Su nombre…no lo sé, es ese lado oscuro que nunca imaginé encontrar pero en ella es tan normal. Ella es dueña de su ser tiene a millones de hombres a sus pies, sabe que puede hacer y deshacer con ellos lo que sea, donde sea, en el momento que sea, todos ocupan un lugar en su corazón, deja que él los amarre con sus hilos de hierro, que los retuerza y los lastime, que aún así esos seres no son capaces de irse a ningún lado si su corazón no les hace sentir ese inmenso dolor que les provoca ese amor, o quizás, la rabia de saber que nunca será suya…

Revuelve sus emociones, confunde sus ilusiones y arranca pasiones a esos seres que solo vagan con su mente en blanco saciando todo ese sentir en sus venas que se llenan de energía cuando siente esa inseguridad en ellos, cuando les arranca la piel y el alma en tan solo un segundo, cuando les profesa amor al mismo tiempo y a todos por igual, que no es más que la persona de sus sueños y se he convertido en ese ser perverso que ellos desean.

Ellos son esa carnada que va eliminando poco a poco con sus filosos colmillos y le encanta verlos gritar, llorar, aullar de dolor al correr la sangre por sus labios al herir su cuerpo con agujas enormes para perforarlos, le fascina verlos rogar de rodillas a sus pies, ser dueña de sus pensamientos y empaparlos de su indiferencia cuando ya no la satisfacen, aniquilarlos con la mirada cuando no quiere estar a su lado, hacerlos sufrir hasta buscarlos como si nada y volver a enredarlos en sus lazos de espinas en donde, por supuesto, se vuelven a encarnar sus huesos, se come su corazón y le encanta el olor de deseo que desprenden al verla, al tocarla, al sentirla. Es un monstruo que se alimenta de su aliento, de sus pensamientos, su soledad, su ansia, su necesidad, sus más bajas pasiones que sacian a su lado.

Ilusos aquellos que les encanta sentir ese “amor” junto a ella, que poco a poco se vuelve en un obsesivo dolor que los hunde hasta lo más profundo de la oscuridad en donde les espera la desolación, el sufrimiento, la perdición, la locura, la obsesión, y tantas cosas que son capaces de vivir tan solo para darse cuenta que ella no es de nadie y nunca lo será.

Esa mujer sigue su camino, feliz, amiga del odio y del rencor, arrogante, dueña de si, tan ingenua como siempre, tan insegura, tan lastimada, tan astuta, tan impredecible, tan impecable, tan vulnerable, tan radiante. Tan inalcanzable….