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Inicio / Cuenteros Locales / Sandfra26 / Sara en la sala de los sabios

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Esos ojos verdes de ese ser extraño hacían que el magnetismo fuera tan amplio que no pudiera levantarme y marchar de ese show decadente.
Expresaban mucha curiosidad, a lo que yo le correspondía de la misma manera.
La cara de ese personaje no disponía de su otra mitad; la de abajo; así que no tenía ni nariz, ni mentón ni boca.
A veces me procuraba miedo ya que nunca había estado acostumbrada a seres tan extraños.
La gente, en cambio, seguían mirando el escenario vacío; algún cuchicheo se podía oir pero lo que rompía el silencio eran los aplausos.
Yo los observaba atentamente ya que no tenía otra cosa a la cual observar.
Giré la vista en busca del ser que me espiaba como yo hacía con ellos y ya no se encontraba en su lugar; intenté buscarlo con la mirada y seguía sin encontrarlo.
Una palmada en mi hombro me hizo sobresaltarme.
Giré la cabeza y lo encontré detrás mía.
La primera impresión fue de miedo, pero esos ojos me inspiraban la suficiente confianza como para levantarme y marchar con el fuera del teatro.
- Tu no eres de por aquí ¿verdad? - me preguntó.
- Es obvio de que no soy de aquí; no a ver...como lo diría...no soy tan extraña físicamente como a mi vista sois vosotros.
- Para mí eres extraña.
- Pues no debería serlo porque tengo mi cara al completo; tengo mi nariz, mi mentón, mi boca.
- ¿Y quien te dice que eso sea lo normal?
- Hombre se supone.
- Se supondrá para tí; para mí no, ya que es la primera vez que me encuentro a alguien como tú.
Aparte otra cosa ¿Que es la normalidad?
- Pues no sabría contestarte ahora mismo pero supongo que el disponer lo que la mayoría dispone.
- Entonces si es como tu dices; aquí lo que no es normal es el físico tuyo.
- Pero en mi lugar lo vuestro sería lo que no correspondería con la normalidad.
- ¿De donde eres? ¿De donde provienes?
- No sé si conoces España...
- No.
- Pues de la Tierra. ¿Y vosotros de donde sois? ¿Donde estamos situados?
- Aquí y ahora.
- ¿Aquí y ahora?
- En verdad crees tan necesario cuestionarse todo?.
- Simplemente es curiosidad.
- Aquí conocemos el significado de la palabra curiosidad por eso la evitamos. Evitamos disponer de esa palabra porque igual atravesariamos el tunel de los sueños y empezariamos a aspirar lo que allí se nos ofrece. Por eso deseamos que lo que poseemos; sea real o no; sea lo suficientemente bueno como para no plantearnos nada ni aspirar a nada más.
- Eso en mi país lo llamamos conformismo.
- ¿Conformismo? Nunca lo había oido.
- Bueno sí, yo no soy un diccionario parlante así que no podría darte una explicación exacta de la palabra pero conmunmente se trataría de la gente que no ambiciona nada más de lo que tiene y se conforma con lo que posee.
- Entonces esa palabra me gusta; porque aquí todos somos conformistas...
- Una pregunta... cambiando de tema ; ¿Por qué veíais una obra que no estaba siendo representada?.
- ¿Y por qué lo calificas como obra si supuestamente no estaba nadie representando nada?
- Bueno, supongo que es un poco entendible a lo que me estoy refiriendo.
- Sólo un poco... ahí había gente representando una obra, otra cosa es que tu no la vieras...
- Pero...
- Ya, supongo que divergencias de realidades. No te has conformado con esta realidad y supongo que estas todavía adaptada a la realidad que te dictan tus ojos, totalmente innecesarios en este lugar.
- Pero entonces, si que había una función?.
- Exacto y la sigue habiendo, todavía no ha terminado. Lo que pasa que tenías que haber abierto mucho los ojos para observar más allá de lo que lo extraño del lugar te los cerraba.
- Demasiado atenta a mi curiosidad te refieres no?
- Eres curiosa, me has dicho; si es así, supongo que ese sería el motivo.
De todas formas tanto como aquí como supongo de donde provienes tu la gente ha perdido la capacidad de no conformarse y soñar, y eso es lo que hace que no veamos más allá.
Yo no entiendo tu punto de vista porque no lo he soñado y tu no entiendes el nuestro porque todavía no te has abierto o has abierto las puertas del sueño.
De todas formas podías acompañarme a un lugar?.
- Vale.
La afabilidad demostrada por ese personaje y el buen trato recibido me dio la suficiente confianza como para dejarme guiar por el.
Fuimos andando por baldosas de diferentes colores.
Los edificios que adornaban las calles eran de varios colores pero me asombraba ver como en algunos el colorido alegraba y, en otros edificios, el color era inexistente.
Pude comprobar y pude definirlo como edificios sin terminar. Como si fueran hechos con lápiz y carboncillo y, el pintor, cansado de seguir esmerado en la faena de dedicarle todo su tiempo a trazar líneas y, a pintarlo, hubiera desistido. Ocupándose sólo de los más bellos o los que ya estaban coloreados.
No había mucha gente por sus calles; pero las pocas que habían eran iguales a las que vi en el teatro.
Ya empezaba a acostumbrarme un poco a esta situación y a esos personajes extraños. El miedo y la curiosidad se me iban disipando.
Me sentía cómoda, además la suave brisa que daba frescor al Sol que golpeaba fuerte mi piel me hacían sentir muy bien.
Y la compañía también ayudaba.
Durante el corto trayecto no hablamos mucho; sólo dejamos escapar unas pocas palabras pero nada definitorias o concluyentes.
Nos paramos enfrente de un edificio de colores amarillos, verdes, rosas y rojos. En realidad el contraste de colores no era lo suficientemente correcto para decir que podía ser hermoso ; pero las finas rayas que ondulaban unos con otros lo hacían equilibrado.
Los colores se mezclaban; los mismos que no dejaban casi descubrir donde empezaba uno y acababa el otro.
Era en realidad un edificio lo suficientemente hermoso como para estar parado contemplándolo durante algunos minutos.
Pero que había dentro de él?
- ¿Por qué nos paramos aquí?
- Evita tu curiosidad y entra.
Abrió la puerta sin utilizar ninguna llave y detrás de el me metí dentro del edificio.
En su interior ya no había tanto color; lo que más predominaba era el negro y el gris.
Un montón de cacerolas, equipos de música, altavoces, televisores, radios, muñecos de porcelana y utensilios varios se hallaban recopilados alrededor de la sala.
El ser extraño se giró hacía a mí y me preguntó:
- ¿Los oyes?.
- ¿A quién? Yo no oigo nada, sólo el silencio.
- Abre bien los ojos y escucha al silencio.
Abrí todo lo que pude los ojos incrédula de que tras ese silencio se pudiera escuchar algo.
Pero tras unos minutos de permanecer atenta empecé a escuchar unos murmullos; voces como de seres diminutos invadían mis oídos.
- Creo que ya empiezo a escuchar algo...
- No quiero que empieces, quiero que termines. Así que cuando creas necesario te explico el porqué de esas palabras y de esta sala y de estos utensilios.
Seguí atenta y abrí más los ojos intentando descifrar que querían decir esos murmullos.
- Hola ¿Quien eres?
- Hola, eres muy extraña; ¿De donde eres?.
- No habrás venido aquí para hacernos daño.
- ¿Como te llamas?
Distintas voces; unas masculinas y otras femeninas me estaban acribillando a preguntas.
Desistí de contestar a las voces que no paraban de preguntarme y le advertí a mi acompañante que ya estaba preparada para recibir una explicación.
- Entonces ya les has oído; esta es la sala de los genios. Todos los utensilios que en su momento poseíamos y, de los cuales, no podíamos vivir, los hemos depositado en esta sala y en este edificio.
- ¿Por?
- Espera que termine. Antes vivíamos hacinados entre todos estos utensilios; no veíamos más allá de considerarlos seres inertes hasta que de repente empezaron a rebelarse. Y creo que con razón.
Al principio, por miedo, empezamos a depositarlos en este sitio porque nos estábamos enfrentando a una realidad de la cual no estábamos preparados. Aparte esos utensilios no nos servían de mucho si mientras los utilizábamos nos hablaban.
Como podíamos coger una cacerola y ponerla al fuego si mientras tanto nos estaba diciendo algo; sentíamos que la procurábamos daño. O si veíamos la televisión y mientras escuchábamos las noticias ella nos hablaba... Era un poco un incordio amoldarlos con los humanos...
Pero desde que están aquí venimos a visitarlos; al principio fue por la costumbre de no poder despegarnos de su existencia pero más adelante nos quedábamos largas horas a conversar con ellos. Por eso se llama la sala de los sabios.
- ¿Pero sabios por qué exactamente?
- Porque cada utensilio conoce mucho la vida, costumbres de su dueño, y los consejos que reciben por parte de él siempre son los apropiados y correctos porque nada mejor que te aconseje que quien te conoce...

Texto agregado el 08-06-2006, y leído por 117 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
10-06-2006 Me siento un poco extraño. Es como si hubiese acompañado a Alicia a través del espejo. castillo77
 
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