Ante la puerta del bosque recién reverdecido por la
naciente primavera, hallase un grupo de jóvenes,
niños y niñas.
Visten llamativos uniformes, camisa tono gris, de
manga corta e insignia nacional sobre la tela
del brazo izquierdo; alrededor del cuello, una
pañoleta azul de espirales amarillos se ciñe en un
anillo metálico y desciende en dos alas abiertas hacia
el pecho.
Con afán y dedicación, revisan sus enseres; linternas,
cantimploras, brújulas, alimentos, camas de campaña,
bitácoras de viaje..todo debe estar considerado para
afrontar la aventura de la mejor manera posible.
Dos jóvenes, que parecieran ostentar mayor grado
de autoridad por las innumerables insignias adheridas
a sus camisa, aprueban a conformidad todos los elementos
a portar y ordenan a los menores, guardar todo
en las mochilas las que luego cargarán a sus espaldas.
En el suelo polvoroso, descansan los estandartes y varas
simbólicas de los jóvenes, las niñas por ejemplo, poseen
estandartes con figuras de golondrinas, y por otro lado,
se puede apreciar orgullosos castores en los emblemas
masculinos.
Ya está casi todo dispuesto, después del arduo trabajo
de preparación. los chicos acomodan las boinas que
cubren su cabello y que les otorgan a su figura, un
elegante aire marcial. Las chicas en cambio, míranse
los ojos y el rostro en pequeños espejuelos mientras
sus compañeras revisan las trabas que ciñen firmemente
sus cabellos.. ellas desean lucir femeninas aun en las
aventureras circunstancias en que se encuentran.
De pronto, el guía de todo esto, un adulto vestido
de similar estilo, suena un silbato.
Rápidamente las mochilas preparadas ascienden a las
espaldas de los jóvenes, se cierran sus hebillas, los
cinturones de ojetillos de acero se ciñen a las cinturas
y se encajan los elementos correspondientes.
El guía está complacido con la rapidez y efectividad
del proceso.. suena el silbato otra vez y en esta
ocasión se levantan altivos los emblemas y símbolos
de los jóvenes, el viento hincha los pabellones y
las golondrinas ondulantes pintadas en la tela parecen
agitar las alas prontas al vuelo. Las varas enhiestas
agitan sus plumas y cintas de colores como manifiesto
de juvenil soberanía.
El guía sonríe orgulloso y ordena la formación de sus
audaces y valientes conquistadores del bosque. Una vez
ordenados en perfecta línea, el guía ubicase a la cabeza
de aquella serpiente humana y luego de dar una última
mirada hacia atrás, levanta solemnemente la mano derecha
hacia el cielo azul primavera, dejándola en esa posición
por algunos instantes para luego, con un rápido
movimiento extender su brazo horizontalmente indicando
con el dedo índice, hacia las puertas abiertas del
bosque que le espera agitando sus verdes ramas.
Con paso firme y marcial, los jóvenes aventureros
ingresan al verde túnel de Madre Naturaleza junto a sus
orgullosos estandartes.
Detrás, en señal de adiós, agítanse las manos de sus
padres... también sus corazones.
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