De pronto en mi habitación aparecieron aves de colores y sin plumas en sus alas, no sería tan extraño si en vez de pico hayan tenido cornetas de cumpleaños y en vez de piar entonaran una canción de Elvis Presley, tras ella bailaban dos sirenas aladas jugando alrededor de una tabla de ludo, en donde Sancho y el Quijote montados en una Harley Davidson estaban peleando con dos gigantes, uno se parecía a Jean-Claude Van Damme y el otro a Schwarzenegger. Como cascadas caían de las paredes chocolate con galletas de vainilla mientras en una esquina hello kitty jugaba al strip poker con winnie de pooh y en el techo, alrededor de la ampolleta, mariposas negras con gorros chilotes gritaban al unísono “el costillar es mío, me lo quieren quitar”… huí de la escena mirando por la ventana y descubrí que dos ballenas, una naranja y otra con la bandera inglesa puesta de capa, jugaban a la escondida tras los edificios que estaban hechos de papel maché y palos de helados; las calles estaban volteadas y los autos tenían las ruedas en el techo, los basureros estaban dentro de la basura y Mickey Mouse dirigía el transito sobre un trozo de sandía, los semáforos tenías cinco colores y hacían zancadillas a los motociclistas desprevenidos, cuatro vacas rosadas con machas verdes estaban haciendo un asado y sazonando con pimienta al ministro del interior mientras dos lechugas vertían aceite en trozos de piernas humanas y más allá tres peces con tatuajes, llevaban su pecera al hombro mientras fumaban habanos cubanos escoltados por una banda que no tenía ni tambores ni cornetas... No aguanté más y planté un grito desesperado:

¡¡Mamá!!... ¡¿estás segura que era aspirina lo que me diste?!