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Inicio / Cuenteros Locales / faristomenes / La simplisidad de atarse los zapatos (o armonía 1)

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Andrés agradeció que la puerta estuviera abierta, jadeando le pidió disculpas a la profesora de costos y visualizo un lugar donde sentarse. Solo vio un asiento en la primera fila, cara a cara con el pizarrón y con la humanidad de su profesora.
No lograba concentrase, no podía asimilar que estaba en una sala de clases, abrió su cuaderno en una pagina en blanco y en el mismo instante que se ponía a dibujar figuras extrañas y simbologías inexistentes, su mente desechaba por completo la idea de atender a lo que explicaba, penso en que Daniela le prestaría los apuntes y que además le explicaría lo que podía no entender de la materia, Daniela era muy buena con él, eran buenos amigos, junto a Cristian y Mónica habían creado un equipo de estudios que el año pasado había traído un gran éxito, pero Daniela era su amiga más cercana en la U. Tenia la seguridad plena en que no le gustaba y por lo mismo encontraba esa amistad como su primera relación intersexual que no mezclaba sentimientos y/o instintos.
Un gran ajetreo lo motivo a levantar su vista a la puerta abierta de par en par.
Analógicamente a una televisión, sólo podía ver 1.15 metros de ancho por 2,05 de alto de los acontecimientos, gritos y risas que provocaban los alumnos de otra carrera, que no supo definir a pesar de ubicar a gente que había visto antes en la U. Supuso que ya era hora de salir de clases, miro el reloj y efectivamente lo era, pero la profesora seguía hablando y ella no iba a tolerar que alguien llegara tarde y se retirara antes
Cuando ya todo bullicio bajo por las escaleras, observó la banca roja del pasillo, penso que hace unos segundos esa banca estaba llena de gente y ahora estaba sola, en todos los pisos del edificio habían de esas bancas rojas. Una mujer de lento caminar se sentó en la banca, miró al suelo y comenzó a atarse los zapatos, con una tranquilidad y relajación, que Andrés nunca antes había visto en Santiago. La señorita tenia pelo negro, una belleza extraña, pensó de inmediato que era italiana, o descendiente, porque lo intuyo, por las facciones de cara. Ya se había ido cuando la profesora dio por finalizada la clase, salió corriendo al pasillo, pero ella no estaba, bajo las escaleras con rapidez, casi se cae dos veces, pero en el segundo piso tampoco estaba. Como apretando un icono para abrir otra ventana o links, Andrés prosiguió en su búsqueda, hasta llegar a la calle, pasando por el casino y la entrada principal. La señorita de la simplicidad en los zapatos había desaparecido, pero Andrés necesitaba verla.
Más intranquilo que desilusionado por no haberla encontrado subió de nuevo y se dirigió a la sala donde ella había tenido clases. Estaba el conserje haciendo el aseo, le pregunto quien carrera había estado aquí antes, pero no supo contestarle, miro entonces el pizarrón y de inmediato se dio cuenta que aquella chica estudiaba periodismo.

Texto agregado el 28-11-2003, y leído por 260 visitantes. (0 votos)


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