hay una mujer que se para sobre el precipicio... el viento sopla tan fuertemente que es capaz de cogerla por la cintura y hacerla tambalear... pero no hay temor

será que ya camina algo convecida

no, no será ese el fin, lo sabe. Pero ¡¡¡cómo se le parece!!! y le gusta presentirlo... el viento seca la lluvia en su rostro. Otra vez la crueldad le ha comido el alma y se sabe exquisita...

se pregunta ¿cuánto tiempo más... cuánto más? y sigue en la contemplación vacía de sus ánimos.

sí... en las largas tardes de la vida tibia se ha vuelto una sucia contemplativa... y es que ya no busca escapar más... aún cuando el gustillo del asomo a la puerta de salida le hace humedecerse entre las piernas y tambalear sobre el precipicio...

"tal vez -piensa- el orgasmo que me devuelva su visita mitigue esta depresión y ahonde sobre la sordidez que me devuelva el aliento"


y entonces da vuelta, baja de la azotea y prepara el vestido que usará en el bar para cantar y beber, como siempre, a la salud de sus amigos... y los no enemigos...

otra noche para ser devorada...








(inspirada en el antiguo bar de Cassiel, lugar que solía ser punto de encuentro para las cinco puntas.... por cierto: va con dedicación especial a las almas amigas)