Dedicado a esos ``Guiris color gamba´´ que merecen toda mi admiración, en un día con 42º a la sombra.



Sol y color. Calor y té.

Tendido en la hamaca, con las manos bajo la nuca, contemplaba el cielo de un azul purísimo. El sol le calaba hasta los huesos, sentía calor y un placer solo comparable a una taza de té en invierno.

Había pasado unos días tranquilos sin las prisas de la rutina, esa rutina que lo llevaba a odiar el trabajo que tanto le gustaba. Recogió sus pertenencias, pocas cosas comparadas con sus vecinos de apartamento, ni la batidora olvidaron y cada mañana lo despertaba su sonido triturando la masa del gazpacho o ajo blanco.

En silencio se despidió del paisaje. No volvería hasta el año próximo, si lo permitían las finanzas, este año fue por los pelos. La peluquería había funcionado bien, las nuevas tendencias le reportaron unos dividendos extras.

Tardara el tiempo que tardara en volver, en la retina se llevaba la luz y color del mediterráneo. El calor se lo daría el recuerdo y un té con leche.