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Inicio / Cuenteros Locales / facu1969 / Los recuerdos del General

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La casa del general Gerardo Bedoya estaba en venta. Aquella mansión por las que habían pasado generaciones y generaciones de líderes y bandoleros se remataría en escasas dos horas.
El general Gerardo Bedoya había sido el encargado de comandar las tropas leales en la última gran batalla de Celareso, donde, junto a su batallón y luego de veinte años de encarnizadas luchas, salió triunfante. El pueblo de Celareso nunca olvidó a aquel héroe que los libró del sometimiento y la esclavitud; fue el general quien los incitó y guió, sable en mano y al frente del batallón, a dar pelea. "Por la libertad o la vida eterna", gritaba antes de cada enfrentamiento. El pueblo lo amaba y lo respetaba.
Cincuenta años después los recuerdos estaban por derrumbarse. El remate de la lujosa mansión traería aparejado un suculento dineral para los gobernantes de turno, quienes ajenos a la historia del pueblo negociaban al mejor postor los recuerdos, aun intactos, de aquellos rebeldes que habían luchado por ideales nobles y valederos.
—La base del remate comienza por 500.000 dólares— dijo el martillero y continuó, — sabrán ustedes que aquí mismo vivió el gran general Gerardo Bedoya.
Una diminuta y pálida mano se alzó al final del recinto y con voz de extranjero dijo:
—3.000.000 de dólares ofrezco por esta mansión.
La gente no aguantó la curiosidad y volteó para conocer al extranjero. Sabían que nadie en el pueblo de Celareso podría mejorar esa suculenta oferta. Solo callaron y esperaron que los hechos acontecieran.
—¿Alguien mejora la oferta de 3.000.000 de dólares?—. El martillero esperó solo unos segundos: —Mansión vendida en 3.000.000 de dólares al señor del fondo. La mansión había sido vendida a un señor sin nombre y apellido; sin historias ni recuerdos.
Un ruido estruendoso se precipitó en la entrada del pueblo. Al galope, sables en manos y al grito de ¡Por la libertad o la vida eterna!, un grupo de memoriosos y agradecidos de la historia de Celareso ingresó al recinto y sin mayores explicaciones decapitaron al extranjero. Minutos más tarde las tropas militares hicieron su ingreso demoledor a Celareso dando vida eterna a todos sus pobladores y acabando con los recuerdos del gran general Gerardo Bedoya.
—¿Quién sería ese abuelo de mierda, Gerardo Bedoya?— se escuchó decir a un soldado de tan solo dieciocho años…
(Fin)

Texto agregado el 17-08-2006, y leído por 224 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
17-08-2006 Me pareció un relato prolijo y bien contado. Creo que el lenguaje va a tono con la historia. En lo personal, me pareció excesivo tanto el asesinato de quien compró la mansión como su represalia a manos del ejército. Buena ironía en la frase final. CK CocinasKenia
17-08-2006 Guau que sorpresivo final, y el relato es bien lúdico, diferente , me ha encantado, pero 3.000.000, es sin duda pa hacer voltear a medi país,jajajajajaj Mi_Playa
 
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