Sin tocarte esta luz blanca
que te espera con nosotros
(aguantando las caricias en las manos);
vimos el mundo de ensueños
a través de tu pupila llena.

Adivinamos tu quejido
sin voz
en tu boca desdentada,
y las preguntas que no sabés formular
y la sonrisa que responderá las nuestras
en tus labios abiertos.

Te vimos inalcanzable,
tan cerca y tan nuestro,
que anhelamos tu olor a piel rosa,
tus babeos tibios
y tu peso en nuestros brazos.

Te sabemos a salvo
en tu calma acuática
pronunciando borbotones de silencios dulces.

Nos tememos indefensos
de recibirte entre tanta realidad,
que nos juramos guerreros en tu lucha
y seguros derrochadores de amor.

Y porque vimos tu latido impalpable
de inocencia contenida
te besamos,
piel y tiempo de por medio,
y te susurramos
un “te quiero” con el alma
y un “gracias” con anticipación.