Buen día...
Se extiende el alarido de las industrias mecanizando el paso de los obreros, nuestros padres

Las nubes bajan su cortina y se abren los libros, nuestros libros
Y ya han pasado dos horas desde que mis amigos devotos cantaran sus primeros Hare Krishna purificándonos

Todo fermenta, cae y se pudre pero Concepción sigue intacta ignorando los años que se deforman detrás de ella

Intacta, dichosa de ver crecer a sus hijos entre la maleza
Nirvana que permanece desde esas fotos de Ginsberg ovulándonos en la Universidad de Concepción en el sesenta
Antes de nacer, los huevos en la maleza buscan calor entre otros huevos

Liceo Enrique Molina y la "Srta." de filosofía Brevis, expulsándome por ser un incipiente poeta
El Liceo Lorenzo Arenas que disimula, muy mal, las torturas de su matadero sin fecha de vencimiento
El mate dentro de un paraguas en el Liceo Balmaceda que me amamantó cuando comencé a sembrar alas

A la vida el homenaje de un huevo que se triza y hace respirar al aire
Como el carbón que desea subir a través de las raíces de un árbol para ser fruto de los niños

Gracias Chiguayante, nido montañoso que empolla nuevos soles
Población Pie de Monte bautizando en su cabecera con la cascada de los ojos que se fueron
Abajo, el río de piedras de la Costanera despliega alas subterráneas de todas nuestras clandestinas emociones

Y los volantines que rompieron sus cadenas y rodaron con nuestras polquitas hasta las ramas de un árbol invertido

El Campanil que siempre quise lucir con cadena a mi chaqueta

Fuera de tiempo, el Parque Cousiño, los hombres topo de Lota y el asfixiado poema de Ferlinghetti
Las canciones a carne abierta brotando del carrusel de árboles de las calles de la re- maldición Paicaví

El río Bío- Bío que bajó a la poesía que nos soñaba haikus bajo la escarcha de la cordillera
La llave a portales de amor y cerrojos de odio en el ombligo del Parque Ecuador

La Isla Quiriquina que me acunó y que hoy danza cada día más lejos de mi recuerdo
La Estación de Trenes y un carro inmóvil que nos llevó a contemplar al Flautista a las Puertas del Amanecer

El arcoíris que perseguimos desde Valle Nonguén a Playa Blanca dentro de una botella de auxilio
El mordisco del mar a Caleta Lenga y los Bunkers comenzando a salir en esas malditas cajitas rectangulares

Villa Acero y Hualpencillo, impulsando las ruedas del gateo no vidente de mi bicicleta
El acto poético Higiénico en el Jardín Primitivo
El recital de Expiación dentro de un eclipse, en una pesadilla del Katamaro

El recital Vi-Vop, Cesar Altamirano muerto, sus órganos reventados contra el público y la Yonki Band incendiando mi pantalón
Un rostro ensangrentado frente a una autoflagelación carnicera y un paraguas cubriendo esa iniciación en el Yugo Bar

El Medio Toro transfigurando a dos Beatles con Jorge Mendoza, mártir del rock penquista, caminando sobre hielo con un yunque en sus manos

Las fiestas expansivas con sabor a rosa mosqueta en el Club 37
El año nuevo del 2000 con Los Santos Dumont subiendo a la neblina sicodélica luminosa del Club del Beat Muerto

Un gnomo con camisa de fuerza desgarrándose poemas en el Lengue Lengue que fue útero de varios partos
La catedral del Don Pedro y el sumo sacerdote Levy Fransán dando comunión a los beat-ificados
El recuerdo del Cariño Malo y del Moloko donde oí a Pegotes y Machuca en la mejor sincronía etílica terminando las sobras en el foro bajo la radio clandestina

El 30 y tantos y sus sabrosas empanadas que nunca probé
Los Tres despidiéndose en nuestro hermoso Teatro Concepción con una petaca y un revólver en los bolsillos de los poetas asistentes
El Bristol que se ató a mis zapatos hambriento de versos alpinistas
La escalera de la República que sube hasta las consagraciones y despedidas

Y nuestros amigos perpetuando una especie ovípara
Gonzalo Verbal, emigrando en discos del futuro que seleccionó el pasado en el Magic Bus
Víctor Vega, que incendió la mecha de Aullido desde el desierto de Calama definiendo trivial como 1/2 kilo de inconsciencia y 1/2 kilo de individualismo
El Nico en la Ollita alimentando al mod que viajó desterrado desde Brighton a Talcahuano
Mi Panchi, por tener la canción perfecta y el abrazo de miel
Tania Merino, reporteando al Aullido en Crónica y su amistad al borde del abismo que nace en su dedo
Pamela Cid, entrando al Cine Romano y uniendo en su hogar una nueva legión de creyentes
Freddy Jadue, camuflado radar espía de un planeta que intenta socorrernos
Lorena Oyarce, brillando incluso en los negativos, viviendo Afterlife en el Cine Regina
El Mustafá, rogando que ningún mago lo saque de su botella que aún no termina de colorear
Rony endulzando de cacao la Laguna de los Patos y el Mano de Obra con sus cuerdas de esperanza inventadas en Suecia
El Caminante, caminando en círculos perfectos entre los hippies y los punks de la diagonal
Oniri, fuera del Duoc me ve acercar en forma de caricatura y me invita una cerveza con sabor a tinta
Andrés Santa Cruz, impecablemente vestido animando el piano de sus recuerdos en Alemania que sus padres corean en sueños
Unas gafas compradas en lo de Pares viendo una revista usada de la librería Arco iris
El Minotauro que acoge a mis blues y que observó en su frente la fotografía que admiro en mi living de Santiago
Y en todas las direcciones el Vialino, el Martínez, el Castillo, Los Luppis y la legendaria Tita.
El afecto por los Bigotes tocando en la Plaza de Armas en transfusión con los Aullido y en la Universidad de Concepción exhumando Hey Joe
El Taller folklórico Voces del Bío- Bío que me dio más admiración por mi padre
El ídolo Señor Tornillo y la Dixieland en derecho

Y ¿Cómo no?... la poesía
El Taller de Tulio Mendoza en todas las ferias del libro

Ensimismarte y De Vinagres en español preservando esta noble tradición penquista
Y Aullido, la realeza del castillo de la demencia

MACARENA NAVARRETE, alas en sus ojos en un cielo que intenta mimetizársele anclando sus nubes
ALONSO CASTILLO, un gigante que sabe que cuando baja se hace más grande
IGNACIO GALLARDO, un choque contra las murallas y la sangre lila de poeta que me donó
CRISTOBAL BARRIENTOS, en sus calles putas, tu abandonada poesía, los blues que punteabas con tus venas y con otra rueda orientando al pez- bicicleta
RODRIGO DIAZ, que fue Demian y me enseñó a ser Demian
y ANGELO GUIÑEZ que amó escribir este poema

Sí, Jesús seguramente desearía reencarnarse en Concepción
Allí jamás levantarían una cruz contra nadie
Concepción, un mítico pueblo obligado sarcásticamente a responder como ciudad
Una montaña sin horizontes
El cordón umbilical está tirante pero aún no se desconecta
El vientre no cicatriza
Querida ciudad, como quisiera tener mayor imaginación para donarte mi cuerpo y asistir a una ceremonia sanatoria donde puedas abrazarme
Y quedar como usted, intacta, celebrando a tus nietos que continuarán tu honra.