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El espejo de Juli y otros relatos de amores infantiles.
Por: Juan más de mil preguntas.

Adaptación de un cuento de un autor colombiano (solo conserve los nombres de los personajes y la idea del regalo).


Richie le dice a Juliana: - Tengo algo para ti.
- Y qué es?
- Mira.
- Un espejo?
- Si, tú espejo.
- Y yo para que quiero ese espejo, Richie?
- Con ese espejo tú puedes mirar para atrás, Juli, hacia mi escritorio y yo, pues yo te puedo escribir y te puedo hacer dibujos, inclusive te puedo hacer reír con mi mejor mueca, y te puedo mandar besitos si quieres, y sin que la profe se de cuenta.
- Sin que la profe se de cuenta?
- Si solo nos daremos cuenta tú y yo, Juli.

Al otro día y desde ese día cada que Juliana quería saber de Richie cogía su espejo y lo enfocaba hacia atrás y Richie, que siempre estaba pendiente de lo que hacia Juliana, le sonreía. Es que Richie siempre le sonreía a Juliana desde la mañana que entro al entro al salón, justo el día en que a Richie le había fallado el truco del termómetro para hacer que su mama creyera que estaba enfermo, para no tener que ir al primer día de clase, para no tener que asumir que iba para segundo de primaria y que aun le quedaban otros un, dos tres, cuatro, no!! Más de cinco años de estudio; pero eso ya no importaba porque Juliana entro con sus grandes ojos negros al salón de clase del Colegio de la Asunción y dijo:- Hola me llamo Juliana… bla, bla, bla…palabras van palabras vienen…de repente Juliana miro a Richie lentamente, bueno así le parecía a Richie cuando se lo repetía una y mil veces en su cabeza, y murmuro tímidamente- Espero que podamos ser amigos.

Y Richie si que se tomo en serio eso de que fueran amigos, todos los días le llevaba cartas, le hacia avioncitos, la defendía de los demás compañeritos, le regalaba sus dulces, ni siquiera a Santi y a Mario sus mejores amigos les regalaba dulces. Pero la profe, la profe siempre regañaba a Richie, es que Richie andaba siempre tan distraído tratando de llamar la atención de Juliana que a la profe no le quedo más remedio que separar a Richie de Juliana, y Richie la veía tan lejos, es que antes estaban atrás, en la última fila y la profe no escuchaba los mil mundos y mil castillos que le pintaba Richie a Juliana, pero ahora Juliana estaba adelante y Richie, pues Richie tenia que hacer algo.

Richie desesperado…pasan las horas…Richie cuenta el número de veces exactas que la tiza golpea el tablero, y cada que la tiza golpea Richie mira a Juliana y la ve tan lejana…suena la campana, hora de salir a recreo. Richie sale desesperado, ya, ya casi va a alcanzar a Juliana cuando un reflejo, una luz amarillenta golpea su rostro y hiere sus ojos, Richie se cubre con su mano, oye risas, mira a Mario riéndose.
- Pero qué le pasa care pingüino!…Ya se, ya se. Mario préstame ese espejo.
- Richie pero como nos vas a quitar la diversión…care pingüino vos care pingüino!!!!!…
- Qué me prestes ese espejo, care pingüino!!!

Richie busca a Juliana le da el espejo, no sin antes explicarle su plan. Desde ese día y hasta esa tarde de Mayo justo en la última clase, literatura, quizás la única clase de cuarto de primaria que le gustaba a Richie, Juliana mira a Richie por su espejo.

Richie estaba muy concentrado haciéndole a Juliana una gran nota, con un dibujo de el hombre araña, el hombre araña lanzaba una telaraña por sus manos y en la telaraña decía: - Querez ser mi nobia. Su mama le había enseñado a Richie que lo mejor siempre se dejaba para el postre, y como a él le encantaban los postres acepto sin reparos esa filosofía. Estaba impaciente guardando su jugada final para la clase de literatura, un año, y un dos, tres, bueno muchos meses de espera solo para ese hombre araña, con esa gran telaraña que decía: - JULI: QUEREZ SER MI NOBIA!

Pero había algo que Richie no sabia, horas antes el gordo Yiyo, el torpe y gordo Yiyo, paso corriendo a toda prisa y tropezó con el escritorio de Juliana y el espejo, el espejo que él le había dado a Juliana para poder seguir sintiéndose cerquita de ella a pesar de que estaba tan lejos, se quebró.

Juliana entro a clase de literatura, la última clase después del descanso corto de la tarde, estaba ansiosa, cogió el espejo y de repente vio algo que le pareció el hombre araña en una gran telaraña sin forma, vio su nombre garabateado, después volvió a mirar y vio un ser con cuatro ojos, dos bocas, separadas la una de la otra, vio otra vez la telaraña sin forma pero allí no estaba su Richie sino ese monstruo, que lástima y ella que tenia tantas ganas de ver a Richie, que tenia tantas ganas de que él le pidiera que fuera su novia.

Richie supuso que Juliana lo estaba ignorando porque ya no quería ser su novia, Richie se sintió el ser más miserable del salón, del Colegio de la Asunción, del barrio, de su ciudad, se sintió más miserable que las hormigas que quemaba en el recreo con la lupa de aumento de su padre, sintió que ardía como esas hormigas sin posibilidad de escapar y cogió su mochila del hombre araña y corrió como nunca lo había hecho en su vida, corrió tanto Richie ese día, que todos los que lo vieron pensaron que cuando creciera seria un gran medallista olímpico, y bueno así fue en parte, porque Richie para olvidarse de Juliana se dedico a correr y entro al equipo de atletismo del colegio, y ella después del lamentable día en que Richie se había metamorfoseado en ese monstruo cuatro ojos, levanto uno, dos, acaso tres días el espejo para mirar atrás pero siempre veía el monstruo nunca ha Richie. Y a ella le daba miedo mirar para atrás porque no quería confirmar como todos sus presentimientos se hacían realidad, que Richie, su Richie siempre tan lindo con su sonrisa perfecta, se había convertido en un ser tan grotesco y feo.

Claro que ella veía a Richie en los recreos antes de que se fuera a correr a la pista de atletismo, lo veía corriendo por la calle, lo veía corriendo por todo el colegio, como un caballo desbocado, sin descanso, y él nunca se detenía, nunca se detenía ni siquiera para mirarla. Juliana lo miraba rápido pero le parecía tan normal, no veía en el cuatro ojos ni dos bocas, solo veía como el viento furioso azotaba el cabello de Richie, furioso porque un niño de cuarto grado de primaria lo andaba retando en competencia. Luego Juliana se acordaba de su mamá mirándose en el espejo después de un largo periodo de régimen-dieta diciendo:- Es que el espejo nunca miente. Y pensaba que Richie, su Richie en verdad era un monstruo. Que suerte, que suerte que halla podido ver su verdadero rostro, pensaba Juliana y se reconfortaba.

Y con el pasar de los años Juli creció y cuando ya pudo alcanzar el espejo del baño de su madre se dio cuenta de su grave error, ese espejo gigante en el que se podía ver todo, absolutamente todo el baño con sus más ocultos secretos, estaba quebrado en un borde y Juliana entendió por fin que Richie no había cambiado, que era ella la que había cambiado a Richie, que era ella, Juliana, la que había creído más en un espejo, en la imagen en un espejo que en Richie, en su Richie, que aun continua corriendo para olvidarla.


Texto agregado el 06-12-2003, y leído por 823 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
02-02-2004 Muy bueno tu relato, nos recuerda a nuestras primeras experiencias de los amores de colegio. Un abrazo Pinocho
07-12-2003 me gustó tu relato, es muy tierno y conmovedor. saludos y un abrazo. LaPatineta
07-12-2003 Estoy de acuerdo en lo conmovedor del relato. "toda obra lleva implícita una visión peculiar e intransferible del mundo, una especial atención para ciertos aspectos y unos modos especiales de enfoque y de traducción conceptual, de esos aspectos seleccionados. Y cada una de estas visiones, —manifiesta José Luis Martínez,— lleva implícita su propia fisiología respiratoria y su propia organización interna. Es decir, cada visión del mundo exige una técnica propia y, cuando el escritor logra expresarla, su creación se nos presenta como una obra maestra." Vaya que has logrado espresarte en ella. Mis estrellas. Gabrielly
07-12-2003 Hey! me encantó, realmente no sé si será la madrugada o qué; pero me conmovió el relato. Creo que debe ser la necesidad de finales felices después de lo que parece una tragedia, además que tiene una simpleza que lo hace muy sincero y casi transparente. Gracias. blanquita
 
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