| Un día de sol radiante...una nube recalcitrante
 lloverá sin piedad...
 y el caminante más rápido
 se detendrá en un portal
 al resguardo de la  lluvia
 a esperar que acabe de tronar
 a esperar la promesa solar
 y mientras espera...lloverá
 y lloverá
 y lloverá, y lloverá, y lloverá, y lloverá, y lloverá, y lloverá...
 
 Y ni gabardinas, ni paraguas, ni chubasqueros, ni botas de agua, ni cubos, ni palanganas, ni extintores, ni alarmas, ni bomberos, ni ambulancias, ni tuberías, ni grifos, ni toallas...nada, de nada, de nada...
 
 Nada podrá parar las lagrimas...las lagrimas del cocodrilo
 lagrimas de verse a sí mismo...
 sin piedad despellejado
 para ser usado de zapatos
 de la elegante humanidad.
 
 Y el caminante
 con sus zapatos nuevos
 debajo de la lluvia
 debajo del portal
 y como siempre, quejándose del tiempo
 siguió esperando el sol
 sin saber que más hacer
 que resguardar sus zapatos tan fashion...
 de su destrucción (¡le habían costado muy caros!)
 
 Y llovió, y llovió, y llovió, y llovió...
 el caminante esperando...esperando
 y esperando se murió
 
 Y las hienas del desierto
 al ver llegar el mar
 después de tanto tiempo de esperar
 hicieron lo que sabían mejor hacer
 llorar de risa y aprender a nadar...
 
 Aquel día soñé con el fin de la humanidad
 y la lluvia ya llegaba a mi ventana..
 ¿fui yo quien la destruí?
 ¿o era yo quien lloraba?
 nunca lo supe hasta que me morí...
 
 Silvia Escario      23-08-06
 
 
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