veo caminado sólo por la calle con un poco de frío.
La calle se alarga a medida que me acerco al final. No puedo detenerme, simplemente por que no quiero. Y si lo hago puede que se me pase el tren. ¿Cuál tren?, ¿El de la vida?, ¿El que me llevara a la armonía?. Preguntas que no conducen a nada, cuando nadie las pide aparecen en la mente del ser, recordándote que eres un ente pensante y que nunca podrás despejarte, desvestirte, desligarte de la duda, aunque pequeña sea, aunque estúpida suene para los oídos de los incautos, siempre te acompañara una interrogante, hasta el momento de la muerte.
Tengo el diablo en el hígado y esa es una afirmación. Vomito en la orilla de un árbol, el cual esta calvo, su pelo me sirve para tapar aquel viscoso liquido que mi estomago no ha podido digerir. Mi camisa queda manchada, pero no me importa
Hace un par de horas, cuando estaba en otra calle, rebosante de gente, de historias, gente con historias e historias de gente, la recordé fatalmente. Me refiero, lo de fatal, en términos metafóricos, porque nadie ha muerto aún. El punto es que, tal como en otras ocasiones, me fui, me escape, huí con mis pensamientos y ahora estoy en otra calle, en otro cine, la película en que actúo es de cine mudo, porque el silencio reina y con su siempre exagerado sonido cuenta mí historia.
Miro las ventanas de los departamentos que rodean y fortalecen la calle. La gente duerme, vive hay. Tal vez lloran, tal vez ríen, o, en aquella ventana de cortinas rojas, una pareja de amantes ofrece un sacrificio Venus.
La calle no termina, se entremezcla con otra formando un crucé con cuatro esquinas. Un disco pare ordena la situación, pero fue puesto hay por un hombre, mandado por otro hombre... su cuerpo de metal no lo condujo a cumplir tan selecta misión. Me gustaría ser un disco pare. Largo, negro, frío, estoico. Me apoyo en él, es mí amigo, lo miro y recordare siempre su compañía. Como El Principito y el zorro, yo domestique este disco pare.
La calle, el cemento, la cuneta, algunos ríos de alquitrán... y luces, dos luces paralelas aparecen a lo lejos, voy hacia ellas, se agrandan, brillan, luego se apagan, todo se apaga.

Texto agregado el 24-11-2003, y leído por 218 visitantes. (0 votos)


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