La tristeza llana de un corazón que late con la inercia incierta
de un reloj que camina únicamente para marcar el tiempo,
con la medida inalterable del sueño que se esfuma
con la presteza de cada segundo que cae en el olvido.

Las horas se agolpan de momento en un calendario,
que me intenta decir que estoy ahora y no ayer que estabas,
la mente se aferra siempre a la luz en el camino
aunque esa luz ya se halla extinguido y solo quedarán cenizas.

La soledad es la sombra de lo que hubo un día
y el polvo que la va cubriendo es el tiempo
en vano intento de olvidar aunque esa sombra dure toda la vida.