Escapa de mi mente, y huye lejos, más allá de donde mis recuerdos tuyos no puedan alcanzarte ya, donde los papeles amarillos no me sepan a tu nombre, para que deje de pensar que alguna vez fuiste el ser más significativo en esta insignificante vida, ahora sin ti.

Vuela, como haces siempre lejos y cambia de horizonte, para que mis dedos no te alcancen ni con letras, y mi voz no te toque ni entre sueños astrales, porque mi mente no deja de buscarte a todas horas, y mi cuerpo no entiende el porqué me haces tanta falta ya y desde hace tanto.

¿Podrás vos hacerme ese favor? Desaparece por completo de mis noches iluminadas por ese recuerdo que furtivo no me permite alcanzarle para ahogarlo por completo, y no puedo ya seguir esperando tu regreso, porque un sólo sí, bastaría para que dejara todo y me quedara contigo para siempre, pero siempre es demasiado y no sé si puedas aguardar por mí.

¿Podés o puedes? No importa como suene, importa como sabe, me importa cómo duele no poder nunca dejarte, mis labios ya no saben más a ti, mi ropa ya no tiene tu aroma y mis manos ya no huelen más a ti, a tu cuerpo agonizante de placer y de locura cuando estabas en mi cuerpo incrustada como jade en el marfíl.

Dame una semana o un día para no pensarte, para no dolerme en las venas hinchadas de nombrarte, de sentirte a flor de piel en ésta piel que se marchita sin tocarte, porque fuiste mi alimento sustancial, y te aborrecí por ello ¿sabes? Pero te amo demasiado como para poder realmente odiarte, y eso lo sabes tú, mejor que yo.