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Desde mi ubicación privilegiada podía ver muy bien lo que antes era una abundante caída de agua, la que con fuerza asomaba y caía formando una catarata, esa imponente cortina gruesa y blanca además de vaporosa que emulaba un virginal vestido de novia que por años de años había sido el portal de entrada a un sur verde y exuberante; Solamente pasar frente a aquella caída de agua tan imponente era ya el preludio de un feliz viaje y unas vacaciones inolvidables en el sur de este país. No pocas veces vi en el extranjero tremendos murales ubicados en lugares de privilegio en donde se podía apreciar esta apoteósica vista de la famosa catarata de la octava región de Chile.
Un prudente garzón se acercó para ofrecerme la “carta", entre cuyas elegantes tapas de cuerina se podían encontrar las mejores “delicateses” que podía degustar el turista y también quien viviendo en Los Angeles podía de vez en cuando darse un gusto. Entonces dije al dependiente_ “¡ poca agua trae el salto, ah!”. Así es señor _ repuso el garzón _luego indicó...”y eso que hoy trae bastante más que otros días “. Luego de indicar mi pedido me quedé absorto mirando aquellas pequeñas caídas de agua al tiempo que el garzón se alejaba tarareando la canción de moda. Mi mirada se centró en unas personas que la distancia se veían diminutas tomándose fotos para la posteridad junto a aquel hermoso paisaje del cual cada de uno de ellos, sin proponérselo, pasaba a formar parte.
Desde el fondo del local una hermosa mujer rubia con anteojos de cristal oscuro y marco plateado entró luciendo una transparencia a modo de túnica que dejaba ver muy generosamente cada sector de su bien dotada figura siendo solo sus zonas más pudendas cubiertas por diminutas prendas satinadas.


La fémina era acompañada por un galán que vistiendo un elegante traje de color azul intenso, cogía por la cintura a la mujer con orgullo muy mal disimulado.
Un sintetizador dejaba oír melodías que inundaban el lugar a pleno gusto del selecto público asistente, quienes, conversando animadamente formaban un murmullo que solo era abruptamente cortado por sonoras carcajadas.
De pronto se acercó una persona encargada de la atención de los comensales y puso sobre mi mesa una pequeña consola al momento que me decía _ digite por favor su pedido señor... Luego de mirar por la ventana le dije: - Bastante agua trae ahora el “salto “ ah... ¿ Le parece señor?..._ me respondió. Si pues hombre _ contesté. Porque si no es así – continuó el garzón_ podemos re-configurar la imagen y el sonido de la cascada a su entero gusto y si usted se acerca hasta le podría llegar una leve bruma así como era hace algunos años.
Me puse de pie y me dirigí a una pequeña cabina ubicada cerca de una ventana desde la cual se dominaba lo que antaño era una preciosa cascada. Sentado frente a una consola un muchacho usando lentes de aquellos con los que se operan programas de imagen virtual, operaba un sistema mediante el cual calibraba la imagen digital que representaba una impresionante caída de agua que se veía a la distancia y que pretendía ni más ni menos que ser el Salto del Laja. Al percatarse de mi presencia, el joven orgulloso me dijo: ¿Qué le parece la última tecnología digital que compramos?. Esta si que es cascada, mi papá me cuenta que hace algunos años había allí en ese mismo lugar una “cascadita” que “no salvaba a nadie”. ¿No cierto que esto es mucho mejor?.
Nuevamente me dirigí a mi mesa y consulté entonces al encargado de mi mesa, _ ¿qué pasó con el río que daba origen a la cascada?. Este hombre respondió _ ¿Sabe que? , venía tan poco agua que finalmente lo entubaron... y ahora se construyó un estacionamiento en lo que antes era el lecho del río y hacia atrás se construyeron las cabañas del Motel “EL SALTO”



Con un suave golpe en mi brazo, el garzón me trajo de nuevo a la realidad para indicarme que mi pedido ya estaba listo, mi pollo deshuesado con arroz ya estaba sobre la mesa en condición de que yo lo devorase, Arjona cantándole a una mujer de 4 décadas era la música de fondo.
A mis espaldas, sentado frente a la barra, un hombre de lentes luciendo una frondosa barba degustaba con un aire de placer una cerveza bien helada al tiempo que se solazaba mirando tres menguadas caídas de agua, las que antaño cuando no faltaba el vital elemento, formaban los famosos “SALTOS DEL LAJA”.
En la TV un extra noticioso difundía que un grupo de manifestantes de distintas edades, se encontraban protestando frente a la Casa de Gobierno. En rápidas imágenes se pudo apreciar como el grupo era disuelto con gases, balas de goma y finalmente se podía ver al brazo de la ley en momentos en que llevaba fuertemente tomado por el pelo y caminando hacia atrás a un joven que portaba en su mano derecha una pequeña pancarta que rezaba “QUEREMOS SALTO NATURAL Y NO UNA IMAGEN DIGITAL”.

Texto agregado el 06-05-2006, y leído por 282 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
10-05-2006 El salto del Laja es un lugar muy bonito. Un gran cuento mirado de una perspectiva más futurista, seria una lastima que eso sucediera ya que la naturaleza nos brinda mucho más de lo que le podemos entregar, muy buen escrito. Saludos***** clear_su
 
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