Era una noche fresca, ya avanzada al punto que ni las hojas se despertaban con el pasar del viento. Una casa en medio de la ciudad, tranquila y pasiva como todas las demás que la acompañaban. Dentro de esta, descansaba placidamente una niña, la cual era tiernamente custodiada por una estrella que la observaba desde la ventana...

Y el punto luminoso se acerco, dudo un momento, estático en el aire, como observando el mundo que había en el interior de ese cuarto, intocable por la barrera transparente. En la cama, la niña seguía en su reposo silencioso. La pequeña estrella le dio un par de topecitos al cristal, al no ver reacción, siguió tocando.

Las imágenes se desvanecieron, la oscuridad lo
cubrió y los sentidos pusieron atención a la realidad.
El golpeteo continuaba y sus pequeñas orejitas se
estiraron para buscar la fuente de la interrupción. Un
parpado se movió y permitió que el ojo que protegía
diera un atisbo alrededor de la acogedora habitación.

Su atención se concentró en la ventana, la
estrellita y sus constantes golpecitos. La niña se
levanto perezosamente y se acerco lentamente al
vidrio. Quito el seguro y finalmente abrió un espacio
pequeño, la lucecita aprovecho y entro posándose
suavemente sobre la cama. Creció un poco en intensidad
y en tamaño.

La niña quedo momentáneamente encandilada
ante la luz, bajo su mirada y se tapo con sus tiernas
manitas. La luz decreció y la pequeña volteo a
observar. Donde se había posado aquel punto, ahora había
una criatura, de origen lupino, su pelaje era de un gris
traslucido y brillante y una mirada jovial en esos ojos
plateados que estaban posados en la jovencita.

Ella devolvió la vista, estaba temerosa, pero a la
vez fascinada. Acaso estaba soñando todavía, que había
despertado y observando lo que sus ojos apreciaban, o
por otro lado seguía en su camita y su imaginación
había tomado el control de sus sentidos? La curiosidad
crecía dentro de ella y lo único que importaba era
poder satisfacerla. La respuesta, la tendría esa
criaturita.








Como si hubiera esperado que la niña tuviera esa
duda en su mente, el lobo respondió: "Estas en el
umbral, aquella cortina tan difícil de distinguir
entre la realidad y los sueños. Se te ha dado la
posibilidad, de completar uno de tus deseos". El lobo
se bajo de la cama y se acerco tranquilamente hacia la
niña. -"Yo seré el encargado de cumplir esta
fantasía".

El desconcierto lleno la mente de la jovencita.
-"Pero, cual fantasía?". El lupino sonrió, -"La que
quieras pequeña. Solo dibújalo en tu mente.". La niña
cerro sus ojos e imagino aquello con lo que había
soñado, algo imposible, pero que deseaba toda ocasión
en que una estrella fugaz pasaba por su ventana.


"Esta vez será diferente, hoy tu sueño fue
escuchado y el cielo te entregara este regalo." El
lobo salto y dio unas vueltas, detrás de el una estela
celeste quedaba y se materializo en lo que parecía ser
una seda azul. -"Esta tela será una herramienta para
tu sueño, recórtala en forma del animalito que mas te
guste."

La pequeña corrió hacia su maletincito y lo
registro, saco unas tijeritas, de esas plásticas con
un par de hojas apenas filosas para cortar el papel.
Pero no importo, la jovencita no perdió tiempo y tomo
con cuidado la tela y recorto poco a poco unas formas
curvas. Su rostro estaba completamente concentrado en
la faena, mientras tanto el lobo se hecho en la cama
nuevamente.

Con un último corte, finalmente separo la forma
completa y la desplegó a lo largo de la cama, unas
alas redondeadas de la forma de mariposa descansaban
sobre el colchón. El lobo miro de reojo, sonrió y dijo
-"Tienes manos de artista, ahora recuéstate encima de
esa figura, por favor". La niña se poso sobre la tela,
el lupino salto nuevamente dejando caer una nueva
estela.








El canino se dirigió a la ventana, mientras la
pequeñita observaba y sentía algo extraño en su
espalda. -"Ahora, pequeña, podrás acompañarme". La
niña se acerco al portal abierto. El
lobo salto y animo a que la jovencita hiciera lo
mismo. Dudosa, se dejo ir, el viento la abrazo y por
primera vez, la chiquita voló.

El lobo la observo, le señalo hacia el cielo y
ambos iniciaron su escalada hacia las estrellas. Poco
a poco estas aumentaron en cantidad. Un hermoso
espectáculo luminoso lleno todo su rango de visión,
puntos intermitentes, de diferentes colores e
intensidades. Al frente de ellos, posada en medio de
todo ese océano, se encontraba la luna. Gigantesca e
imponente y era el destino final de ese par de
viajeros extraños.

Se posaron suavemente en la planicie del "Mar de la
tranquilidad", una pintura llena de color adornaba el
vacío del negro color del espacio, el Sol a lo lejos
brillaba con intensidad. La niña estaba
anonadada por la imagen, nunca antes vista y producto
solo de un sueño. El lobo la observo -"Espera pequeña,
viene lo mejor". En el horizonte, un viejo conocido,
hizo su aparición. Primero una punta blanca, pronto se
redondeo y después de unos minutos, un hermoso
amanecer de la Tierra.

La pequeñita solo sonreía y admiraba el paisaje.
Perdió la noción del tiempo, hasta que los rayos del
sol empezaron a molestarla. El lobo, sentado junto a
ella, solo veía hacia el horizonte. -"Es tiempo,
pequeñita, de que volvamos, este regalo es tuyo y de
nadie mas, ha sido creado, para que tu mente lo reviva
una y otra vez, en todo momento que cierres tus ojos,
disfrútalo".

Y sin mas, la niña entrecerrejó sus pequeños ojitos y
cuando volvió a enfocar, la luz de la mañana
atravesaba su ventana, estaba de vuelta en su cama.
Una gran sonrisa se dibujo en su angelical rostro, ya
no importaba si había sido un sueño o una vivencia, lo
que importaba es que el recuerdo palpitaba con fuerza
en su mente alegre.