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Inicio / Cuenteros Locales / doratar / Simulacro adverbial, ¿no? (o apología del español) 1ª entrega.

[C:20013]

Jamás en mi vida me había sentido tan confuso. Ya no tenía capacidad de decisión sobre las cosas que ocurrían a mi alrededor. Aún esa sensación vacía, que me rondaba allá donde caminase, no me ayudaba.
Dejé de pensar por un instante. Aquel porche que me acogía debió iluminarme en todos mis gestos. Y comencé a liar un porro. Realmente, aún no había encontrado ningún otro sitio como ese porche, una preciosa entrada a mi hogar que, unido al siempre estimulante uso de la marihuana, me hiciese sentir tan a gusto conmigo, lo que, pasados unos segundos de inhalación, retención y exhalación, me hacía divagar más confiadamente y, como empezaba a sospechar, Buena maría, pensé para mí, me permitía construir en la mente frases ligeramente complejas.
La confusión previa al fumeteo, tras unas cortas caladas, se transformó en una falsa seguridad que quise aprovechar para profundizar en ideales y quehaceres; di marcha atrás en cuanto me cercioré asimismo de que la palabra Inseguridad vino acompañada de Falsa.
Mujeres, debo pensar en mujeres; Fumado mola más. Esto último lo debí decir en voz alta…
- ¿Fumado mola más? ¿El qué?. –distinguí el tono de voz-.
Mierda, era mi novia, ¡se me había olvidado! ¡Y yo pensando en mujeres!
- Sí, bueno, el pensar, me refiero –sonreí-. Toma –le pasé el porro-.
- ¿Qué pensabas? –me preguntó-.
- Uff, yo qué sé… en que este sitio es genial con unas caladitas de más –Mantuve la sonrisa y busqué un tema para hablar-.

Ahora que escribo esto, intentando transcribir lo más fiel a la memoria aquella noche, me doy cuenta de que tengo una novia fantástica. Jessica, medio francesa, medio española, tiene unos rasgos finos que le resaltan unos ojos almendrados grandes y preciosos. Su pelo largo y negro, entre tú y yo, es lo más bonito que he visto en mi vida; fue lo que me enamoró de ella; de acuerdo, tiene unas tetas geniales, pero más genial es su personalidad, fuerte, dulce y absolutamente complementaria a la mía. Es el amor de mi vida. Nunca pensé que una chica de poco más de metro sesenta y radicalmente opuesta estéticamente a mis gustos, pudiera volverme tan loco, tan enamorado. Y dejaré de escribir ñoñeces, pequeño diario, perdóname, ya sé que mis calidades literarias se reducen drásticamente, pero pago gustoso tal precio por hablar de ella así, aunque sólo por una vez, no me quiero volver soez.
Encontré fácilmente un tema para conversar.
- Jessi, ¿te importa si pongo un poco de música aquí fuera? –pregunté-.
- No, pero pon algo tranquilo, Massive Attack o así.
- Me has leído la mente, chula –le di un beso y me levanté-.
Seguía siendo la mejor. Fui a por el radiocassette y el Cd y, tras los típicos devaneos con la alargadera y el enchufe, me volví a sentar a su lado, a disfrutar de ella, de la música, y del porro, que me devolvió.
Tras darle unas generosas caladas, me encogí un poco y la rodeé con un brazo.
- Say, did you realize that we haven’t talk… Shit! What’s going on here? Why I ain’t speaking in spanish? Jessica!
- ¡Luis! ¿Qué haces hablando en inglés? –dijo mientras se reía de mí-.
- Jessica, listen… -Mierda, continuaba aquello, y empezaba ya a ponerme nervioso- …You know I don’t know to speak english, I’m not meaning to do it!

Empezó a sosegarse, aunque los efectos del porro hacían la situación hilarante.
- ¿Qué? ¿Y desde cuándo hablas inglés? ¿Y cómo es eso de que no lo haces a propósito? Dime algo, ¿no? –Su voz temblaba, aquello dejaba de hacerle gracia sorprendentemente rápido, para mi suerte-.
- Sweety, believe me, since I had that joint I speak english but I still think in spanish, I’m not kidding! –Por el contrario, el porro me ayudó a soltar mis primeras lágrimas ante ella-.
- Joder, tío. ¿Y cómo hacemos para que vuelvas a hablar español? –me demandó-.
- Perdón, ¿podría intervenir, siempre con vuestro permiso? –alguien habló desde la oscuridad, fuera del alcance del porche-.
- Who’s there? –inquirí-.

De entre las sombras, sorprendentemente, apareció un extraño personaje. La extraña mirada, al menos ante nuestros ojos, acompañaba sibilina a su no menos atemporal indumentaria. Llevaba unas botas de senderismo marrones, de cordones gruesos y rígidos. Sus pantagruélicos pantalones, cortos aunque bombachos, bombachísimos, le daban cierta personalidad indulgente. Acorde a aquellos pantalones estaban su monóculo, límpido y perfecto, y su camisa beige. Una camisa tal, que su rostro enjuto, circunspecto, se volvía sabio retratado entre un mostacho blanco de los de antaño y un soberbio y pulcro salacof. Era el profesor Livingstone, supuse.

- Hola, no se alarmen, me presentaré –nos indicó cortésmente-. Me llamo Hans Kepler, conocido como el Profesor Kepler, a su servicio y disposición –hizo una pequeña reverencia con la cabeza-.
- Vaya, er… -dijo Jessica, visiblemente sorprendida-. Buenas noches, ¿deseaba usted algo?.

No salíamos de nuestro asombro aún, cuando comenzó a narrarnos, buscando complicidad con su mirada, un increíble prólogo al que no prestamos excesiva atención, debido en parte a los efectos de la hierba fumada.
De repente, percibiendo ya claramente nuestra indiferencia ante su relato, se calló. Su rostro se mostró comprensivo y, afilando su mirar, dijo:
- Bien, Luis, intenta hablarme en español.
Nos quedamos aún más asombrados si cabe; estupefactos. ¿Cómo este singular hombre sabía mi nombre y, lo más extraño, cómo sabía de mi problema?
-¿Quién eres? ¿Cómo sabes su nombre? –le gritó Jessica-.
- Querida, respecto a mi nombre, insisto, soy el profesor Kepler y, su nombre, lo deduje fácilmente al escuchártelo decir hace ahora unos minutos –intentó aclarar él-. Bien, Luis, sigues sin articular palabra.

Se hizo el silencio. Tanto mi novia como el extraño profesor Kepler anclaron sus miradas en mí, expectantes. Decidí probar suerte.
- …I …don’t know what’s… -me callé, abrumado por la respuesta-. Please! You ought to help me!

El profesor, tras un breve período de reflexión, visible en el brillo de su mirada, sopesó deliberadamente su aclaración.
Continuará…

Texto agregado el 14-12-2003, y leído por 602 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
14-01-2004 Well, quite good, my friend..Espero la continuacion para las***** moniquita
14-12-2003 jajajaja vaya, Kepler ha vivido aventuras que no conocía..! bien bien, genial! Pero acaba pronto el cuento lecheees, que me tienes intrigaaaooo!!! Por ahora te está quedando bonito, Felicidades! ;-) moebiux
 
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