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Puccca cielo, nosotros no llevamos aun una década pero llegaremos.

Comencé a darme cuenta de que algo pasaba, un invierno hace ya seis años


Solíamos reunirnos las madres, a la salida del colegio con los niños en la plaza, para darles la merienda, al tiempo que jugaban un poco con los compañeros. No se como ocurría, pero mi hijo siempre salía encontrándose mal. Yo solía llevar un zumo y un bocadillo para su merienda, entonces me decía: Me encuentro mal, tengo sed. Le daba a tomar el zumo, y antes de llegar a la primera esquina ya se le había pasado. No sabía a que podría ser debido.

Notaba que últimamente bebía mucha agua, y que al cogerle de las manos estas se encontraban resecas.

Pasaron algunos días, su estado no mejoraba. Una noche se levanto llorando, había mojado la cama y eso si que no era una cosa normal, no le había ocurrido nunca. Era un sábado, y para que se le olvidara un poco, quisimos llevarlo a una zona especial de juegos que le encantaba. Cuando no estábamos mas que cinco minutos me dijo: Mama quiero irme a casa, esto me aburre, creo que soy ya mayor para estos juegos, en su inocencia sabia que pasaba algo.

Nos fuimos a casa. Por el camino le daba vueltas a la cabeza. No quería darme cuenta de algo que me estaba rondando. No quería asumir que pudiera ocurrirle algo de eso a mi niño. En esos momentos pensé que el mismo lunes pediría cita con su pediatra, para poder salir de dudas. No llegué al lunes.

El domingo se levanto con dolor de tripa, diciendo que se encontraba mal. Tenia sudores fríos y las manos le temblaban. Ante tal situación decidimos llevarlo a urgencias. Yo me negaba saber lo que ya veía evidente. Mi mente decía en todo momento NO, NO, NO, pero el no se convirtió en un SI duro y rotundo.

Nada más llegar al centro de salud, explique los síntomas que había observado durante las dos últimas semanas. Bebía mucha agua, orinaba muchas veces, tenía sudores, le temblaban las manos, le dolía la tripa, y había adelgazado bastante en poco tiempo. El medico no perdió el tiempo y rápidamente saco un control de glucosas. Mi mente empezó entonces a saber que era cierto lo que temía.

El examen dio 520. No realizaron un segundo control. No era necesario.

Enseguida nos dieron la opción de llevarlo al hospital en una ambulancia. El se asusto, no quería ir, no hacia mas que repetir que le pincharían., le daban pánico la agujas.

Su padre empezó a ponerse nervioso porque el niño no atendía a razones. Yo quería llorar, pero no podía hacerlo delante de el para no asustarlo mas de lo que estaba. Decidí que hablaría primero con el y así se lo dije al medico. Lo llevaríamos nosotros al hospital.

Mande a su padre a casa para que informara a mis padres, mientras tanto me fui con el dando un pequeño paseo. A mitad de camino, en una placita nos sentamos en un banco. Lloraba, me repetía una y otra vez que no quería ir al hospital. Estuve hablando con el, intentando hacerle comprender, lo importante que era que le hicieran las pruebas necesarias para ponerse bien, que yo tampoco quería que esto pasara, por todos los medios lo tranquilice todo lo que pude.

Al igual que tú, Lorena, el también me pregunto si se iba a morir. Y al contrario que tu madre, yo si sabia lo que era esa enfermedad, y ya estaba intentando prepararme mentalmente para ello, aunque no lo conseguí hasta mucho después.

La estancia en el hospital te la puedes imaginar ya que la has vivido. Lo único que el quería era irse lo antes posible, y su medica con paciencia le explicaba todo lo que tenia que hacer para conseguirlo.

El primer día que me dieron una jeringuilla para que le pinchara me temblaba todo el cuerpo. Tenia miedo de hacerle daño, de no hacerlo bien, de que entrara aire, de que al mezclarlas no saliera correctamente, tenia miedo de todo, pero lo hice y el se acostumbro a que fuera yo quien le pinchara.

Para poder salir de allí tenía que pincharse el solo, eso costo mucho tiempo por su parte, y lagrimas a escondidas por la mía, pero se consiguió.

Han pasado seis años desde entonces y aun no me quiero acostumbrar a que esto es para siempre. Tiene sus momentos bajos como es normal, y entonces intento hacerle entender, que dentro de lo malo que le pasa hay cosas mucho peores, y que en definitiva hemos de conformarnos con lo que hay.

Lorena, desde aquí te quiero mandar un abrazo, muy fuerte y una tonelada de ánimos para ti y todas las personas que son como vosotros, y si, yo creo que tarde o temprano se encontrara una solución.

Es para ti puccca con mucho cariño y montones de besos

Texto agregado el 15-03-2006, y leído por 384 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
08-04-2006 Brillante y delicado trabajo dedicado. Felicidades a ambas. Un saludo de SOL-O-LUNA
26-03-2006 5* alfredo_risso
21-03-2006 sabes, es hermoso, lo impregnas de cariño, de sentimeintos, solo aveces y si podemos creer, solo falta un poco de fé, en lo que quieras sin tener que ser Dios... aria
18-03-2006 muy buen relato, mi padre era diabético y se inyectaba dos veces al dia, de todos modos hoy es menos la gente que necesita jeringuilla y se puede conseguir un estado bueno siguiendo la dieta. bien, al menos mi padre no tuvo nunca problemas con su diabetes. un abrazo! Soy_Naixem
18-03-2006 Un relato conmovedor. margarita-zamudio
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