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Oscuridad. Aquella noche se había prolongado tal vez más de lo deseado por la luz, sombras y silencio reinaban por doquier y la tenue luz de las estrellas reinaba en todos lados. En el dulce césped blanco yacían cuatro manos, cuatro pies y dos cabezas, la noche había sido corta y prolongada al mismo tiempo, pues si el tiempo había parecido correr cual arrollo de montaña, tantas cosas habían sucedido que, mientras dormían y sus respiraciones eran el mayor escándalo de la noche blanca, sus sueños proyectaban los largos acontecimientos de aquella tarde y del nacimiento de la noche.

Luz. Aquella era una mañana especialmente brillante, el sol inmenso se elevaba frente a ellos, sus pies desnudos y sus manos enredadas relucían al sol con brillo y frescura, los labios de ambos estaban cubiertos de rocío y una leve brisa acariciaba sus orejas. Seguían dormidos profundamente, pues el cuerpo de él cubría el sol para ella y él le daba la espalda a la intensa luz amarillenta. Pasaron horas en la misma monótona rutina, hasta que finalmente el sol comenzó a calentar el césped, el rocío se evaporó y la suave brisa aumentó hasta que el viento en el rostro y el calor de la mañana los levantaron.
Soledad. Abrieron los ojos a un tiempo, y miraron la mirada del otro fija en los propios ojo durante un rato. Era la vista más hermosa que cualquier de los dos hubiera podido ver jamás, miraron en la mirada del otro y sonrieron al encontrar el destello ya familiar, una caricia y un beso fueron seguidos por un pesado estiramiento, bostezos y un levantar trabajoso. Aquel día maravilloso entre árboles plateados y césped blanco y suave fue igual que el anterior, repleto de luz, de cariños, de besos y de jugueteos. Finalmente llegó el medio día y tuvieron que cruzar al otro lado de la estrella para evitar el terrible sol.
Compañía. Sólo se necesitaban el uno al otro, cruzaron el atardecer y llegaron a su bosque de grises ramas cuando la noche comenzaba, corrieron entre los árboles, los treparon y no dejaban en embriagarse de dicha y de luz. Finalmente cayeron dormidos en un inmenso abrazo, mientras se besaban como tantas otras veces, se quedaron dormidos. Pasaba de la media noche en aquella estrella, sólo para ellos.


Texto agregado el 14-05-2006, y leído por 84 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
19-05-2006 Hay muy bellas imágenes en tu relato, y al final desplegas la imaginación. 5 Estrellas par acompañar esa otra de los amantes. loretopaz
14-05-2006 muy bueno tu cuento me gusta mucho como edescribes el amor que siente la pareja y como no es necesario mucho para estar asi mis *s Mewpher
14-05-2006 Excelente relato, me gusta mucho el estilo que desplegás***** espartako
 
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