La ausencia tiene en sí misma
tantas formas de manifestarse
que sería en vano tratar todas de explicarlas:
a veces es una carta que viene de lejos
con un informe detallado de nostalgias
otras / es –quizá la más conocida-
un asalto imprevisto de recuerdos
que derriba las barreras del olvido.

La ausencia no tiene forma definida:
a veces es una palabra, una canción
o una ráfaga de viento con ecos y susurros de ayer
otras / es –tal vez la más familiar-
un suspiro profundo desde el fondo del alma
que nace y muere sin razón.

Hay tantas maneras de la ausencia
que sería imposible todas describirlas:
para mí –por ejemplo- la ausencia es un nombre
que llevo clavado en el corazón
y es también -para mi pesar-:
un rostro, una esencia y una caricia amadas
pero -en últimas- es una tristeza que persiste
más allá de toda posible explicación...


Bogotá, Enero 4 de 2004 / 5:00 a.m