El hijo de Carlos sufrió una grave y repentina meningitis. Como el hombre era muy pobre, recurrió a su jefe para que le adelantara su sueldo y de este modo, internar a su nene en una clínica. El jefe adujo que la empresa pasaba por difíciles momentos y que tal petición era imposible de complacer.

Al día siguiente, el estado del niño se agravó y en la tarde falleció, dejando al matrimonio sumido en el más profundo dolor.

La primera corona de flores que llegó a ese hogar deshecho en llanto fue la de la empresa.