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Caminando por mi ciudad, me encontré con un viejo amigo que me dijo: “voy a bautizar a la niña”, refiriéndose a su exquisita primogénita de tan sólo 6 meses de vida.
- Estas invitada, tienes que ir, escuchaste!, no puedes faltar- insistió,
- No te preocupes - contesté, - no faltaré -.
Me fui caminando a casa pensando en qué creación realizarle como regalo a dicha pequeña. Llegué a casa, miré unas revistas y vi un hermoso vestido tejido a crochet, escogí dos hermosos colores y entre todo lo que tenía que hacer, me hice un tiempo y me amanecí dos noches, hasta cerca de las 3 de la madrugada para tejerlo y finalmente, lo adorné con una coqueta flor al centro, tejida también por mí. Terminado mi humilde regalo, me sentí orgullosa de las opiniones que recibí al respecto, pero...luego vino la preocupación, cuando me enteré de que el famoso bautizo no era con una pequeña recepción, sino... con más de 100 invitados y con orquesta contratada hasta cerca de las 5 de la mañana!..tome aire... suspiré y me dije:
- ¿Y que me voy a poner ahora?, ¡Tendré que registrar mi closet!,-
Llegué a casa desparramando la información, casi con desesperación y diciendo:
- “Ya no podré ir con mis zapatos bajitos y cómodos para bailar lo más que pueda, ahora tendré que sacar mis botines de tacón”.-
El día anterior al bautizo, hice rápidamente todo lo que tenía que hacer para regresar temprano a casa y comenzar a probarme cuanta prenda pudiera ser digna de tamaño bautizo. Varias blusas, distintas chaquetas, diferentes tipos y colores de pantalón y el único par de zapatos con tacones, dignos de aristocracia con los que cuento. Bueno, al menos los zapatos eran irrevocables, solo faltaba el resto, ¿el resto?, ¡faltaba todo lo demás!.
Un par de buenas amigas me ofrecieron cada una, unas de las infaltables blusas negras salvadoras de protocolos que a mi edad cualquier mujer tiene, menos yo. A decir verdad, el negro no es un color muy a fin conmigo y de hecho hasta aquellos tacones son café, café moro, muy oscuros, pero café al fin y al cabo y no negros...y...comienza el desfile de modas:
- ¡Mamá, mírame!, ¿Cómo se ve esto, con esto y esta chaqueta?...y... ¿esto con esto y esto otro?... ah! Ya sé!, dejaré lo mejor para el final, ahora si mamá ¿como estoy con esto?, -
- Ahora si – respondió ella, - eso si te queda bien y te ves a la altura de semejante bautizo -, Uf! al fin, ya no necesitaré las blusas de mis amigas y podré dormir tranquila.
Desperté al día siguiente con una sola penita. Encontré que mi regalo era muy humilde, así es que le agregué una polerita manga larga tipo beatle, con pequeños dibujitos que combinaban con los colores que escogí para el vestido. Agregué una tarjeta. Agregué una preciosa bolsa hecha en cartulina de un rozado fuerte con una cinta grande y hermosa que también, por supuesto, iba en combinación con el vestido realizado por mí. Después de almorzar, comencé a prepararme para la ceremonia. Me puse mi mejor lencería negra, cubierta de mis jeans azules levemente oxidados, los más oscuros de mi closet, medias color celeste fuerte, rayando en lo calipso que combinarían (aunque no se verían), con mis aros colgantes de vidrio en el mismo tono, mis botines café moro ajustados al pie y acabando su cierre delineando el comienzo de mi pierna, hasta justo por encima del tobillo. Al caminar sonaban profundos y perfectos. Debido al intenso frió, solicité los servicios de mi camiseta spandex con cuello alto tipo beatle en color café moro, que cubría perfectamente mi pecho y mi espalda, pero descubría mis brazos. Encima, me dejé caer toda la magia de mi blusa bautizada por mí, como FRAC, debido al corte en gasa que cae como una cola hacia atrás en degrades de colores, con tonos entre café tierra, tierra rojiza (opaca como el ladrillo), leves tonalidades de beige y rústicas apariciones de un extraño celeste oscuro tipo calipso viejo y añejado. El frío ameritó que estrenara mi chaqueta formal café moro otra vez, en paño lana, y detalles como dos franjas de cuero paralelas al cierre central, mismo detalle en mangas, de tamaño corto, asunto que permitía ver por completo el revuelo de mi frac de gasa y las mangas anchas estilo hippie, también de gasa que sobrepasaban a la angostura de mi chaqueta de paño. Dos collares de plata, uno más corto que el otro, le daban el brillo a mi pecho opacado por el café moro de mi camiseta. Peinado, o despeinado al viento, labial rojizo oscuro, y la inédita aparición de sombra en tono celeste oscuro en mis párpados, imitando el reflejo de mis aros. Salí a la calle, tomé un colectivo y partí a la ceremonia. Desde que llegué hasta que me fui de la iglesia, estuve sola. De los ciento y algo invitados me temo que no hubo tales, al menos en la iglesia. De pronto, mi amigo se acerca a la fuente de agua con el cura que mojará la frente de su pequeña, me ve entre la gente y me llama para que me acerque. Su pequeña en brazos de la madre y apenas él le habla, o solo la mira, ella sonríe como si no lo viera desde el día anterior. Que sonrisa tan maravillosa. Que felicidad mas desinteresada y grata de admirar.
- Ella es feliz contigo - le dije –
- Sí - dijo él orgulloso y rebosante de felicidad frente a su hija, me sentí feliz de compartir ese momento con él. Tuve que retroceder frente al ritual de uncir la frente con agua para dar paso a los padrinos. Me quede al final de la iglesia observando todo, hasta que terminó.
En el trayecto de regreso, conocí a una simpática chica y a su padre, ambos, actuales vecinos de mi amigo e invitados también al bautizo. Compartimos durante el cóctel, picoteos varios y una que otra copa de ponche. Compartimos mesa durante la cena también, a la cual agregamos, una joven pareja que tampoco conocía a nadie. Todos muy agradables, conversamos, nos conocimos, nos reímos y después hasta bailamos. Avanzada la noche, el padre de la chica que compartía mi mesa, se exacerbó de copas y después de varios bailes comenzó a declararme su amor:
- El problema de nosotros – decía él - es la edad, tenemos mucha diferencia de edad -,
- No se preocupe caballero, - le decía yo - de todos modos, usted, no es mi tipo –
Después de insistir con sus declaraciones, me aburrí, así es que opté por no bailar más con él, hasta que después, su hija y yo, lo acomodamos en una silla y se durmió. Seguimos bailando, tuve el honor de bailar un clásico corrido mexicano con mi amigo, el padre de la bebé y mientras bailamos, recordamos nuestra época de juventud y las rabias que yo le hacía pasar, todo, por que él quería protegerme, y yo era porfiada e ingenua, reímos, recordamos... Luego llegó otro con su invitación a bailar,
- No se bailar esto - me excusé –
- No se preocupe señorita, sígame no más, yo la llevo -,
Me deje llevar, sonreí y al terminar el tema, junto con agradecerme la pieza compartida, me dice:
- ¿Me declaro?, -
- No -, le dije yo, simpáticamente firme, y me vuelve a decir:
- ¿Me declaro?, -
- No gracias - volví a contestar – ya tuve suficiente por hoy –
- Me gustas - dijo él, y aunque me piqué un poquito, me contuve y le dije amablemente,-
- Le dije que no, no sea porfiado y le irá mejor -, sonrió y se retiró.
Siguió avanzando la noche y un tipo bajito (el que tocaba la batería), me invitó a una pieza de baile. El pequeñito exudaba el aroma del licor, hasta por los poros, su aliento era puro tinto y eso que todavía no se emborrachaba. Después de bailar quiso invitarme a su mesa:
- Más tarde - le dijimos la simpática chica y yo, pero no se fue, se quedó un rato ahí y luego volvió a insistir,
- Aún no - le dije y él contestó:
- Es que el después no existe, después, después y al final no van a ir nunca, -
- Entonces no voy nunca! - dije al filo de enojarme y hacer relucir mi mal genio que me mantiene soltera y termine la frase diciendo:
- No insista, sino me aburriré y ya ni siquiera bailare con usted -,
- No, no - dijo él - esta bien entonces, bailamos esta pieza? -,
- Ok - dije y salí otra vez a bailar, esta vez, una cumbia.
Todos intentaban tomarme de las manos al bailar, pero yo los correteé a todos y les decía:
- No, no, las cumbias no se bailan de las manos, de lejos nomás -,
Si les gustaba bien, sino no bailaba ninguna cosa tampoco, hasta que se puso latero con el tema de la declaración amorosa, que yo era muy simpática, muy agradable y que también era muy linda y bla, bla, bla, puras charlatanerías ¡¡cuando yo solo quería bailar!!, finalmente, me aburrí , ya no quise bailar más y faltando 10 minutos para las 5 de la madrugada, me fui. Mi amigo, amablemente y como en nuestros tiempos, preocupado por mí, me fue a dejar hasta mi casa, le di las gracias, le dije que todo había estado muy bonito y agradable y que me hubiese gustado quedarme más (aunque ya casi no quedaba gente), pero que estaban todos muy curados y odiosos, así es que preferí irme. Entré a mi casa, me saque los tacos para no despertar a nadie, ingresé a mi habitación, tomé mi teléfono celular y escribí el siguiente mensaje de texto a uno de mis mejores amigos: “Vengo llegando del bautizo, bailé y tomé hasta las molestias, me vine sólo por que ya se me habían declarado 3 curados y no quería que me molestaran más”. Me saqué la ropa, me puse mi pijama, apagué la luz, observé a mi alrededor la oscuridad de la noche, tome aire, ...suspiré..., me sentí tranquila, me acosté, miré por unos segundos el techo y luego me dormí, haciéndome compañía a mi misma ...sola otra vez, pero tranquila al fin.

Texto agregado el 06-06-2006, y leído por 3870 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
19-11-2006 Definitivamente hay que ser mujer para darle un sentido más profundo... Especialmente en el tema de las descripciones de las ropas, te juro que por ahí me perdí más de una vez... =S Un texto muy entretenido... =P PepeTopo
17-06-2006 Muy bueno amiga, las descripciones son exactas y encantadoras.Besotes estrelladotes marianaruiz
06-06-2006 Si elcorinto
 
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