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Debo confesar, que de todas las historias sorprendentes que alguna vez formaron parte de mi vida, es esta la más sorprendente; no por extraña o singular, sino porque la misma me fue develada en un sueño; Sin embargo, no pocas son las razones para creer que dicho sueño no es mas que el devenir de otro sueño, del que soy perfectamente ignorante. El Sr. Juez era un hombre solemne, tan solemne como debe ser un Juez
de la nación. Ni demasiado ostentoso, ni demasiado austero, jamás descuidaba forma alguna, ni con sus subordinados - que por cierto eran numerosos -, ni con su familia, ni con aquellos conciudadanos que en desgracia con la justicia aguardaban en sus solemnes dictámenes la suerte de sus vidas. Por esta razón, el Sr. Juez se retiró a descansar con toda la solemnidad que esto ameritaba. De manera solemne llegó la somnolencia, y de manera solemne llegaron las primeras imágenes del sueño, y con el sueño, la solemne presencia de Ernesto Bruno Herbert, que sin perder la postura, ni la calma, se presentó en el destacamento policial. Sin mayor expresión que la necesaria para solicitar un boleto de tren, o un chocolate en la despensa, Ernesto Bruno Herbert proporcionó a los oficiales una breve explicación del motivo que lo traía por tan solemne institución – vale aclarar, que hasta el mas novato de los agentes había notado las manchas de sangre que cubrían las manos y ropa de este solemne señor-. Sin mayores rodeos, Ernesto Bruno Herbert confesó el asesinato de Nélida Rosa Rhon. Como es de suponer, ante suceso de tamaña gravedad, el solemne oficial ordenó al solemne agente que ponga a buen cuidado la persona de este solemne señor, y de inmediato se dé aviso al Sr. comisario.
Ernesto Bruno Herbert no reparó en inútiles proyecciones sobre su suerte, ni vaciló en adoptar una postura propicia para conciliar algunas horas de sueño, sobre el húmedo colchón de la húmeda celda. De manera despreocupada cerró sus ojos, y de manera despreocupada llegaron las primeras imágenes del sueño, y con el sueño, la solemne imagen del Sr. comisario, que cortaba con digno cuidado el tallo de una rosa en el jardín de su casa, ubicada en las afueras de la ciudad; Ciudad que aborrecía por considerarla poco propicia para su solemne modo de vida, pero que a la vez honraba con sus dedicados servicios; servicios que consumían largas horas de su vida y que por consiguiente poco dejaban para su esparcimiento personal; con excepción de la hora semanal dedicada a su preciado jardín. El señor comisario era buen ciudadano, como toda persona respetable, y de buen corazón, asistía rigurosamente a misa cada día Domingo y mantenía relaciones amistosas con sus vecinos y con la gente respetable de la ciudad. Sin embargo, el Sr. comisario distaba de ser un Sr. perfecto, claro está que ninguna persona en la ciudad lo era, pero de cualquier manera siempre cuidaba las formas. No obstante, algunas noches - no todas por supuesto – el Sr. comisario escapaba algunas horas de su rutina para visitar su discreta casa de las afueras de la ciudad. En aquel lugar, aunque de manera reservada y manteniendo cierto juicio, el Sr. comisario se permitía ciertos placeres. Era su costumbre regresar a casa no demasiado tarde, sin embargo, esa noche tomó la inédita decisión de entregarse al reposo allí mismo; Envuelto en el éxtasis de los placeres llegó el sueño; y con el sueño llegaron las primeras imágenes del sueño; Y también la imagen del solemne agente, que con la premura propia del caso corría sin respiro a casa del Sr. comisario, en las afueras de la ciudad. Pocas cuadras después de emprender la orgullosa marcha, para dar efectiva respuesta a su importante mandato, el solemne agente escuchó los gritos de una solemne mujer, que con la mayor solemnidad permitida en situación semejante, profería ininterrumpidos pedidos de auxilio. Sin dudar siquiera un instante, el solemne agente – arma en mano – ingresó a la solemne casona desde la cual provenía la solemne voz de súplica. Cercano al segundo piso, un ahogado grito paralizó al solemne agente, que ante semejante indicación de peligro, detuvo su marcha y continuó con sumo cuidado. Pocos metros antes de llegar a la puerta del único departamento del tercer piso – que se encontraba abierta – el solemne agente se detuvo para evaluar la situación: en ese preciso instante, un joven lo tomó por asaltó, sin dejar margen para maniobra defensiva alguna; Antes de reaccionar, el solemne y sorprendido agente sintió en su vientre el frió acero de una daga y se desplomó sobre sí mismo; Luego, el dolor ya no estaba; y con la ausencia del dolor llegaron las primeras imágenes del sueño; y con el sueño llegó la imagen del Sr. Juez, que ingresaba a su solemne despacho para celebrar una solemne audiencia; Y en aquella audiencia, Ernesto Bruno Herbert, tan solemne como despreocupado se declaraba culpable de los hechos; Y el Sr. comisario, tan consternado como solemne, se declaraba satisfecho por la inquebrantable justicia; Y el Sr. Juez dictaba la solemne sentencia al acusado; Y Ernesto Bruno Herbert, sin decir palabra, permitía que lo trasladen por los distintos pabellones de la alcaldía, en espera de su destino; Y el solemne Juez se retiraba, al final del día, satisfecho de sus virtudes; Y así, lo sorprendió el sueño; Y con el sueño llegó la imagen de Nélida Rosa Rhon, que abrazaba al Sr. comisario en su lejana casona de los suburbios, y en su lejana casona de los suburbios el Sr. comisario perdía todo decoro, y olvidaba su dignidad, y soñaba con historias que Nélida Rosa Rhon deseaba conocer.

Texto agregado el 15-06-2006, y leído por 743 visitantes. (63 votos)


Lectores Opinan
10-07-2008 Ⓐ patasflacas-quebradas
08-10-2007 Sí, yo también admiro la capacidad de comprensión que algunos de tus lectores parecen tener; A mi me pasa que me pierdo portal
07-10-2007 me gusto mucho, seguiré recorriendo tus historias. obvio 5*! MAGAROSA
03-11-2006 coincido con adngonzalez en que la repetición de las palabras hacen de la lectura del texto un canto a modo de copla, le imrpime ritmo y parece que la cuenta un orador, me gusta. La historia es como un sueño, triste historia muy bien contada, cada vez mejor, sin duda alguna. Un saludo iolanthe
06-10-2006 me encato el cuento,,,muy bueno,,,te doy las 5 estrellas por ese escrito foca_89
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