MIS PANTALONES


La primera vez que preguntaste por qué motivo llevaba el pantalón tan ancho, no supe contestarte. Hoy, meses más tarde, me acordé de aquella pregunta.

Don Pancho es una de esas personas que han consumido mucha vida. Por su cabeza rondan siempre historias de juventud marcadas por la forzosa emigración a la que fue condenado desde niño. Un conocedor de mundo que habita en nuestro barrio y que siempre nos enriquece con sus experiencias. Parece mentira pero el tiempo es implacable, ya hace nueve años que Don Pancho realizó su último viaje, ese que no tiene billete de vuelta. Desde entonces, hay momentos del día en que lo echamos de menos y a veces nos parece verlo sentado por fuera de su casa, con la mirada socarrona que siempre nos dedicaba cuando pasábamos a su lado, con su gastado pantalón de pana, la rebeca de lana azul y su inseparable sombrero.

Hoy, mientras entraba a clase de psicología, una compañera me hizo una pregunta que no supe responder, sin embargo, por mi cabeza rondó, inevitablemente, una de las tantas ocurrencias que tenía Don Pancho. En este caso, la manía de coser el bolsillo de la derecha de su pantalón.

Nosotros, los más jóvenes del lugar, no entendíamos esa extraña costumbre y, por miedo a preguntar, pasamos largos años sugiriendo todo tipo de hipótesis. El día que se nos agotó la paciencia, mi vecino le preguntó de lejos:

- ¿Por qué lleva usted cosido el bolsillo derecho de su pantalón? ¿no se da cuenta que de ésta manera no puede utilizarlo?-

Don Pancho, riéndose como siempre, nos pidió que nos acercáramos. Cuando nos sentamos junto a él, se dispuso a contarnos aquello que tantas tardes ocupó nuestra imaginación:

-Verán chiquillos, esto que les voy a decir es un secreto, tal vez no lo entiendan ahora, pero en un futuro entenderán el sentido de mis palabras- Mientras hablaba, todos le mirábamos con los ojos bien abiertos y sin hacer el más mínimo ruido, luego, continuó diciendo:

- Estos pantalones que llevo puestos encierran todos mis recuerdos y mi actitud ante la vida. En el bolsillo de la izquierda guardo todos los buenos sentimientos, el respeto, la alegría por vivir, la tolerancia, las sonrisas y los besos, la generosidad, el cariño, el amor por las cosas, la amistad y todo aquello que contribuye a hacer felices a los demás. Sin embargo, en éste otro, el de la derecha, escondo los malos modos, las rabietas y los enfados, la avaricia y la codicia, la prepotencia, las ansias de poder, el individualismo; el desprecio y todo aquello que impide ser felices a las personas. Por este motivo llevo cosido el bolsillo, para no utilizarlo en lo que me resta de vida.-

Aquellas palabras que no supe encajar de niño, cobraron significado más adelante, en plena adolescencia. Fue un veinte de noviembre cuando observé en la televisión un documental sobre un dictador que sometió a un pueblo a cuarenta años de torturas, odio y represión. Aquel bajito dictador vestía un pantalón militar con un único bolsillo, ¡el de la derecha!, que dicho sea de paso, valía por dos.

No sé si las casualidades existen o no, pero yo, por si acaso, desde aquel día acostumbro a llevar cosidos los bolsillos de mis pantalones como el viejo Don Pancho, eso sí, los míos son más anchos no vaya a ser que, en un momento dado, no existiera espacio suficiente para todos los buenos sentimientos.


Fran Afonso
La Orotava (Tenerife)
Islas Canarias