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Un día normal, de lluvia y miasmas regadas.

En un grisáceo Mayo de aquellos en los que el húmedo invierno es tan fuerte que los animales pierden el olfato y dejan sus miasmas regadas por todas partes, haciéndonos por ende presas accidentales de la mierda pura e inocente de una bestia, llegue a casa con un embargador triunfalismo que se apoderaba de mi sonrisa, llegue a casa y le conté a mi madre la fortuna del día que empezaba a agonizar, le contaba que había conocido en persona a un gran escritor y de lo bello de hablar con el como si fuera mi padre, por su parte mi madre sin mucha atención trataba de hallarme la razón ojeando un libro infantil del que disfrutaba mi sobrino, la conversación se acabo con la no sorpresa de haberle contado una sencillez de mi vida a una mujer que no entendía ni gota de lo que había conseguido en este día, perdí el tiempo en narrarle como el tesoro del que fui victima era sin duda una pequeña parte de mi existencia, sentí que perdí el tiempo tanto como si estuviera con un vendedor de cursos de ingles, solo que se alteraban los papeles yo trataba de venderle a mi madre la fortuna de una pequeña parte de mi existencia y ella no se interesaba en lo mas mínimo, entonces crecía la pregunta de saber por que extraña razón ella se afectaba si no le compartía mis miseraciones diarias.

Esa fue la razón por la cual, subí a mi cuarto encendí el ordenador, puse la música en orden aleatorio para evitar el desgaste de ordenar unas canciones que saltaría para escuchar la próxima canción, pensé en lo sucedido y me dispuse a empezar esto que empieza algo así “En un grisáceo Mayo de aquellos en los que el húmedo invierno es tan fuerte que los animales pierden el olfato y dejan sus miasmas regadas” quite de mi cuello el fular y de los puños las mancornas, subí una pierna en la silla y la ubique bajo el muslo de la otra pierna para prevenir que el cuerpo se recayera en la parte abismal de la silla, quise empezar a recordar cuadro con cuadro como había sido mi día para contárselo a algún incauto lector que se sorprendiera con las banalidades del mas miserable ser que no tiene mas que contar que los hechos que para cualquier mortal sufrirían de una irreductibilidad titánica y sin ser pretensioso o machista quería ser mujer por un buen instante en el que tuviera la capacidad de resumir en unas hojas todo lo acontecido en el moribundo día invernizo que se rehusaba en dejarme y lo se con tal seguridad que de haber sido perfecto este día pudiese haber muerto con una felicidad profunda y con la creencia inequívoca de solo un rato, de haber logrado muchas cosas grandes en mi reiterada y pésima vida.

Busque en el ordenador que era eso del nadaísmo y me encontré con un poco de sorpresas que desconocía… pero aun no empezaba a leer el libro y solo la ojeada del asadero me traía en ascuas.

Amaneció lloviendo, casi era un diluvio y tenia muchas tareas por cumplir, de la universidad por un lado, por otro crear unos cuentos para un tipo que dice que soy cuentero y necesita que le haga un casting el martes para saber si me contrata, seguramente este tipo querrá que le haga chisteria con moraleja y en primer lugar ni soy Verdaguer ni tampoco Esopo, espero dejarle esa tarea a mi creatividad que algo hará para no hacerme quedar mal ese día y por otro lado tengo que ordenar mi cuarto para que la gotita que cae al llover no caiga en mi sien y no me despierte con el delirio de ser un preso político de Hitler, no deseo despertar desesperado creyendo que estoy siendo parte activa de una tortura. Al levantarme de mi cama busque los interiores negros que llevaba el viernes me los puse solo para disimular una deliciosa erección que me acompaño como en muchas mañanas de mi existencia y me dispuse ante todo a cambiar la cama de lugar, a limpiar el polvo y barrer el cuarto, barrer la casa, es decir; seria parte del orgasmo familiar que es hacer el aseo los sábados para dormir luego de almuerzo con la excitación de saber que se cumplió con el deber.

Mucha ropa toda sucia y arrugada invadía mi aposento, con calma logre hacer aseo y dejarla no limpia pero si al menos un poco diferente, fue como cambiar el mugre de sitio. Llame al trabajo a la mujer que es dueña de mis sueños y aunque no fue fácil comunicarme con ella ya que no tenia la facilidad para levantar el auricular, lo hice después de varios intentos y hable como siempre con ella por muy poco tiempo pero con la creencia de haber sentido de nuevo su mirada llena de una lontananza sin igual, recubierta por una piel de ébano claro, le colgué la llamada y sentí de nuevo que aunque la amaba dejaba de nuevo de ser mía para ser lo de siempre, sencillamente una ilusión. Antes de marcharse a laborar mi hermana me seducía con la idea de visitar la 19ª Feria Internacional del Libro de Bogotá, pero no podía porque mi compromiso con Diego me obligaba a ir el Domingo de cierre, sin embargo pensé en la posibilidad de que Diego no pudiese ir ante la falta de las boletas que le quedaron de obsequiar, lo llame para confirmarle la cita pero mis sospechas no fueron equivocas, por que efectivamente el no logro conseguir las dichosas boletas y de un momento a otro me decidí en ir con mi hermana a la feria. Llego el prometido de mi hermana para encontrarnos e ir, sin embargo algo en el fondo me perturbaba el viaje y me decía que no fuera, el aire era pesado y para no aburrirme prefería la cobardía, pero a la llamada de mi hermana para darme las señas del encuentro me di cuenta que era demasiado tarde y ya no podía decirle que en realidad a mi no me gustan los planes familiares en manada, por que al final no puedo hacer lo que se me antoja y de otro modo esto corrobora que en verdad el libre albedrío no existe mientras uno tenga un dios, una religión, un ser querido que espere de uno algo, que no es mas que lo que ellos mismos no pueden cumplir.

Tomamos una económica y lenta buseta que nos llevara a lo que en mi país es lo más parecido con el paseo de la fama y luego de esperarla frente a nuestro Wall Street llego mi hermana de entre el publico que intentaba atravesar la carrera 15 y no en mas de cinco minutos nos hallábamos en un taxi rumbo a Corferias que a su vez no tardo mas de treinta en llegar al punto solicitado.

Entramos en el escenario y empezamos a recorrer en orden los pabellones, en un orden tan perfecto que nos permitiera abarcar con eficacia todos los stands y lo hacíamos de una manera tan conductista que para eso empezamos en orden numérico, recorríamos el primer pabellón de literatura infantil y era entretenido mas no llamaba la atención por completo y mi entretención se dirigía a buscar títulos de libros que me faltaban por leer, llegamos a un pabellón que no ofrecía nada, solo café, pero por desgracia el expreso que había pedido estaba muy mal, era tan claro como el agua y el sabor simplemente semejaba el aroma de un buen café.

Llegamos al pabellón de los descuentos, gran motivador Colombiano, - escríbase o dígase descuentos y tendrá de seguro Colombianos que quieran regatear el precio estipulado - y pensaba que de no ser por el pabellón infantil, este de los descuentos era el mejor y mis argumentos se basaban en que había allí libros buenos y mas económicos que en los otros lugares, encontré libros de Leon De Greiff y liberarlos del papel plástico que los recubre parecía un atrevimiento para los vendedores que no me perdían de vista, ese fue el momento en el que pensé que en lo viejo que me estaba volviendo por que en otras condiciones hubiese robado el tomo sin gran dificultad, pero ya me hacia coco el meterlo en la maleta,… meterlo en la maleta,… una operación tan sencilla pero tan arriesgada que dudaba en cumplir, por el contrario lo que hice fue dejar que mi hermana me pagara el libro de Leon De Greiff, con la rabia de no haberlo robado con decencia y pulcritud. Pagar por las letras y la firma de Leo era un atrevimiento, si es que ese libro es de incalculable valor.

Salí con la fortuna de tener en una bolsa naranja un libro que me acercaría a la sonorización maravillosa de la aguardentosa voz de Leo, pero aun no me acercaba al libro y solo la ojeada en el asadero me tenía en ascuas, me preguntaba por que maldita razón los mercaderistas no sabían ni mierda, unos si sabían motivar la parte visual perceptiva del publico, ellos por ejemplo ponían en sus stands muy buena luz, avisos pequeños que daban tipos de libros y los diferenciaban entre infantil, literatura, ciencia, deportes, eso por lo menos me acercaba con dudas para recordar que me falta demasiado por leer, criticaba con ahínco como ponían mujeres de extraordinaria belleza física y extraordinaria estupidez mental a atender una venta de libros, me cansaba que me atendieran con un “en que le puedo colaborar” y no sabían de nada de literatura, me imagino que los trabajos en sus colegios los hacían con las síntesis de los libros que vendían en la antigua plaza de San Victorino y las únicas lecturas que hacían recaían en la revista cosmopolitan, eso si por algún motivo la conocían, mi otra seria preocupación se fundamentaba como nos venden; Narnia, El Señor de los Anillos, Q, - todo sobre la puta Q -, el Código Da Vinci, el libro después del Código Da Vinci, el libro de después del libro del Código Da Vinci y todas con la jodida Q, eso para mi es causa de los mercaderistas y las asociaciones de Best Seller que no les preocupa que la gente lea y medio entienda sino que compre y facture, no es que yo tenga cosas en contra de Da Vinci, - no no no noooo -, el hombre un maestro ( exceptuando el concepto de maestro que tenia Leon de Greiff que escribió así; maestro?, maestro yo?. Maestro el que inventó la pereza), que bien que la gente lea algo diferente que no se case con un idea que critique y que sobre cualquier cosa cuestione la iglesia, bien por eso, pero por que si le hacen mercadeo a estos libros no le hacen mercadeo a obras importantes como las Mil y una Noches, de un tal anónimo que ha escrito muchos libros buenos, sin embargo mas y mejores de los que hizo el propio Da Vinci. Busqué el libro de las Mil y una Noches y de la misma manera como uno crea una tarea de descubrimiento en un libro aburrido, así quise gastar mi tiempo en aquella tarde de mayo, encontraba resúmenes de las Mil y una Noches, unas llegaban hasta la noche 167, otras hasta la 589, otras hasta la 697, pero de ahí no mas, encontré una pequeña librería que tenia sus volúmenes en anaqueles de vieja y rustica madera, los libros databan por su apariencia mas de dos siglos y el olor a papel podrido con tinta natural producían una alquimia similar a la piel de los ancianos que solo esperan la muerte en los hogares geriátricos, en aquellas exclusas que separan la vida de la muerte, le pregunte a una dama elegante – solo lo digo por su porte y por que fue de las pocas que no me dijo “que se le ofrece” ella calló y solo me miró a espera de mi pregunta, - le dije tiene usted Las Mil y una Noches, ella respondió con precisión, sí, una edición Mexicana – y me señalo el lugar exacto donde estaba el libro – lo tome es un libro con pasta de cuero azul en cuero y lomo café lo abrí y efectivamente el libro era antiguo tenia huequillos profundos y de una redondez perfecta lo que denotaba que se lo habían empezado a comer las polillas o algún insecto que gustara del papel añejo de un roble que sin duda habría crecido en la edad media o en inicios de 1500, pregunte le precio y promediaba el cuarto de millón de pesos, lo ojee y en efecto tenía las mil y una noches, se podía leer en dos columnas uniformes y la letra ofrecía una vistosa caligrafía, casi era como una antigua Biblia romana, pero la plata no alcanzaba para comprar este tesoro y tendría que irme con la firme convicción dejarlos para mi dentro de muy poco tiempo.

Caminamos un poco mas, me di gusto fumándome un moreno y tomándome un buen tinto sin azúcar de las montañas caldenses, era otro Pabellón en el que las universidades contaban con stands para promocionar sus conocimientos – menos la mía – y recorría por compromiso el pabellón hasta cuando encontré un pequeño cubículo en el que había libros de nadaístas y mis teorías empezaban a traicionarme, una de ellas era que las vendedoras con buenas tetas eran las que se encargaban de decir con un fingido tono antioqueño ”buenas tardes en que le puedo servir” – mientras mentalmente yo pensaba “ - usted me sirve para un buen polvo, por que para la conversación. No -, camine casi sin rumbo por el segundo piso de un pabellón que por fortuna no recuerdo buscando a mi hermana y sus dos hombres para no perderlos de vista los encontré para dejarlos prontamente y reposar mi mirada en un desolado y blanquecino stand que ofrecía tres pinturitas, dos fotos gigantes de Led Zeppelín y una película, fotos mas pequeñas y dos libros uno de ellos me causo gran admiración pues tenía la foto del autor que se de antes sabia de el por que si bien lo leí y no lo recuerdo, ó por algún contexto de la rutinaria vida que llego a mis oídos, en fin, la pequeña damita que atendía se acerca a mi y le pude preguntar algo acerca del origen del nadaísmo ella quiso responder con suficiencia pero algo que aun desconozco la hacia dudar, el libro estaba económico por lo cual era un buen argumento para comprarlo y aunque así lo haría lo deje en la mesita para admirar el otro cuando de repente, en aquel instante un pequeño hombre que atendía también allí y del cual no me había percatado vio mi interés y como deje el libro en la mesa y sin reparo alguno dijo – si lleva el libro le decimos a jotica que lo firme – yo tome de nuevo el libro mire la foto y el hombre que empezaba a irse parecía a la foto de la portada, el hombre lo llamo con familiaridad – jotica nos regalas un autógrafo – el hombre con un poco de resistencia y mal gusto volteo a mirar y yo aproveche para corroborar que era el autor, y, si, si lo era en persona, entonces tome la palabra, poder divino e inexplorado e hice lo que en esos casos se debe hacer, pensar con un poco de suficiencia lo que debe decirse para que cuando jotica se fuera no me arrepintiera de nada, eleve mi voz casi al grito para persuadirme que estaba ya muy cerca este hombre y mi hermana que se empeñaba en la tarea de buscarme se sorprendió cuando dije – Jotica regálame un autógrafo por favor – el me saludo de la mano y entonces tomo el libro que le paso el vendedor, alzó la mirada para buscar en donde apoyarse y me preguntó - cual es tu nombre – yo le respondí así: - Jotica dime algo el nadaísmo es un movimiento literario como el parnaso verdad – me di cuenta al instante en mi pregunta que se auto respondió y en la mirada de aquél hombre que en efecto tenia algo de razón mi sentencia – entonces así como los demás movimientos literarios el nadaísmo tiene siento en otro movimiento – Jotica me respondió algo que no creo importante escribir acá y me volvió a inquirir con la pregunta de mi nombre yo le respondí – Javier – y el me dijo Javier que? – Riveros con v pequeña le dije mientras satisfacía mi orgullo de preguntarle a un autor y no quedarme con el supuesto e leer y pensar en una posible hipótesis de lo que quiere decir el autor, pensaba en la frase de Arthur Schopenhauer “leer es pensar en un cerebro ajeno” pero esta vez goce de preguntarle al autor para entenderlo tan solo un poquitin mas de lo que podía, el por su parte pensaba en la dedicatoria y yo que pensé en mi fortuna y mis amigos le invité al encuentro de poesía y cuento corto que hacemos con uno secuaces en la universidad, le dije que si no le molestaba ser nuestro jurado o invitado de honor, el concedió a la segunda y en un pequeño resumen me dijo las interminables tareas que el impedían servir de jurado, cada vez que planeaba escribir lo interpelaba con una pregunta mas y el me respondía con suficiencia y prestancia, por su parte mi hermana acato en tomar mi móvil, tomarme unas fotos junto a aquél hombre, mientras el escribía y yo agradecía que le tiempo pasaba lentamente, las fracciones de segundo que sucedieron se hicieron horas y pensaba que aquel horrible dios del tiempo hoy me había ofrecido un don, no me explicaba como tome yo el libro en el preciso momento en el que el pasaba, justo el preciso momento en el que estaba en mi espalda él veía como alguien se interesaba en su libro, como de la inmensidad de la tierra hubo un preciso momento de maravilla en que la sarta de contradicciones nos uniera, agradecí al maldito tiempo por haber existido una vez mas y el me entrego el libro, pero como era mi invitado de honor para el encuentro de poesía, le pedí su mail, el accedió y junto a un tachón escribió su celular, le agradecí y la vendedora me interrumpió para decirme – disculpe señor usted ya pago el libro? - Yo le dije, no, ya te lo pagó – mientras otro hombre accedió al escritor sin tanta fortuna como la mía, el autor se alejo con su gabán de casimir negro y yo pague el libro, lo abrí y leí la dedicatoria, pero antes pensé en como me gustaban los libros con dedicatoria y que de no haberle hablado con suficiencia el autógrafo se había reducido a un con cariño para Javier. El Mont. Black con el que él escribió le ganó a mi Cross esperando en el bolsillo para derramar su tinta en una forma tan ordenada que de los códices que imprimió en la hoja leo con seguridad esto “A Javier Riveros…. este cofre con las piedras preciosas del nadaísmo que no son piratas…. con un abrazo cómplice…. Jota Mario Arbelaez
nadismo@*******.com.co cel 315*******.” Ya no importaba nada mas la feria había cumplido con su objetivo y no perdí el viaje, del aburrimiento que quedaba en la mañana, no quedaba nada y sentía alegría de no saber en la mañana lo fructífero del día que agonizaba, llegue a casa y le conté a mi madre la fortuna del día que empezaba a agonizar le contaba que había conocido en persona a un gran escritor y de lo bello de hablar con el como si fuera mi padre, por su parte mi madre sin mucha atención trataba de hallarme la razón ojeando un libro infantil del que disfrutaba mi sobrino, la conversación se acabo con la no sorpresa de haberle contado una sencillez de mi vida a una mujer que no entendía ni gota de lo que había conseguido en este día, perdí el tiempo en narrarle como el tesoro del que fui victima era sin duda una pequeña parte de mi existencia, sentía que perdí el tiempo tanto como si estuviera con un vendedor de cursos de ingles, solo que se alteraban los papeles yo trataba de venderle a mi madre la fortuna de una pequeña parte de mi existencia y ella no se interesaba en lo mas mínimo, entonces crecía la pregunta de saber por que extraña razón ella se afectaba si no le compartía mis miseraciones diarias.

Esa fue la razón por la cual, subí e mi cuarto encendí el ordenador, puse la música en orden aleatorio para evitar el desgaste de ordenar unos cantantes que saltaría para escuchar el próximo cantante, pensé en lo sucedido y me dispuse a empezar esto que empieza algo así “En un grisáceo Mayo de aquellos en los que el húmedo invierno es tan fuerte que los animales pierden el olfato y dejan sus miasmas regadas” quite de mi cuello el fular y de los puños las mancornas, subí una pierna en la silla y la ubique bajo el muslo de la otra pierna para prevenir que el cuerpo se recayera en la parte abismal de la silla, quise empezar a recordar cuadro con cuadro como había sido mi día para contárselo a algún incauto lector que se sorprendiera con las banalidades del mas miserable ser que no tiene mas que contar que los hechos que para cualquier mortal sufrirían de una irreductibilidad titánica y sin ser pretensioso o machista quería ser mujer por un buen instante en el que tuviera la capacidad de resumir en unas hojas todo lo acontecido en el moribundo día invernizo que se rehusaba en dejarme y lo se con tal seguridad que de haber sido perfecto este día pudiese haber muerto con una felicidad profunda y con la creencia inequívoca de solo un rato, de haber logrado muchas cosas grandes en mi reiterada y pésima vida.

Escribí un poco dormí y me levante al otro día con el mismo triunfalismo, solo que esta vez ya había leído un poco el libro que había ojeado en el asadero de pollos, pensé que si el nadaísmo fue un movimiento literario Colombiano, entonces cuando hable con Andrés en la posibilidad de hacer la nueva religión como movimiento literario no era difícil, vivimos en un mundo donde esta todo por hacer, se que si lo lográbamos seguramente Diego sufriría del exilio por sus ideas políticas un poco tinturadas con la izquierda y el socialismo, Andrés con la fortuna de tener un gran amor que le correspondiera seria el autor mas denotado entre nosotros, Wilson un enorme hidalgo igual de loco luchando contra los molinos con los que no debería luchar, pero que al final fundiría sus cimientos de barro y yo, yo en una asilo leyendo los libros que el maldito dios tiempo no me deja leer hoy, pensando que una tarde de grisáceo Mayo de aquellos en los que el húmedo invierno es tan fuerte que los animales pierden el olfato y dejan sus miasmas regadas por todas partes, haciéndonos por ende presas accidentales de la mierda pura e inocente de una bestia seria sin duda la tarde mas hermosa no solo porque a conocí y compartí mi lastimera y pésima existencia con Jota Mario Arbelaez. También para. Para emprender la constitución de “La Literatura La Nueva Religión”.






JAVIER RIVEROS







Texto agregado el 22-05-2006, y leído por 293 visitantes. (1 voto)


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