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ENCRUCIJADA


Necesitabas,Jim,que aparecieran en el horizonte esas carretas por el camino.
Los caballos de Alex,el guía,adelántandose,formaban una nube de un viejo polvo rojizo,como estas piedras,que terminaba aplastado por las ruedas de madera de la caravana.
Olor a curtiembre,a estiércol de caballos,dejaba a su paso esa hilera de cincuenta carretas,que con paso cansino,hastiada de llevar tanto peso,se detuvo ante la montaña.
Alex sabía de los peligros que acechaban a medida que se acercaban a la ciudad.
Cuatreros,indios y bandidos de todo calibre merodeaban por esos parajes, sólo conmovidos por el sol de ese verano.
Cerca,a unos quinientos metros ,un arroyo correntoso.
Un lugar amplio,con pasto para los caballos,con una pequeña pero joven y frondosa arboleda.
Un lugar para descansar y pensar y trabajar.
Porque esa caravana ,con sus colonos y sus mujeres y crios, hacía ya dos semanas,que saltaba sobre esas viejas maderas, deslizándose hacia San Francisco.
San Francisco,el sueño incumplido.
La meta.
Que ahora parecía tan cerca pero tan lejos..
Detrás de esa enormes montanas.
Y tenian dos caminos.
La llanura,donde serían presa fácil de los salvajes.No habría piedad para ellos.
Y, del otro lado Jim,el bandido.
El de la cara marcada por una esquirla de vidrio en una pelea en Siracusa,hace tantos años.
El que llevaba una vida sin estrellas,sin noches,sin futuro.
El de los carteles de “buscado” en siete estados de la comarca.
Jim.
El que los estaba esperando,con su banda de asesinos a cuestas,observándolo todo,detrás de esas rocas encendidas por el sol de Nevada.

Llegaron las ultimas carretas.
Soltaron los caballos.Los llevaron a comer algo del pasto que crecía a lo largo del arroyo,que a veces se secaba con el calor infernal que despedían esas piedras,allí enfrente.
Los hombres se apearon de sus caballos,también para ellos les había llegado el descanso.
-Nadie podrá cruzar esas montañas sin el permiso de Jim-dijo Job,el más grande del grupo.
-Y que les podríamos ofrecer a cambio,dinero no tenemos,las raciones son escasas-repitieron en el grupo.
-No lo sabes Joe,de veras no lo sabes? Replico guiñando un ojo Alex.-Las mujeres toma,las mujeres!
-Ni mientes!-algunos respondieron.
-Tú parásito buscahoyos,anda, ofrécete tu! Replicaron desde adentro de una carreta y apareció Tom,corriendo la cortina quemada por tantos soles,y bajándose de un salto y tomando al guía de un brazo lo empujó al piso brutalmente,mientra decía: toma y descansa allí!
El otro se quedo quieto.
-No vamos a ir a ningun lado.Nos quedaremos aquí-prosiguió-
-Miren esos árboles,ese arroyo.
-Levantaremos nuestros hogares.
-Dentro de unos años,si el Señor nos protege,esto se convertirá en una llanura interminable.A qué ir a San Francisco?.Quién nos manda cruzar esas montañas,esas llanuras,plagadas de alimañas de toda especie?-y con un ademán señaló el espacio vacío,siniestro,a lo lejos.


-Le diremos a él.
Giró el cuerpo, dió unos pasos en dirección a la montaña.
-Hey Jim-dijo con voz potente
-Aquí estamos y aquí nos quedaremos,sabes? No seguiremos el camino a San Francisco.Dios no lo quiere.Formaremos un pueblo,y construiremos una iglesia y tendremos casa y comida para todos si trabajamos duro.
-Y tú y tus hombres no tendréis que vagabundear solos y perdidos por esas montañas-De qué te sirve el dinero,si no puedes gastarlo,siendo que andas perseguido por siete estados juntos?
-Unete a nosotros,tú y los tuyos,y seréis perdonados,respetados y protegidos y no tendréis que huir más de nadie.!

Se hizo un silencio absoluto,matizado por las sombras que recortaban la montaña,dura y hostil.

Un polvillo rojizo se levantó detrás de unas rocas justo enfrente de Tom.

Un sonido seco,breve.
Unos caballos que se mueven unos pasos,algo agitados.
Un quejido apenas escuchado por algunos,eso dijeron.
Un agujero pequeño.
Y Tom que se resbala al suelo.Con su cara mirando el cielo.
Algunas mujeres que se acercan ,alguien que se apiada de el y le moja los labios con esa agua que tanto le gustaba.

Y sus últimas palabras, que repetían:
-Ya los veo a lo lejos.Míralos,qué contentos. Nos quedaremos aquí,no has oído los tiros de bienvenida?

Lo que se oyó,fué,al poco tiempo,la voz de Job:

-Arre,a la llanura!

Y el llanto de una joven viuda.




Texto agregado el 11-08-2006, y leído por 127 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
14-08-2006 Wuau. Muy bueno. Me encantó el final. Me sorprendió. Todo bien.***** s1ndrome
12-08-2006 Cuando el lector logra ser parte del texto, de los personajes, del aroma , de la caravana y de los diálogos, se dice que :conoció el placer de un excelente libro. Un buen capítulo sin dudas chiche.***** monica-escritora-erootica
11-08-2006 Bueno, muy bueno. Bien redactado. Te felicito. Esto en un cuento. grigera
 
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