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		|   Después de algunos tragos en el bar con los amigos, Julio supuso que se demoraría un rato más y llamó a su casa, pero no le contesto su esposa, sino él mismo, con voz de sueño. Colgó desconcertado.
 Él estaba acostado, durmiendo junto a su esposa, y él estaba bebiendo con los amigos en el bar. No podía ser. Era imposible. Volvió a llamar y de nuevo se contestó a sí mismo.
 
 -Dígame.
 
 -¿Es Julio?
 
 -Sí. Dígame.
 
 -¿Qué hace usted ahí? Julio soy yo y usted está en mi cama.
 
 El otro se quedó paralizado. Un hombre con su misma voz lo llamaba a su casa y le decía que no era él sino el otro. Lo peor no era el timbre y el tono de la voz, sino el presentimiento exacto de que era verdad.
 
 Aterrados, ambos colgaron y se quedaron sin saber qué hacer. Julio en el bar y Julio en la cama.
 
 A poco rato se tranquilizó lo suficiente y sin aplomo pero con decisión llamó de nuevo a su casa.
 
 -¿Qué hacemos?
 
 -No sé. ¿Qué tu crees?
 
 -Voy allá. Baja y nos vemos en la acera.
 
 Cuando Julio llegó frente al edificio ya Julio lo estaba esperando. Se miraron cuidadosamente. Nerviosos. Era terrible porque existía un original y una copia. Había que discernir cuál era falso. En el ambiente flotó un tufillo a vida o muerte. Tú o yo. Pero Julio trató de disipar aquel antagonismo tan visible y extendió su mano, en un gesto amistoso consigo mismo. El otro también extendió la mano, pero se repelieron cuando estuvieron cerca. No podían tocarse.
 
 Quedaron en silencio un instante, mirándose a los ojos.
 
 -Sólo hay una explicación.
 
 -Sí. Yo también la sé.
 
 -Es mejor alejarnos. Si por casualidad alguien nos empujara y chocamos uno con el otro...
 
 -Es una lástima, yo quisiera saber más de mí. Hablar contigo.
 
 -Yo también. ¿Y si...?
 
 -Es mejor no arriesgarse. Adiós.
 
 Y cada uno tomó su rumbo. Uno hacia su cama. El otro al bar. Cuando Julio se acostó junto a su esposa añoró ser el otro. Libre y soltero. Sin ataduras en la vida. La felicidad. Cuando Julio entró en el bar pidió un trago y pensó en su mujer, anheló su casa, con su dosis de disgustos y problemas y docilidad. Deseó rabiosamente ser el otro.
 
 © Pedro Juan Gutiérrez
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Texto agregado el 05-08-2006, y leído por 277 
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					| ![]() | 06-08-2006 | ![]() | culo que veo, culo que quiero, asi es la vida. inakix | ![]() |  | ![]() |  | ![]() |  | ![]() |  
					| ![]() | 05-08-2006 | ![]() | Vaya!!! Qué interesante desdoblamiento!!!  Es un texto muy original y agradable. ***** SorGalim | ![]() |  | ![]() |  | ![]() |  | ![]() |  
					| ![]() | 05-08-2006 | ![]() | El viejo dilema de desear lo que no se tiene. Bien explotada la circunstancia, bien narrado. Un cuento muy decente. mundoaparte | ![]() |  | ![]() |  | ![]() |  |  | ![]() |  |  |  | ![]() |  | ![]() |  |  |  
   
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