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Continuación



Dani estaba en guardia sobre el de la sonrisa de anuncio, pero vio a su hermano tan contento hablando con él que no quiso desencantarlo. Lo haría más tarde en el hotel. A fin de cuentas no volverían a verlo después de que les llevasen.

El viaje pasó bastante rápido. La mayor parte del tiempo Dani fue mirando por la ventanilla del coche embebido en sus pensamientos, mientras que Pedro continuó de cháchara con Héctor. Que si el Boca, que si el River, que si Florentino y el Real Madrid…


Sin darse cuenta, Dani estaba canturreando una canción mientras recorrían grandes avenidas inundadas de coches, jalonadas por edificios decimonónicos.
Buenos Aires les daba la bienvenida con una agradable temperatura y el sol de la mañana daba forma a las calles con un contraluz difuso.

Llegados al hotel se despidieron no sin darles Héctor una tarjeta por si le necesitaban durante su estancia.

-- ¡Por fin un lugar tranquilo! – Voceó Dani dentro ya de su habitación.
-- ¡Mi Buenos Aireeeeeees Queridooooooooooooo!—Vociferó Pedro.

Sus cuerpos pedían ducha reparadora, después de tan largo viaje. Deshicieron parte del equipaje y dejaron otros bolsos preparados para hacer viajes cortos.

Sonó el timbre de la puerta y se miraron sorprendidos.

-- ¿Has pedido algo, Pedro?
-- No, nada. Voy a ver.

Ante la puerta dos muchachas vestidas informalmente le dan las buenas tardes.

-- ¿Son ustedes Pedro y Dani?
-- Si ¿y vosotras?
-- Yo soy Leo y ella Cris. – Dijo la que parecía más joven. – Desde la gerencia del hotel nos han llamado para venir a visitarlos, hacerles compañía y ser el recibimiento más dulce que pueda ofrecerles esta ciudad.—Enmarcó con una sonrisa angelical.

-- Bueno… Pero… No sé…
-- ¿Pasa algo, Pedro?- Se oyó la voz de Dani.
-- Entrad y os presento a mi hermano.


Le siguieron hasta el pequeño living y les hizo esperar.

Cerró la puerta tras él y, con los ojos como platos y una sonrisa que alumbraba su cara… -- Son dos tías que nos manda la gerencia del hotel, que están para mojar pan y no acabar, con el encomiable interés de hacernos el primer día en Buenos Aires los hombres más felices.

--Pero, cómo se lo montan en lo turístico. ¡Genial, tío! Espero que no se espanten al verme. —Esta última frase oscureció su expresión levemente.

Salieron ambos a saludarlas. Las dos miraron a Dani controlando una expresión de sorpresa y comenzó una animada charla ya en la habitación de este.

Pedro pidió a Recepción unas cervezas y aperitivos.

Entre risas y chascarrillos, cervezas y anécdotas, transcurrieron las dos primeras horas. Pedro pasó a su habitación con la excusa de buscar algo en una maleta y Cris le siguió.
Dani quedó contándole a Leo su primera experiencia en la playa de Cullera.

Leo disimulaba cuanto podía, con su cálida sonrisa, el efecto devastador que la imagen del hermano pequeño había producido en ella. En ocasiones perdió el hilo de la conversación observando sus piernas o sus manos retorcidas.

Él hablaba y contemplaba aquel ángel caído del cielo.



Continuará

Texto agregado el 04-03-2006, y leído por 258 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
25-03-2006 sigo***** lagunita
23-03-2006 no se porque creo que me voy a quedar a medias***** eslavida
14-03-2006 "...y el sol de la mañana daba forma a las calles con un contraluz difuso." Sí, difuso y lamentable, lo digo por la actitud de la chica, Leo, creo que se llama, la que hace ascos a las manos retorcidas y no sabe mirar profundamente. azulada
09-03-2006 Voy a la parte 5. De momento muy bien. Un saludo de SOL-O-LUNA
07-03-2006 sigo... anemona
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