No tienes idea de cuántas cartas he pensado hacerte llegar y en ese minuto de enviarlas es que prefiero quemarlas.
Hacer como que no existen, hacer como que nunca las escribiste.
Hacer como hacen todos. Arrugarlas y lanzarlas por la espalda.
Quizá todo esto te suene a lamentos taciturnos de amores no correspondidos altamente trasnochados y pasados de moda. Raros peinados esos fuera de temporada. Raros sentimientos esos que no pierden boga.
Ni te imaginas cómo he descubierto que la cama en la que me tumbo, aún expele tu esencia.
Ni sospechas alcanzas, porque he derribado los muros que construí al lado de los miedos de niño.
Las cartas que no escribo son botellas lanzadas al mar.
Las caricias que guardo, las almaceno en el mismo bar.
No tienes idea de cuántas cartas he pensado hacerte llegar y en ese minuto de enviarlas es que prefiero quemarlas.
Hacer como que no existen, hacer como que nunca las escribiste.
Hacer como hacen todos. Arrugarlas y lanzarlas por la espalda.
Las cartas que no escribo te las dedico.