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Inicio / Cuenteros Locales / jorgebrav88 / UNA ÚLTIMA CARTA DEL SR. GUTIERREZ (Capítulo I)

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Una noche fría como ninguna se hace presente en el territorio de La Comunidad de las Bahamas. En Nassau, su capital, una típica lluvia decembrina anuncia el avance de la temporada otoñal. La ciudad se hunde en silencio en su, aún ajetreada, noche y es en las afueras de su capital donde un acaudalado francés está a sólo minutos de dar su último respiro. Miguel Gutiérrez lee, como todas las noches de la semana, páginas de uno de los tomos de su selecta biblioteca, sentado en su butaca de terciopelo, a sólo corta distancia de la chimenea. Su comodidad es absoluta, al igual que su concentración. Usualmente, se queda con él su leal sirviente Makub, un hombre de raza africana, que llevaba trabajando con Miguel ya varias décadas. Se habían conocido en una estación de gasolina cuando Miguel llevaba escasos dos días de llegado a el archipiélago. Makub se había ofrecido a ser el guía turístico de Miguel por unos cuantos dólares bahameños y este accedió. Se habían llevado muy bien y con tanta facilidad que Miguel decide pedirle su asistencia como su mayordomo ya que Makub estaba desempleado. Pero ese día, Makub se había ausentado una semana para ir a asistir a una hermana enferma en la ciudad de Freeport.
Ya sólo faltaban tres hojas para concluir la clásica obra de El Quijote, entonces Miguel decide continuar. El fuego de la chimenea crepitaba como nunca, y Miguel sigue leyendo emocionado de terminar un texto más de tantos que ya había leído; era un fanático de la lectura y un gran intelectual.
Estaba tan concentrado en su lectura que no se dio cuenta de que a tan sólo pocos metros de él, una figura humana; desconocida por la oscuridad de la noche, se acercaba a él por detrás muy sigilosamente. En su mano llevaba algo que parecía un objeto alargado enredado entre sus dedos, era algo parecido a un cable o una cuerda. La inquietante figura deja de respirar por unos instantes para que su respiración no alertara al concentrado Sr. Gutiérrez, y con la velocidad y la precisión de de una cobra real se abalanza sobre el cuello de su victima, apretando con gran fuerza y presión. Miguel hace esfuerzos para tratar de liberarse de la atadura, pero su avanzada edad limitaba sus fuerzas. En cambio el asesino hacía cada vez más y más fuerza para estrangular a Miguel. Miguel se desesperaba cada vez más y más, pero sus esfuerzos eran inútiles. Treinta segundos después, el cerebro de Miguel había dejado de funcionar por la falta de oxígeno, y muere de asfixia… simple y tradicional. El libro de El Quijote yace en el suelo abierto en la última página, junto al cadáver del empresario más acaudalado de las Bahamas. La figura del asesino no se hallaba más en la sala…había huido.
En ese mismo instante, en la ciudad de Buenos Aires, un avión arriba al Aeropuerto Internacional, en Argentina. El detective Armando Neruda llegaba de una conferencia en Europa, cuando recibe la llamada de su compañero, el joven Eduardo Reyes.
-Miguel…buenas nuevas amigo…prepara tu abrigo…nos vemos en el Café Turán a las dos y media de la tarde-¡Bip!...

Texto agregado el 14-07-2006, y leído por 92 visitantes. (0 votos)


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