TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / mactub20 / Crónicas del deseo (Cuarta parte)

[C:228393]

Me detuve frente al balcón de su cuarto, esta vez no pude tocar, no podía verlo. Él siempre creyó que no observaba su calma después de mis besos, como si no le importaran, como si fueran unos más, o sólo como si fueran a causa de la costumbre, esa noche no quise besarlo ni hacerle el amor, renuncié por fin a sus brazos, el baño y el café de la mañana.
Aún me pregunto cuánto tiempo esperó mi llegada, si habrían sido unos minutos, horas, tal vez días, nunca me atreví a conocer la respuesta. Intenté llamarlo, pero no sabía que decirle, una disculpa sonaría tonta, al menos para mí, sería hipócrita de mi parte fingir que no pude llegar cuando en verdad ya no lo deseaba ¿Por qué a veces nos es tan difícil reconocer que las cosas han cambiado? ¿Por qué el hombre tiene tanto miedo de hablar con la verdad?
Un día, mientras trabajaba en el parque, alguien me pidió un pincel, era como un ángel, un ser extremadamente bello… Me quedé callado y sólo asistí su petición. No recuerdo muy bien su nombre pero me dijo que lo llamara Panda, y en verdad parecía uno.
Hablamos un rato, él también estudiaba arte, era de nuevo ingreso aunque debo reconocer que era poseedor de un gran talento, en esa ocasión tuve la oportunidad de apreciar algunos de sus trabajos y cada uno de ellos me transportó a diferentes dimensiones, cada uno me inspiró un sentimiento distinto.
Quedamos de vernos unos días después, tomamos un café, me convertí por completo en su tutor, lo aconsejaba sobre técnicas para mejorar sus pinturas, algunas veces accedía a mis críticas, pero generalmente se dejaba llevar por el sentimiento que lo inspiraba.
Pasábamos mucho tiempo juntos, incluso nos volvimos muy buenos compañeros, compartíamos algunas clases y siempre hacíamos equipos de trabajo, no sentíamos muy acoplados.
Debo aceptar que en repetidas ocasiones me recordaba a mi anterior compañero de cama, al que encontré una vez en ese mismo parque, sí, eran muy similares…
Recuerdo que Panda y yo trabajábamos en una tarea escolar cuando recibí una llamada, era él, era la llamada que había estado evitando desde hace casi un mes... ¿Le contesté? Sí, lo hice, primero fue una conversación cualquiera, un saludo breve, un cómo estás y un qué has hecho. Sé que realmente me llamaba para cuestionarme el porqué no asistí aquella noche, pero sí lo hice, sólo que no llegué hasta su cuarto. No lo preguntó, sentí un alivio. Hicimos una nueva cita y nos despedimos.

Cuando terminé la llamada observé que Panda seguía pintando como si nada, pero yo le debía una explicación, después de todo éramos amigos y ya era hora de que supiera algo de mi vida. Le dije que era gay, esto pareció no sorprenderle, me le quedé viendo, quería encontrar en su rostro alguna impresión, algo que me dijera que realmente había escuchado lo que dije, pero no hubo respuesta. Estaba a punto de seguir hablando cuando me dijo que ya lo sabía, que lo supo desde el momento en que me había pedido el pincel aquella tarde, me dijo también que esa había sido la razón de pedirme un pincel, quería conocerme y saber más de mí… Lo logró.
No me dejó continuar, de hecho no me dejó comenzar mi explicación de la llamada, se acercó a mí y comenzó a besarme. Acepté sus besos, lo deseaba, quería sentir su cuerpo en el mío, quería hacerle el amor…
La tarea quedó a la mitad, aquella pintura jamás fue terminada, no obstante nuestros cuerpos desnudos seguían haciendo magia.
Sabía que no podía corresponderle y creo que él también lo supo, se levantó, se vistió y me dijo… “No espero más que tu amistad, no te preocupes… Gracias por esta tarde”. No podía creerlo, habíamos tenido tanta química que ni siquiera fue necesario hablar, habíamos comprendido que nuestro encuentro fue producto del deseo y de la soledad que ambos sentíamos.

Al día siguiente se desató una tormenta, literalmente hablando, me refugiaba del agua en una parada de autobuses cerca de “mi cita”, corrí hasta llegar a su cuarto, toqué, me invitó a pasar, me ofreció una toalla. Yo tenía frío, me ofreció una taza de café, recuerdo que anteriormente había renunciado a ella, ya lo había hecho…
Comenzó a hablar, le pedí que olvidara los temas superfluos, le dije que venía exclusivamente a hablar del porqué no llegué aquella noche.

-¿Por qué no llegaste?
-No quería verte –Se quedó callado- No me malinterpretes, creí que era lo mejor para ambos.
-De acuerdo.

Mostraba una calma que en algunos momentos me inquietaba, le seguí dando excusas del porqué no llegué, las había planeado, las repetí en mi cabeza de forma que no le causara tanto daño… él seguía callado.
Le pedí disculpas, traté de acercármele pero me detuvo, me dijo que no era necesario. Nos quedamos callados durante casi 10 minutos, escuchábamos la lluvia, de pronto me dijo que necesitaba salir, le dije que no, que si alguien tenía que irse, ese sería yo, sólo quería esperar a que la lluvia cesara un poco. No entendió mis razones, lo aprisioné contra la pared y le dije que no saldría, que no lo dejaría hacerlo… Me miró unos segundos, en su mirada encontré rencor, sin embargo, el rencor no era causado por mí, era algo más… Me empujo, me empujó tan fuerte que caí al suelo, en ese instante abrió la puerta y salió corriendo…

Texto agregado el 11-08-2006, y leído por 208 visitantes. (0 votos)


Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]