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Inicio / Cuenteros Locales / marxxiana / Y al final … ¿qué era?

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¡Qué plomo! Afuera llovía y hacía ffffríiiiio, (de la plaza entonces olvidate). Y acá adentro estaba calentito pero la luz se había cortado, así que no había tele ni jueguitos ni compu para pasar el rato y divertirse.
Papá y mamá habían salido un rato antes y yo me quedé acá, preso y abandonado. Bué, tampoco era para tanto. Estaba con mi perro Tachuela, mi tortuga Margarita, mis crayones, una hoja con tres gatitos dibujados y mi abuelo Eulogio...
¡Mi abuelo Eulogio! ¡Claro! ¡Cómo no se me ocurrió antes!
“¡ABUUUU! ¡ABUELOOOO!”
El pobre casi pierde las pantuflas por venir corriendo a ver qué pasaba. Se asomó al cuarto con cara de siesta a medio dormir y entonces le pedí: “¿Me contás una historia?”
“Aja”, dijo él y fue hasta la repisa donde tengo mis libros de cuentos.
“¡No! ¡Contame, no me leas!”
“Aja”, dijo él y se sentó en un borde de la cama. “¿Y de qué querés que sea la historia?”
“¡De cuando vos eras más joven, Abu!”
“Aja”, dijo él y se puso un dedo en el medio de la frente como hace siempre que se quiere acordar de algo. Estuvo así un ratito hasta que de pronto él dijo: “¡Aja!”
Y arrancó:
“Resulta que una vez, mientras trabajaba como marinero en un buque ENOOOOORME que llevaba lana y agujas de tejer a Noruega, sucedió algo de lo más extraño. Estábamos en la cubierta con unos amigos, tomando mate y convidando galletitas a las gaviotas, cuando se desató una tormenta terrible.”
“ El buque se bamboleaba de aquí para allá y de allá para aquí. Las olas gigantescas nos sacudían como si el nuestro fuera un barquito de papel que en cualquier momento podía hundirse. Bajamos a nuestros camarotes corriendo y desde allí escuchábamos al viento silbar. La mayoría de los muchachos se había mareado, pero no yo, aunque debo confesar que estaba un poco asustado. De todas las navegaciones que había hecho y de las tormentas que había tenido que soportar esta era la peor.”
“Pero, como dice el refrán: Siempre que llovió, paró. Y tan rápido como apareció, la tormenta se disolvió. Y ahí fue cuando empezó lo raro.”
“Salimos a cubierta a ver si no se había soltado algún cable o si la tormenta no había roto nada. Todos nos íbamos riendo, más tranquilos ahora que el barco había salido de esa licuadora gigante en la que parecía estar. Pero al legar arriba y mirar a nuestro alrededor nos quedamos...”
El abuelo hizo silencio y miraba por arriba de mi cabeza como si atrás mío estuviera parado un marciano. Yo me di vuelta por las dudas, pero como no vi nada le pregunté: “¿Se quedaron cómo, Abuelo?”
“Así, duros, con la boca abierta y sin una palabra. Uno de mis compañeros, Diógenes, bajó a avisarle al resto de la tripulación porque creía que si lo contaba nadie le iba a creer. Con ellos vino el capitán, y él también se quedó helado.”
“Estuvimos así un rato largo. No sé cuanto tiempo habrá sido, pero durante ese lapso nadie hablaba ni se movía. Lo único que hacíamos era devorar con nuestra vista; es más después de eso muchos marineros empezaron a usar anteojos de tanto que se les había cansado la vista.”
“El capitán entonces resolvió que todos bajáramos al comedor. Obedecimos, aunque un poco enojados porque en realidad lo único que queríamos era seguir mirando.”
“Y al final, ¿qué vieron en la cubierta del buque?”
“Ahí está el problema. Una vez reunidos en el comedor el capitán dijo que teníamos que decidir qué hacer con ese plato volador dorado que había descendido.”
“La mayoría se rió y un marinero le dijo: -¿Plato volador? Pero yo vi una hermosa sirena de pelo rojo...”
“- ¡Qué sirena ni que ocho cuartos! -,gritó otro, - Ahí arriba hay un jardín lleno de plantas de lechuga y garbanzos...”
“Y así se desató una discusión infernal, porque nadie había visto lo mismo que el compañero de al lado. Todos gritaban y aseguraban que sobre la cubierta estaba lo que ellos habían observado y no otra cosa. Eso duró hasta que el capitán pegó un grito y todos nos callamos.”
“Al maquinista del buque, que era un hombre práctico y muy inteligente se le ocurrió una idea. -¿Por qué no vamos de vuelta hasta la cubierta y miramos bien? A lo mejor nos equivocamos y creímos ver lo que no era. Vayamos todos y tratemos de ponernos de acuerdo.”
“Y bué, dijimos todos y hacia allá fuimos. Pero al llegar arriba y mirar a nuestro alrededor nos quedamos...”
“¡¿Cómo, cómo?!”, pregunté yo , ansioso por saber qué era.
“Así, duros, con la boca abierta y sin una palabra.”
“Pero, ¿qué había en la cubierta, Abuelo?”
“Nunca supimos, porque cuando llegamos no había NADA. Todo estaba en su lugar y los cables estaban bien atados como de costumbre. Pero de lo que antes habíamos visto no quedó ni rastro.”
“Por supuesto cada uno se quedó con su versión, nadie quería dar el brazo a torcer, pero decidimos darle la razón al médico que viajaba con nosotros.”
“ Él le echaba la culpa al mareo que teníamos por culpa de la tormenta, dijo que probablemente lo visto haya sido sólo producto de nuestra imaginación. Todos dijeron: - Sí, sí, eso debe haber sido. Pero a mi no me convencieron porque yo no estaba mareado. Yo sé lo que vi y no voy a cambiar de opinión por nada del mundo. Y eso fue lo que pasó.”
“¿Te gustó la historia que te conté? ¿Querés tomar una taza de chocolatada con torta?”

Yo me quedé con unas ganas terribles de preguntarle qué había visto ese día. Pero era evidente que no tenía intención de decírmelo así que fui con él a la cocina y seguimos charlando de otras cosas hasta que mamá y papá volvieron a casa.
Ahora cada vez que estoy aburrido y sin nada interesante para hacer, me siento, cierro los ojos e imagino qué cuernos vio el abuelo Eulogio en la cubierta de su buque…

Texto agregado el 25-06-2002, y leído por 659 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
03-09-2002 Me ha encantado Marxxiana, dejas volar la imaginación del nieto y la del lector BERTA
03-07-2002 me encántó leer tu cuento, es realmente adorable gracias¡¡¡¡ amalia
27-06-2002 y que vio el bueno de Eulogio eh?... Espero que no sean solo sus visiones... catarsis
27-06-2002 pues la verdad siento que la anecdota pudo haber dado para mas, pero cada quien con lo que quiere... esta interesante...¿que vio el abuelo? cronopio
 
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