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[C:18096]
















Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.


















Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.























Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.


















Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.


















Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.























Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.























Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.























Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.























Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.























Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.

































Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.























Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.























Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.























Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.























Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.


















Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.





















Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.


















Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.























Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.























Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.























Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.























Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.


















Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.























Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.























Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.
"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.



















"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"
Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.















" IRAILA."
(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.























Julio Campos Ávila


TRILOGÍA.
( Ballet Juvenil universitario. Dirección: Hilda Riveros
Coreografías de: Beatriz Alcalde- Jorge Olea- Verónica Varas- Hilda Riveros).

Septiembre-2003




"BRISA PERENNE"
La marea subió como la espuma
Desatando los ojos de la noche,
Abriendo los caminos del abismo,
Descubriendo la blancura de su origen.
Es por eso que allí estaban los brazos
Semejando a un centenar de peces ciegos
Y en su incesante remolino de luces verticales,
La primavera se llenaba de mi asombro.
Es la brisa perenne que puede abrir las selvas,
Despertando habitantes vegetales,
Desenterrando los llantos de la aurora,
Creando de nuevo un continente
Donde los abismos existentes
Sólo son raíces de otras sensaciones.
Y es la música, su brisa, su marea,
La que enciende el tiempo con sus rayos,
La que brota del aire y de sus lágrimas,
Como el ramaje blanco de este bosque
Creado para vivir sin exterminio.

"BARTOKADA"

Puede el fuego brotar desde la tierra
Amarrando las estrellas a su cola de plata.
Puede también explorar todos los ojos
Donde aparecen las lágrimas de barro
Y edificar asombro o barrer con sus flamas
El milagro que viene a orillarse en tu aliento,
Como si fuese la última habitante del mundo
Que crearon tus manos diminutas,
Como si fueras de hierro o de madera.
Y pudieras inaugurar la luz
Estableciendo sus ondas de ternura
A través de los sones que te hablan
De las tierras mágicas del sueño.
No hay milagro mayor que estas voces
Que levantan sus pequeñas banderas
A través de las sombras iracundas,
Por encima de orillas con espumas,
Con aves que regresan de los nombres perdidos.
Navegando allí, muy cerca de nosotros,
Como si de pronto fuéramos el puerto.

"SOBRE LA PIEL"

El tambor es el signo de la sangre,
El lenguaje que tiene el equinoccio.
Es el código terrestre, la aventura,
La conjunción de todos los caminos,
El encuentro de la flor, la mariposa.
La altitud de los vuelos sin sus sombras.
Es el mismo meridiano con horarios distintos.
Es también el abismo con sus bocas de fuego,
Con igual vocabulario que la noche,
Con los rostros que no se reconocen,
Igual que si fueran insectos muy extraños.
Fieras de una selva que no tiene caminos,
Con raíces que crecen sin descanso
Por los cuatro puntos cardinales.
De cualquier modo, todo es una lucha.
Una guerra que se gana y que se pierde,
Aunque los nombres ya no tengan memoria.

"DESPUES DEL DÍA"

Después del día subsiste la esperanza.
Es la pequeña lámpara de rojo.
Es el llamado que viene del mar.
Es lo que brota del día y de la noche.
Lo que tiñe todos los recuerdos,
Lo que vuelve a nacer entre la sombra,
Lo que se quema entre la luz
Y su resplandor amenaza con inundar las canciones.
Pero por encima de todos los abismos,
Sobresale la fuerza, siempre se quedan con nosotros
Pequeñas gotas de esperanza,
Que se vuelven a erguir entre los ojos,
Que identifican el rumor del combate,
El rechinar de la fuerza que tuerce, que desvía.
Es el rojo que inunda
Como si fuera lava de un volcán desorbitado.
Es el rojo que se quedó en las lágrimas
Como un pequeño pañuelo sin alas.

Es la paloma de negro que vuela desde abajo
Y se alza hacia la altura.
Es rojo y es negro como un grito,
Como una llamarada,
Como un canto que no cesa nunca.

" IRAILA."

(Para Hilda y Fernando)
No fue un sueño desorbitado, sin piel y sin ojos.
No tenía este sueño las manos amarradas aunque le cubrieran la boca,
Aunque taparan sus cuatro puntos cardinales
Y salieran a flotar por encima de la tierra como una bruma enloquecida.
Se notaba que aquí también hubo esperanza.
Todo quedó escrito en la memoria.
No necesitamos llorar nuevamente.
Ya se vertieron suficientes lágrimas.
Ya se volcaron demasiadas angustias.
Ya se cerraron o desaparecieron muchos ojos.
Se nota que allí también hubo esperanza
Y que entre las enormes tormentas
Siempre hubo un pequeño latido por esta esperanza.
Por eso la caída fue más metálica.
Por eso es que la muerte duró tanto.
Por eso nos quedamos todos esperando
Que nos vinieran a contar con movimientos
Que nunca nos perdimos del camino
Y nos trajeran esta música melancólica
Porque era necesario,
Porque teníamos que alzar nuevamente los brazos
Logrando la confianza de que tanto dolor, miedo y angustia
No volviera nunca a repetirse.






























Texto agregado el 24-11-2003, y leído por 140 visitantes. (0 votos)


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