Un mundo líquido
Las olas del mar les mojaban los pies, iban y venían al ritmo de sus respiraciones pausadas. Sus cuerpos húmedos, relajados, desnudos, abandonados a la reflexión ociosa del descanso. El ruido del agua tenía un efecto emocional extraño en JL, provocaba un estado de soliloquio interno que posteriormente se manifestaba irremediablemente en frases cortas, contundentes, espontáneas:
—Una gota de sudor, una lágrima y trago de agua de mar son la misma cosa.
Expresa JL con su voz pausada, como leyendo un parlamento para sí mismo, sin esperar respuesta. A su lado, sin moverse MN responde apenas conciente por el sopor de la tarde.
—Estas loco, como van a ser lo mismo.
Se estableció un diálogo en ese desde dos mundos diferentes.
—Es simple: tienen el mismo sabor: ¡Agua de sal!
—Pensándolo así, creo que puedes tener una gota de razón. Pero el que sean salados no significa que sean lo mismo.
Le respondió MN con flojera, sin esconder su sarcasmo habitual; JL continua ensimismado, no se mueve, era evidente que decía lo que estaba pensando sin razonarlo, simplemente pensaba en voz alta.
—El agua y las sales libres forman el mar, la lluvia, los ríos en un eterno circo de ir y volver. Agua que busca siempre el centro, como amantes enfermos que no pueden alejarse sin sentir esa necesidad de volver.
—No comprendo bien eso, lo que sí sé, es que te estás poniendo incomprensible e insoportable; había olvidado que el mar te enferma de la cabeza.
Ninguno se movía de su sitio, JL mirando fijamente a lo lejos el infinito azul que se confunde en la distancia y hace parecer que el mar y el cielo son lo mismo, MN sobre su costado izquierdo lo mirándolo con una disimulada ternura y compasión, cuando la modorra de la tarde le permitía abrir los ojos.
Era claro que JL estaba ausente y que lo que MN decía no lo escuchaba nadie.
—Esa misma agua atrapada en minúsculas burbujas, las células, forman un mar interior: ¡El mar donde la vida flota!
—Ya déjame descansar, olvídate de tus malditas meditaciones sin sentido.
MN decidió no hacer caso de lo que estaba diciendo JL, sabía que se callaría hasta que su crisis terminara sola; siempre pasaba lo mismo después del primer día de estar en el mar.
—Sin embargo, ese mar interior, atrapado en las burbujas de vida también siente esa necesidad de volver al centro, ¡de volver al mar primario!
Esta vez no hubo respuesta MN que yacía casi dormida.
—Ese mar interior por fin se escapa y los ríos de sudor y llanto buscan el azaroso camino de regreso ¡Por eso saben a mar!
Esta última reflexión despertó, por su entonación, a MN y la obligó a responder lo primero que se le ocurrió:
—Sigues con tus tonterías, ya déjate de delirios, ahora me vas a salir con que la maldita orina salada tiene algún romance con el mar.
Por un momento las voces se apagaron, la marea alta continuaba lavando los pies y las rodillas de ambos; MN dormía por fin y JL asentía la sugerencia de MN.
—Seguramente, la orina, la sangre, el sudor y las lágrimas son una parte del mar que buscan regresar un día: Porque somos un mundo líquido
MN roncaba plácidamente a su lado, su abrazo blando fue fácil de soltar, JL la miró tranquilo, la tristeza se asomó por un momento en sus ojos, se volvió hasta tener el mar de frente, el corazón latía alborotado, lo invadía la emoción de algo incomprensible. Caminó lento hacía el mar, dejando sus pisadas firmes en la arena, que las olas borraron en unos minutos para siempre y él desapareció en el mar...