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Un Procedimiento para hallar las Sombras


La historia que os voy a contar, sucedió en el bosque ancestral del Reino de Navarra. Un territorio oscuro que es morada del demonio y de generación del mal.

El ansia de poder y riqueza, provocaron el que viva entre sombras para siempre.
Mi rostro ahora cansado y envejecido el espejo no lo refleja, solo mis manos palpan mi figura y los objetos, que mis carcomidos ojos no pueden ver.

Mi ceguera fue la consecuencia de intentar establecer un trato con el mismísimo demonio, sin saber que es el rey de la mentira y el engaño.

Cansado de la pobreza y privaciones que tuve desde mi infancia, en una noche de locura y desvarío hice la invocación del diablo, le ofrecí mi alma a cambio de dinero y poder, pero en el transcurso de los minutos nada ocurrió. El silencio y cantar de los grillos fue la única respuesta que recibí.

Una sensación extraña sentí al momento de que el silbido del viento que azotaba las ventanas provocado por el rompimiento del aire en los filos hacia surgir finos ruidos que asemejaban un coro de risillas siniestras.

Después alguien tocó a mi puerta, la abrí y apareció una anciana tuerta, nariz puntiaguda, con una verruga sobre el descarnado labio superior, traía puesto un chal negro y en sus manos cargaba un libro antiguo de aspecto raro.

Me dijo que existe una manera de hacer un pacto con el diablo y que en ese libro venían las instrucciones. Me lo entregó y en un abrir y cerrar de ojos la anciana desapareció.

Encendí una vela y me puse a leer detenidamente el contenido del libro, decía que poco antes de medianoche, a la hora en que las brujas toman el te, en una encrucijada que señalara un haz de luz de la luna, debería de llevar un gato negro muerto y colocarle en cada ojo un haba.

Después aclamar la presencia del maligno con cantos y alabanzas escritas en el libro, y por último llevar una vara de San José para defensa de intrusos que puedan interferir.

Hice todos los pasos, mi gato micifuz fue el señuelo, lo capturé, le di muerte sin dolor y lo coloqué en un costal. Me dirigí al bosque, atravesé pantanos, crucé espesas vegetaciones, nadé por un lago frío donde solo los sapos y las ranas rompían con su canto el silencio de la noche, hasta que al fin un hilillo de la luz lunar me indicó la encrucijada.

Empecé el ritual, saqué el gato, le coloqué las habas y comencé a cantar leyendo del libro:

"Mouchos, coruxas, sapos e bruxas.
Demos, trasgos e diaños,
Espritos, das nevuadas veigas.
Corvos, Pintigas e meigas, feitizos
Das menciñeiras."

Ocurrió que un relámpago fugaz iluminó al siniestro bosque, y luego se oyó un fuerte estruendo provocado por un trueno, que por poco rompe mis tímpanos. Después sopló una ventisca irregular originada del cielo, desafiando las leyes de la física, acarreando hojas secas y polvo que daban forma a un espigado remolino, y un insoportable olor a azufre invadió el ambiente.

Poco a poco el remolino se detuvo y de su parte central interna, salió la vieja tuerta, pero ahora se reía dejando entrever un solo diente, ya no traía el chal, sus manos eran garras, su único ojo parecía de buitre y con voz gutural de ultratumba me dijo: "Tendrás todo el poder y riqueza que jamás un humano haya soñado, pero con la vara de San José tendrás que vencer a mi fiel guardián Beldemo, caso contrario serás pobre y tu alma será arrancada de tu cuerpo."

Se oyó como una estampida muy a lo lejos que cada vez se hacia mas cerca, y por el camino adyacente de la encrucijada vi que se acercaba bufando un toro bestial, sus patas eran de cabra y por sus ojos chispeaban dos llamas de fuego largas y agudas.

Tome la vara de San José y me dispuse a defenderme, la bestia se detuvo y me miró profundamente a los ojos, logré darle un varazo chicoteado en el lomo, provocando que sus poros se abrieran y exhalaran aire mostrando una ira incontenible.

Se agacho escarbando el suelo y me aventó con sus cuernos un puñado de polvo, y vi mi último reflejo en sus flameantes ojos. La intensidad de la energía que emanaba de su diabólica mirada entró por mis pupilas junto con el polvo, rasgando el iris y derramándoseme todo el líquido de la retina, condenándome a vivir por la eternidad en el mundo de las sombras.

Yo tiraba varazos desesperados a mí alrededor encontrando solo el vacío. Escuche risas burlonas de satisfacción y triunfo, me desmayé y ya no supe de mi por muchas horas hasta que un suave rayo solar me despertó. Pero los colores se habían ido, no había brillo todo era opaco, solo el color negro mis ojos abiertos pudieron percibir.

Desde entonces mis ojos están secos y mi alma ya no me pertenece, vivo en la miseria esperando si algún día, Dios se apiada de mí.


Texto agregado el 21-08-2006, y leído por 199 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
08-09-2006 Què bien! Un tema aparentemente ya trillado pero desde otro punto de vista. doctora
01-09-2006 Carajo fijate que está manida ya la historia de la venta de almas, pero sinceramente tengo que felicitarte, me ha gustado la viveza del texto, el tono ágil, juer no sé como explicarme, pero vamos que no se ha hecho pesado leerte y el final me parece precioso. Por cierto el conjuro me sonaba a cuando uno quema queimada, ajajaja... Bueno te dejo mis cinco y leeré mas de ti porque has sido un grato descubrimiento. Un susurro.* susurros
 
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