Ya ni siquiera...hip...recuerdo el maldito día en que quedé convertido en lo que ahora soy...hip...un chinche piojento y más encima llorón. Por el juguito de uva perdí casa, mujer y trabajo. Me gano el pan de cada día hurgueteando...hip...entre las bolsas negras de basura...y todo para matar el hambre. Vivo gracias al vino...hip...que me calienta el cuerpo por las noches y me aturde la veintiúnica neurona que me va quedando por el día; eso sin contar el alma que se me echó el pollo no se cuando. Aunque si me dieran a elegir, elijo...hip...el melón con vino por el día y el tinto con coca...hip...cola por las penumbras. Mis tripas a estas alturas del partido no son más que...hip...un puñado de huaipe podrido en escabeche, metido en mi guata. Tengo la manía de cagarme en cualquier lugar, entre medio...hip..de rujidos y hediondas explosiones. Casi siempre ando...hip...con ganas de mear y la chunchule ya ni se me para, esta muerta para siempre, y eso hip... sí que es para llorar...sniff...sniff. Para redondear valgo menos que una palada de caca; pero soy feliz porque me mando solo, sí señor...hip, hip.

Ya ni recuerdo...hip...donde extravié la razón, la cuestión es que ahora ando por la vida a tiritones y escalofríos, lleno de mocos por la pulmonía; viendo fantasmas por todos lados, sobre todo bajo el puente entre las latas y los chonchones infectados de garrapatas y pulgas cavernícolas. Los diarios...hip...y los cartones son mis mantas acolchadas por las noches cuando las estrellas...hip...se confunden con las chispas de mis cables pelados y el frío se ensaña conmigo, aunque siempre el instinto...hip...me manda hocico abajo para no morir ahogado por el vómito como todos los finados. Yo para eso me meto el dedo el el güergüero. Pero insisto que soy feliz...hip... porque me mando solo como un perroguacho.

Trasciendo el humo por donde...hip...camino; mis bototos a jirones de goma siempre me llevan como un mojón río abajo; algunas veces soy vivaracho porque cocino el perro...hip...como nadie en la caleta. Nací...hip...en la falda del cerro y nunca lo subí, ahí me quedé, allí permanezco quieto hasta hoy como una lagartija esperando mi muerte todo cerote y raquítico; resignado...hip...a morir reventado a patadas o a lumazos en cualquier charco de agua mala...hip. Mientras tanto le hago al vino en caja y me paso los días intentando domesticar...hip...a las palomas que parecen ratones para comérmelas y hacerme collares...hip...con los huesos del ala.

Shuta ya ni sé si es de día o de noche; ya ni sé...hip...si estoy vivo o muerto, ni si me queda algún nombre que no sea tatita o viejo hediondo, ni si nací o no...hip..con la sarna. Ya ni me quedan puchos sueltos en el bolsillo, ni recuerdos en la roca que llevo en el pecho. Solo sé...hip...que soy un dios, un choro pulento que alguna vez tuvo carretón; hoja filuda como la gillette...resbaloso como el pescado fresco; ciruja...hip...fino, y medigo de tarro abollado; un escurrido como yo solo...hip. Porque como decía el temucano...hip...me gusta el vino...hip...porque el vino es weno, con frutillas, chirimoyas, con harina tostada, y hasta en la ensalada como vinagre. Soy un puta madre como el cola de flecha...hip...hip...epa ya me vienen las arcad...guaaajaaardooo, guaaalbertooo, walteeerrrr...hip...hip..hip.