| Solo era el poder de la maestría
 Una esencia de Dios pequeño
 Alguien con alma de crack
 Y sangre de 32 cascos cocida con pasión,
 Eras tú, genio del metro cuadrado
 Cantor del dribling y la gambeta
 Poeta humilde hacedor de versos
 Que se recitaban siempre en la galera:
 ¡Diego, Diego, Diego!
 Duende celeste y blanco
 Señor rebelde del grito furioso
 Mago sublime de los estadios.
 
 Tú, ángel décimo y pobre
 Tú, episodio de un pueblo
 Tú, el barrilete cósmico
 Tú, el sueño del pibe,
 Tú, con la bionica izquierda.
 
 Era solo el cariño con la de cuero
 Un periodo de éxtasis en dos tiempos
 Alguien en la fragua de lo perfecto
 Como si el fútbol fuera su obra
 Como sí  en la andina tierra
 Una cancha  fuera el paraíso eterno.
 Solo usted señor de la finta
 Solo usted querido maestro:
 ¡Diego, Diego, Diego!
 Escultor vestido de corto
 Amo de todos los feudos
 Guerrero con espada de sueños.
 
 Tú, idea de amor deportivo
 Tú, Hércules futbolisado
 Tú, el pelusa de América,
 Tú, niño mimado del gol
 Tú, idea de arte salvaje
 Tú, destello en los doce pasos.
 
 Diego: solo falta que mueras
 Para que puedas enseñar fútbol  en el cielo.
 “... De un Dios fanfarrón”
 MACRUZ 2002.
 
 
 |