Se me hace largo el camino si no voy con alguien, pero de esa otra manera no viviría tranquila. No viviría, y punto. Las cosas como son: a veces una detesta tener a alguien a su lado. No me estoy refiriendo a un compañero sentimental, aunque reconozco que es en esa situación donde más veces se tienen dudas. Me refiero al acompañamiento en general.

¿Cuántas veces hemos pensado eso de "tengo ganas de tomarme unas vacaciones en una isla desierta"? Muchas. Y la verdad es que es comprensible. Pero veamos el por qué ese deseo de aislamiento, y lo cierto es que para descubrir la causa bastan dos preguntas: ¿es porque no estamos bien en el entorno físico en el que vivimos? o, de otra manera, ¿es que estamos hastiados de la gente que nos rodea? Correcto. Es por la gente.

Las personas somos capaces de destruir toda una serie de cosas, incluyendo la paciencia de los que las rodean. Por cuestiones absurdas ligadas inevitablemente a su condición de humanas linchan una amistad de años de evolución, hablan mal de alguien desconocido, atentan contra su propia voluntad. "Cosas que pasan" o "lo siento" suelen ser las disculpas más frecuentes para justificar semejantes actuaciones. "No importa, no pasa nada". Respondemos los demás. Pero lo cierto es que si importa, y si que pasa mucho. Sin embargo nos lo callamos, y la corrosión comienza a hacerse mayor interiormente cada día que pasa, hasta que llega el momento del aburrimiento, cansancio, hastío. Llámenlo como quieran. Entonces, es en este instante cuando hace su ruidosa aparición la frasecita "vacaciones en isla desierta". Y digo ruidosa porque la verdad es que suele presentarse de forma que todo tu estado de ánimo se revuelve.

Y yo me pregunto: ¿por qué, sin tan hartos estamos de aguantar payasadas de los demás, necesitamos constantemente a las personas en nuestra vida? Porque las personas son las que nos demuestran día a día que existimos. Ciertamente, señores y señoras, si no nos rodeáramos de esos miles de amigos que decimos tener, o de nuestra queridísima familia, o incluso de desconocidos, ¿cuál sería el espejito mágico que nos dijera si seguimos vivos o no?

Así que la próxima vez que vayan a decir la frasecita, una de dos: o bien la reprimen sabiendo que se estarían engañando a ustedes mismos, o bien la sueltan, se desahogan y después se ríen abiertamente. Esta última es mi opción.