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La estatuilla.


La verdad no creo que al despertar reaccione; tarde un par de minutos en darme cuenta de lo sucedido. Aun con el pelo desmoronado y con olor a aniz viejo en mi boca, me detuve frente a la estatuilla de marmol que con tanto sigilio guardaban mis padres frente al altar del Niño Dios, la tome entre mis brazos, y de un disparo salí corriendo hacia mi dormitorio otra vez. La suerte no me duraria mas de unos segundos, hasta que escuche los pasos silenciosos de Aminta, una vieja amargada que nos cuidaba a Roberto y a mi por las mañanas. Grito desesperadamente mi nombre, pidiendome que saliera rapido de la casa; pero no respondi; a puntillas, me conduci hasta la pared cercana a la puerta, por si ella abria la puerta no lograria verme.

Callado y escuchando los latidos de mi corazón como si fueran bombas de cañones piratas; me quede junto a la pared hasta que los amargos gritos cesaron. Volvi a mi cama con la estatuilla aun en mis manos, la mire fijamente a los ojos como tantas veces ella me habia visto a mi por las noches cuando me dirigia al baño.

- Y ahora que? – le pregunte- ya no tenes nada que decir ah, pendeja?

Pero aunque le gritara, la estupida estatuilla no me respondia. Opte por ponerle una almohada en la cara para asfixiarla, pero tampoco sucedia nada. La golpeé pero creo que me dolio mas a mi que a ella. Tome uno de mis bates de baseball, pero pense que seria darle muerte demasiado rapido y tenia sed de tortura, tenia que sufrir todas las humillaciones que yo sufri por orinarme en el pasillo; y esque no me orinaba en el pasillo poque ya no aguantaba las ganas, me orinaba del miedo al ver a los ojos a esta estatuilla, que ahora tengo en mis manos.

- Sabes que? –insisti en hablarle- te voy a sacar los ojos y te los voy a meter en la nariz para que te ahogues, y te chingue el dolor.

Y asi hice, tome uno de los cortapapeles y sadicamente le saque los ojos; por mi mente pasaba imaginariamente mucha sangre en mis manos y en el rostro de la estatuilla, quien estaba llorando de dolor y pidiendo perdon como un violador violado. Sin mas pensar, puse uno de mis lapiceros mas metalicos en su boca, y de un golpe con uno de mis juguetes, le abri un hoyo para poder meterle algodon, y asi que tampoco respirara por la boca. Luego la hora final, tome los ojos los puse cada uno en las fosas nasales y las aprete hasta el fondo, terminando el trabajo con mas algodon para estar seguro de que no respiraria.

Cuando estaba seguro de su muerte, me levante victorioso tome la estatuilla por sus hombros y me dirigiria hasta la puerta de salida de la cocina, y asi arrojarla en el basurero. Hubiera cumplido con mi labor de no haber sido que, nuevamente, otro temblor sacudio la casa, justo en el momento en el que yo bajaba las escaleras; cayendo bullisiosamente hasta la planta baja, al intentar levantarme, un dolor calcinante dentro de mi pecho no me lo permitio –Dios!! Me rompi las costillas- replique antes de darme cuenta, que la estupida de la estatuilla habia penetrado mi pecho hasta salir por mi espalda.

- Pobre, murió intentando salvar la estatuilla; me imagino que le traia buenos recuerdos –rezo Aminta.

©Copy Rigths.

Texto agregado el 26-11-2003, y leído por 158 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
26-11-2003 Interesante y con un final inesperado. Me gusto. Dammar
 
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