Aprendí a amar a la vida gracias a que la odié. Por eso, por un día aunque sea, odia la vida. Enciérrate y melancolízate, odia a todo el mundo, escucha la música mas deprimente, llora, y regocíjate de sufrimiento. Luego contente media hora, espera, y reza. Habla con Dios, el te escucha, pídele clemencia, y dedícale las lágrimas que sean suficientes. Duerme. El siguiente día será diferente si tú te lo propones; sal a la calle, recorre toda tu ciudad, alégrate, ama a todo el mundo, escucha la música que te traiga los recuerdos mas bellos que conozcas, ríe, y retuércete de la risa. Ahora, espera y reza. Habla con Dios, el te escucha, agrádesele, y dedícale las lágrimas de felicidad que sean suficientes. Ahora ya sabrás amar la vida de vuelta… cuando ese sentimiento se consuma, repita los pasos por favor.

Rutina semanal obligatoria:

Lunes: Trabaje arduamente, y no se olvide de respirar.
Martes: Trabaje arduamente, y no se olvide de respirar.
Miércoles: Trabaje arduamente, y no se olvide de respirar.
Jueves: Trabaje arduamente, y no se olvide de respirar.
Viernes: Trabaje arduamente, y no se olvide de respirar.
Sábado: Viva la vida, diviértase y comparta un momento grato con sus allegados.
Domingo: Descanse y recuerde que respiro toda la semana.