Bandoneón triste susurrándole en la noche su lastimoso desahogo al viento que le da sus notas. Dulce melodía, dulce melancolía, siempre presente en el compositor, marcándole el compás. Brújula incesante que no para de girar, mareándolo en su pensamiento de posesión y soledad como bailando su propio tango sobre la hoja arrugada con el poema que le tenía preparado. Y una vez mas como en un humo que le hace sacar las conclusiones que nunca hubiera previsto gira sobre sus pasos y se encuentra con lo que ha hecho, su vida configurada como la estructura de sus textos, muchísima nada que se persigue sin un objetivo y choca de frente con el asfalto de la realidad. La nota exacta en el teclado, derramado con una risa que odia tanto y le perfora la cabeza, adentrándose y queriendo escapar, empezar de nuevo, salir de esta ciudad que lo atrapa en recuerdos y le otorga todas las noches este trago dulce de pensamientos que le hace pensar que el tiempo no avanza.