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Camas Mojadas


Paramos un instante por el hambre. Entramos en un supermercado y cogimos algo de comida ligera, una bebida desechable, un paquete de cigarrillos (no fumo, pero el nervio era evidente) y preservativos. Ambos sentíamos la tensión de lo que significaba escapar, pero ninguno lo comentaba, sólo pagamos y nos fuimos rápidamente. Ya en la carretera, la radio era lo único que cortaba nuestro mutismo. Éramos cómplices, pero no era necesario hablar sobre aquello aún.

Entramos al motel. Era decente, para estar en el medio de la nada. Ni siquiera veníamos con la idea de pasar una noche de lujuria, sino simplemente descansar. Claro, la tentación es evidente, ya que la cama era una sola y en esos lugares la decoración invita al pecado. Lo nuestro era pecado, sin duda. Te diste un baño, y saliste lista para dormir. Entré, y el agua tibia me hizo desvanecer y entrar en un mundo que no era aquel, uno en el que no escapaba, uno en que los enfrentaba y ganaba. Uno en el que nada de esto ocurría. Desperté por tu llamado preguntándome si estaba bien. Te dije que sí, y procedí a secarme e ir a la cama. Por primera vez dormíamos juntos como pareja. Nos habíamos acostado muchas veces, pero primera vez que dormíamos.

Cumpleaños de mi primo. Todos reunidos, en esos cumpleaños que a pocos le importan, pero igual existen para que uno vaya y se aburra. En medio del verano, cuando el calor molesta y la sed abunda. La saludo como siempre. Como soy el menor de toda la familia, me doy algunas licencias. Ser irrespetuoso, saludar a la mala, mandarme a cambiar, o inventar excusas para irme antes. La saludé como siempre, y la abracé, porque hace tiempo que no nos veíamos. La verdad, nunca nos veíamos, pero bien valía la pena abrazarse cuando ese nunca se interrumpía con celebraciones triviales.

Me dijo que la acompañara a su pieza, que tenía algo para mí. Ya sabía que era, así que no me demoré. Un póster enorme guardado celosamente me esperaba. Lo revisé como si no fuera cierto, como si fuera una broma y estuviera esperando el momento para reírse en mi cara. La abracé nuevamente, agradeciéndole, y nos sentamos en su cama a charlar, ya que el regalo bien merecía un poco más de atención.

No me di cuenta cuando estábamos enredados el uno dentro del otro. Éramos uno. Nuestra fraternidad quedó relegada a un segundo plano rápidamente, quizás más rápidamente que nuestras ropas. Sin pensarlo hicimos el amor. De manera tierna, amorosa y cuidadosa también. Por muy candente que fuera todo, había gente cerca. Hicimos que nada había pasado, y que la conversación fue por el regalo y nada más. Pero nuestras miradas delataban todo. Miradas que nadie entendió, porque nunca fuimos ni entendidos ni preocupados. Nadie nos importaba y no le importábamos a nadie.

Los remordimientos que aparecieron en conversaciones posteriores eran aplacados con intensos momentos de rendición ante la carne, ante el cariño, ante el morbo. Porque era más que nada eso, morbo. Las ocasiones que se sucedieron fueron incontables, cada una más viciosa que la anterior. Sin embargo, el lazo que los unía no tenía nada de sucio, no tenía pecado alguno, era puro y sencillo.

Escapar nos pareció obvio. Nadie nos entiende y a nadie tocamos. Nuestras vidas pasan por el lado de muchas de manera prescindible, sin embargo, para nosotros, éramos indispensables. Ahora, en lo que por esta noche sería nuestra cama, descansábamos ya, sabiendo que ya no estábamos solos, que teníamos dueños. Éramos dueños de nuestro futuro y de nuestro presente, que se veía húmedo y tierno, caliente y delicado.

Mientras duermes, puedo ver infinidad de cosas. Algunas más claras que otras. Algunas simplemente no valen la pena tratar de divisar. Al menos siempre tendré claro, en noches que no puedo dormir como ésta, y en las que somos uno, que la sangre siempre es más espesa.

Texto agregado el 11-05-2006, y leído por 110 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
11-05-2006 A mi parece muy bueno, me gustó la manera de contarlo. Un amor de primos,a muchos nos ha pasado pero en la mayoría de casos sólo llega a complicidad y algunos encuentros esporádicos. Felicidades yerard
11-05-2006 El tabú del incesto es un tema que creo da para un buen argumento. Me gusta la decisión de contarlo en primera persona. Revisaría los tiempos de verbo (presente y voz pasiva). Se me hace que se pueden mejorar algunas frases (ej.: en noches en las que). CK CocinasKenia
 
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