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Creo que he nacido para escribir y eso conlleva inevitablemente a asumir una responsabilidad: la de contar como el barrio “La Bolsa” trasciende el tiempo desde las anécdotas. No es un barrio común (nunca lo fue) pero, si algo afianzaba esa diferencia, era que sus personajes siempre tenían algo que decir.
Miguel Ángel Mercaich (Chupete) era de los más vivos en el barrio o al menos eso él creía. Nunca dejaba pasar l oportunidad de cargar a alguien. Reírse de los demás y hacer reír a otros era su mayor virtud (aún hoy). Como solemos decir por estos pagos: “no hay que dejársela picando”.
Pescador, amante del río y de las islas, transcurría su vida entre lo que pescaba, una botella de “Aperitivo Marcela” y lo que recaudaba para mantener a su familia.
En “La Vuelta del Suizo”, lugar cercano al arroyo “Las Sandías” y al camping del túnel subfluvial “Hernandarias” (hoy Silvestre-Begnis) estaba Don Manuel, hombre entrado en años pero con una educación que sorprendía a más de uno que se acercaba a disfrutar de un momento de pesca.
Sentado sobre la “Qué te importa” (su canoa) armaba algunas brazoladas para su espinel. Aún no salía del asombro que le producía saber que un hermano que nunca llegó a conocer había tenido conocimiento de su existencia y, ante la inminencia de su muerte, decidió dejarle una gran suma de dinero. Obviamente esta inundó toda la costa a tal punto que muchos que antes ni se acercaban a tomar unos mates, se mostraban muy interesados en su amistad.
Don Manuel siente el ruido característico de un motorcito Villa. No había duda, quien se acercaba era Chupete, su amigo y compañero de andanzas. Existía un gran respeto entre los dos. Nunca Chupete se había atrevido a jugarle una broma, si bien el viejo era zorro y disfrutaba mucho de las vivezas de su amigo aunque a veces no compartía sus métodos.
Chupete lo ve de lejos y, recordando que el viejo iba a recibir una gran suma de dinero, piensa en hacerle una broma. Don Manuel lo primerea y le dice:
- ¡Tempranito vos! No me digas que anduviste de pata´ebolsa por acá?
- ¡Nooo viejito! Anduve como usted cuando era pobre...
- ¿Ah si? Cuando yo era pobre, era puto.
Chupete hubiera querido que en ese momento el Río Paraná fuera el Mar Rojo. Lamentablemente este no se abrió y quedó por siempre la enseñanza: uno es vivo hasta que aparece otro más vivo que uno.

Texto agregado el 26-02-2006, y leído por 215 visitantes. (0 votos)


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