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De manera misteriosa se dan lugar los hechos en ésta ciudad increíble.
Buenos Aires es natural en su desarrollo diario y en el movimiento de sus habitantes, creciendo a un ritmo vertiginoso a veces insostenible, pero es enigmática en sus historias ocultas, las que suceden más veces de lo que nos imaginamos o creemos darnos cuenta.
El siguiente relato lo había escuchado en lugares tan disímiles como mis ojos y las estrellas que ellos observan.
La primera vez fue cuando me encontraba subiendo por las laderas del Cerro Uritorco en Capilla del Monte, ciudad de Córdoba.
Faltaban unos cien metros de ascensión vertical y no presté demasiada atención a tales comentarios, ciertamente lo único que deseaba en ese momento era llegar a la cima dado el estado calamitoso que presentaba en lo que a salud se refiere.
La segunda de las veces me hallaba sentado a la mesa del bar El Cairo de la ciudad de Rosario, bar emblemático si los hay.
Dicen algunas lenguas, las divulgadoras de teorías esotéricas y demás temas de índole místico, ocultos para el común de la gente, que en Capital Federal, por Avenida Cabildo, luego de la defunción de Avenida Santa Fe, se encuentra una pista de patinaje sobre hielo en la que, repito, confiado por divulgadores de doctrinas secretas, algo poco usual existiría debajo de la gruesa capa helada, ni más ni menos que el ingreso a una serie de corredores laberínticos.
Se ha llegado a conjeturar que algunos desvíos de tales nidos de gusanos conectan con ciudades intraterrenas como por ejemplo ERKS (Centro Intraterreno de Conciencia Iniciática), Miz Tli Tlan (que significa para sus habitantes “Los hombres sabios”), como así también con Tia wa nan co (que significaría “Ciudad celestial al sur de China”, no confundir con Tiahuanaco, la arcaica ciudad de Bolivia que se encuentra a una hora de La Paz, lugar llamado el “ombligo del mundo”).
Se la ha relacionado también con ciertos lugares de la ciudad en los que se hallaría una salida (nunca sería posible utilizar una de ellas como una entrada, está vedado al común de los hombres) en el sector donde un carrito que vende pororó y praliné, insistiría en habitar ese espacio-tiempo, su estudio sería la envidia del gran científico Stephen Hawkins.
Incluso es por demás de dificultoso dar con este puesto, debido a que no se lo puede ubicar de manera directa, sólo se puede hallar entornando los ojos al iniciar o finalizar un eclipse de sol u observando de manera indirecta el límite de nuestras órbitas.
Incluso, según comentarios de un tal Esteban Espeleta, estudiante de Filología de la Universidad del Litoral, habría detectado casi milagrosamente en un día de ocultamiento de la estrella de nuestro sistema, una leyenda en las paredes de tan precaria instalación que rezaría lo siguiente: “Otra civilización nos domina”, que concuerda con el título de un escritor argentino sobre temas de ésta índole pero tratado de manera seria por este profesional.
Se ha llegado a insinuar que, en el interior de las construcciones cavernosas, revelado por escrituras automáticas de gente que aduce tener poderes paranormales y por estudiosos del sincretismo y teorías universalistas, inscripciones en “Irdín”, única lengua que hablarían las civilizaciones de planetas que han logrado alcanzar un alto grado evolutivo, inclusive se dice que Jesús habría tenido conocimientos para hablar perfectamente este idioma (según información extraída de un libro de Trigueirinho).
Lamentablemente son datos sin consistencia alguna la ubicación de tales obras, por no contar con el menor apoyo científico que lo demuestre.
He frecuentado el lugar con amigos que comparto estas creencias (ellos más que yo) en pos de investigar sobre la veracidad de tales aseveraciones.
Hemos recorrido la pista centenares de veces, inclusive dejando de lado nuestro orgullo de sabernos expertos en el arte de deslizarse sobre superficies de toda índole (teniendo en mi haber copas ganadas sobre extensiones lustradas de palieres de edificios ajenos, amplios espacios entre góndolas de supermercados, veredas recién baldeadas por vecinas inescrupulosas, etc.) para poder así caernos repetidas veces, fingiendo lesiones y observar de mas cerca, intentando recabar información, algo que demuestre lo hasta ahora imposible.
He tratado de descorrer el velo oscuro que se cierne sobre este enigma fantástico (entrañas de una ciudad que muta constantemente en su exterior) escarbando disimuladamente en el hielo innumerable cantidad de veces, con las cucharas hurtadas de los cafés que solíamos frecuentar, e intentado derretirlo con encendedores que extrañamente encontraba en los bolsillos de mis prendas luego de noches de alcohol, no sin la reprimenda de los dueños de la pista las unas, con intervención de la justicia las otras.
Ha pasado el tiempo.
He desistido de tan faraónica empresa, más aún sin contar con el suficiente aval económico y contando sí con el absoluto descreimiento de las autoridades del lugar.
A esta altura estoy completamente convencido que los datos fueron aportados por gente imbuida en el tema.
Por otro lado tengo mis dudas que la pista de patinaje que habían nombrado en su oportunidad sea ésta en particular.
Por lo tanto desconozco que se encuentre allí la entrada a recovecos intrincados de los miles que se hallan, quizás interconectados, bajo ésta singular superficie.
Respecto a su posible existencia, porqué no atrevernos a exclamar de manera vehemente sobre su fijación en sitios más cercanos a nosotros, más próximos de lo que realmente nos damos cuenta?.
A la vuelta de la esquina quizás. Si no en los bellos ojos de una hermosa mujer, entradas éstas que nos lleven a lugares inexplicables o a vertiginosos abismos (en ellos nos sumergimos para buscar tales vértigos).
Habitantes que se han filtrado incomprensiblemente en esos parajes inexpugnables al menos para nosotros (me refiero a las bóvedas no a unos ojos femeninos) han sido vistos en la Puna de Atacama, montando inquietas mulas propiedad del coya Anselmo Puyán (increíble parecido al nombre del oriental Huo Pu Yian, quien enseñara filosofía oriental, cambios en la estructura de las diversas pirámides que se encuentran en el planeta y Psicología transpersonal en una academia perdida de las calles de Munro, la cual no recuerdo su nombre), o en el restaurante del gringo Ugollinelli en el acceso a Escobar, provincia de Buenos Aires o se dice también que han vinculado a los mismos al misterioso incendio acaecido en el bar de la ciudad de Rosario arriba mencionado.
No soy el indicado para dar cátedra en materia alguna, pido disculpas si he volcado en demasía datos que creo concernientes a la investigación y, repito, podemos encontrar su posible existencia, la de esta Babel subterránea, en nuestras continuidades, después de todo, como dijo “El Principito”:
“Lo esencial es invisible a los ojos”.

CFA
23 y 26 de julio de 2006. –
15:25 hs.
Buenos Aires.

Texto agregado el 30-07-2006, y leído por 338 visitantes. (0 votos)


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